Una crítica frecuente de los pacientes de más edad es que en el pasado una consulta médica terminaba en un diagnóstico y una receta de fármacos o terapia. Ahora, reclaman, estas atenciones logran pocas veces un cierre inmediato, pues se suelen ordenar numerosos exámenes y un nuevo control.

Si bien se trata de percepciones, las estadísticas de 2016 de la Superintendencia de Salud revelan que no están lejos de la realidad. Ello, pues las cifras muestran que el último año cada usuario del sistema isapre requirió un total de 26 prestaciones en promedio, es decir, 63% más que las 16 que se demandaban en 2006 y un 160% más que las 10 de 1996.

El alza está fuertemente impulsada por los exámenes de diagnóstico. Esto, pues mientras en 10 años las consultas médicas anuales por usuario subieron de 4 a 4,3, los exámenes de laboratorio pasaron de 5,1 a 7,9 y los de imagenología de 1,1 a 1,4 (ver infografía).

Al respecto, el presidente del Colegio Médico, Enrique Paris, plantea que el mayor uso de prestaciones es una tendencia mundial, asociada a una mayor tecnología y envejecimiento de la población, además de cambios en el paciente. "Esto va a seguir pasando. La tecnología ha avanzado y el paciente está empoderado: sabe lo que quiere que le hagan y lo pide. Asimismo, para evitar problemas legales, muchas veces el médico quiere estar 100% seguro de lo que diagnostica, así es que ordena más exámenes", dice Paris.

El profesional añade que la brevedad de la consulta también influye. "Estamos insistiendo en que el médico debe gastar más tiempo en el examen físico y en conversar con los pacientes, para pedir estrictamente los exámenes necesarios, pero pasa que en muchos sitios se obliga al profesional a atender muy rápidamente, lo que los fuerza a pedir pruebas para certificar un diagnóstico".

El presidente de la Asociación de Isapres, Rafael Caviedes, coincide en esta apreciación: "incide el riego de mala praxis. Si un médico equivoca por no requerir exámenes, el diagnóstico puede ser errado y verse amenazado".

Sobre la duración de las consultas, Clínicas de Chile dice que no hay límite fijado. "Cada especialista ocupa el tiempo necesario para diagnosticar y/o controlar a sus pacientes", y que "el requerimiento o no de exámenes es una prerrogativa que está en manos del médico, no de la clínica".

El superintendente de Salud, Sebastián Pablovic, afirma que el aumento del gasto en salud es un "mal" de los países desarrollados, donde a mayor poder adquisitivo, más atenciones se demandan. "Pero en Chile esto también refleja imperfecciones en el funcionamiento del sistema de salud, donde los incentivos están puestos en el sobreconsumo y no en el mecanismo de contención de costos a nivel de prestadores". La autoridad añadió que falta un equilibrio "entre las ventajas de la tecnología y el uso de exámenes sanitariamente justificados. Para eso, el desafío es alinear los incentivos para que se use lo que realmente se necesita y de forma eficiente, conteniendo el gasto, pero con buen impacto sanitario y manteniendo la satisfacción usuaria".

Caviedes, además, dice que el alza de precio que aplican las isapres está directamente relacionada con la mayor demanda de prestaciones y el alza del gasto por usuario que reflejan las cifras.

"Los costos de la salud aumentan por un uso mas intensivo y frecuente de la medicina. Ello se debe al cambio epidemiológico de una población más envejecida que presenta las enfermedades degenerativas de un país desarrollado, con altos costos en sus diagnósticos y tratamientos." Caviedes añadió que esto afecta tanto al seguro privado como al público y que "las isapres deben traspasar a precios estos fenómenos y personas que no entienden este proceso inflacionario van a tribunales". Con todo, dice que el sector trabaja en "cambiar el pago por cada prestación a mecanismos de contención de costos como la compra de paquetes de prestaciones, pagando por egreso hospitalario, diagnóstico y tratamiento terminado. La tendencia moderna apunta a pagar por resultado, donde prestadores asuman parte del riesgo".