El Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, llega hoy a Israel cargado de expectativas por lo que pueda hacer para solucionar el conflicto palestino-israelí. Unas perspectivas acrecentadas por el mismo inquilino de la Casa Blanca en sus declaraciones previas y en las reuniones que ha mantenido con el liderazgo de ambas partes. En una entrevista con el diario Israel Hayom, Trump aseguraba que "hay una posibilidad enorme" de alcanzar un acuerdo "bueno para todos". Incluso declaró que "esperemos que ocurra (el acuerdo) antes de lo que nadie proyectó".
El mandatario estadounidense es visto como un firme aliado por parte del gobierno de Benjamín Netanyahu y de la derecha israelí, pero también es considerado como un posible socio por parte del Ejecutivo palestino que encabeza el Presidente Mahmoud Abbas. Los primeros confían en que Trump trasladará la embajada norteamericana a Jerusalén, pondrá fin a la presión de Washington por la construcción de nuevas viviendas en las colonias judías en Cisjordania e incluso que desechara la opción de "dos Estados".
Los palestinos, en cambio, esperan que el gobernante logre un congelamiento de las construcciones en los asentamientos, que esta condición obligue a los israelíes a volver a la mesa de negociaciones, que mantenga la legación diplomática en Tel Aviv e impulse un acuerdo de paz con un Estado palestino con las fronteras de 1967. Incluso en un momento se habló de que podría haber una reunión tripartita, Trump-Netanyahu-Abbas, pero fue descartada, de la misma manera que no se considerará un anuncio para el cambio de embajada a Jerusalén.
Las dificultades que surgieron durante la preparación del viaje de Trump a Israel y a Cisjordania, hoy y mañana, bien podría ser un ejemplo del terreno pantanoso en el que entra Trump al intentar poner fin a un conflicto en el que han fracasado al menos los últimos tres Presidentes de Estados Unidos.
Así, se generó una gran controversia cuando se abordó la visita de Trump al Muro Occidental, el lugar representativamente más sagrado del judaísmo, ya que los diplomáticos estadounidenses descartaron tratar ese tema con sus pares israelíes, debido a que ese histórico sitio está en Jerusalén Oriental y solo quedó bajo control israelí tras la guerra de 1967. Trump se convertirá en el primer gobernante estadounidense en visitar el muro. Pero lo hará en forma privada, ya que la comunidad internacional no legitima la soberanía israelí sobre esa parte de la ciudad.
Como sea, Donald Trump está confiado y ha insistido en que cuenta con el mejor equipo para abordar el conflicto entre palestinos e israelíes: su yerno y asesor Jared Kushner; el embajador de Estados Unidos en Israel, David Friedman, y el asesor especial para asuntos internacionales, Jason Greenblatt.
Precisamente Greenblatt llegó el viernes para ajustar los últimos detalles de la visita, incluidos algunos gestos de buena voluntad de israelíes y palestinos, con tal de mejorar el clima y generar un acercamiento. Entre éstos estaría la ampliación a 24 horas de la apertura del cruce fronterizo del Puente Allenby, controlado por Israel, que comunica Jordania con Cisjordania y que es utilizado principalmente por palestinos.
Para garantizar la seguridad durante las poco más de 24 horas de Trump en Medio Oriente, estarán operativos más de 10.000 agentes de policía.