El miércoles se cumplirán dos decenios de un gol que valió una Liga, que cruzó un océano, que puso fin a un reinado y que alumbró a un nuevo héroe. Sucedió en el Estadio Santiago Bernabéu, el 3 de junio de 1995, en un apasionante duelo entre Real Madrid y Deportivo de La Coruña. Su protagonista abre la puerta de su despacho en la Ciudad Deportiva que lleva su nombre. La ocasión lo merece. No todos los días se puede festejar semejante aniversario. Porque en aquella cálida noche madrileña sucedieron muchas cosas. El conjunto merengue, dirigido entonces por Jorge Valdano, volvió a saborear las mieles del triunfo en Liga un lustro después de su última conquista, haciendo despertar de paso de su largo sueño al Dream Team de Johan Cruyff. El cuadro de Chamartín espantó también los fantasmas del pasado, que le habían impedido coronarse campeón en temporadas anteriores, cargadas, en islas malditas, de sorpresas y fracasos. Y todo gracias a un gol, a falta de cinco minutos, de un ariete que esa temporada logró convertirse en el mejor artillero del torneo. Un chileno de Maipú y un madridista legendario: Iván Luis Zamorano.
Con una amplia sonrisa en su rostro, el también ex jugador de Cobreandino, Cobresal, St. Gallen, Sevilla, Inter de Milán, América y Colo Colo, toma asiento frente a las fotos que atestiguan su viaje. Una travesía larga y exitosa en el fútbol internacional culminada aquel 3 de mayo. El día en que Bam Bam derribó la puerta de tanto golpearla. El ex seleccionado chileno toma aire antes de comenzar a reconstruir aquel partido. Nunca lo ha olvidado. "Veinte años no es nada", decía Gardel.
¿Qué es lo primero que le viene a la cabeza cuando piensa en aquel encuentro ante el Deportivo?
Lo primero en lo que pienso es que por esfuerzo y perseverancia llegué a concretar un sueño maravilloso, que fue llegar a ese partido con la posibilidad de ganar un título y de poder consolidarme como pichichi. Soñé que hacía el gol que valía el título. Soñé que éramos campeones, pero también sentí muy de cerca todo lo que había sido ese año para mí. Un año súper importante para mí desde el punto de vista emocional y anímico. Creo que ese partido vino a culminar una etapa.
¿La más brillante de su carrera?
Tuve otros años espectaculares, pero mi consolidación como jugador a nivel mundial, yo creo que fue ése. Porque estaba en el Real Madrid, porque llegábamos a todo el mundo. La UEFA con el Inter, el campeonato con Cobresal o tantos otros títulos que gané, también fueron importantes, pero ése fue especial porque pude marcar el gol que dio el título esa noche y pude ser campeón.
Y cerrar, de paso, algunas bocas.
Creo que el mayor premio que yo gané ese año fue el darme cuenta de que en la vida no hay imposibles. Aquello no fue una lección al entrenador, ni a los medios de comunicación, aquello fue una lección para mí, de vida. Por eso fue tan importante marcar ese gol y ganar ese partido.
¿Puede creer que vayan a cumplirse 20 años de aquel día?
Han pasado 20 años, pero para mí sigue siendo como si fuera ayer. ¡Mi hijo ese partido lo ha visto 20 veces! Yo creo que hay un antes y un después de ese partido en mi vida.
¿Imaginaba, tal y como empezó aquella temporada, que podría darse un desenlace como ese?
Era complicado porque, en primera instancia, yo creo que fueron los momentos más difíciles de mi carrera. Que llegue un entrenador y te diga: ¿Sabes qué? Búscate equipo. Si te querés quedar, bien, pero vas a ser el quinto delantero y el quinto extranjero, no es algo fácil. ¡Y había solamente cuatro extranjeros que podían jugar! Fue duro, pero a la vez, fue un desafío. Yo estaba seguro de que mi futuro no pasaba por la decisión de una persona, sino por mí. Yo soy el propio arquitecto de mi futuro. Por eso tiene tanta importancia lo que pasó ese año.
Un año en el que el equipo consiguió también otros hitos importantes, como la histórica goleada al eterno rival, el Barcelona
Pasaron cosas maravillosas ese año. El 5-0 al Barça fue una noche mágica. Creo que fue el mejor partido que hice en mi vida. Tres goles y dos asistencias.
Y pudieron ser más.
¡Casi hago los cinco! Los cinco goles deberían haber sido míos, porque el 4-0 es un remate al palo mío que Luis Enrique la agarra, y el quinto yo entro solo con el arquero y se la doy a Amavisca. Pero lo más importante es que todos los logros de aquel año tuvieron que ver con el esfuerzo, la constancia, la perseverancia y todas esas cosas que tienen tanta importancia para mí.
¿Continúa teniendo relación con Amavisca, que fue uno de sus principales apoyos en aquella época?
Sí, seguimos hablando casi cada día. Él ahora está comentando partidos para una televisión privada en España. La relación con Emilio (Amavisca) siempre fue muy buena. Recuerdo que yo le decía Vasquito, porque él es de un pueblo que está muy cerca del País Vasco, y que eso le molestaba. Y ojo, ni yo ni Amavisca estábamos en el proceso cuando llegó Valdano. Íbamos colgando ahí en el bus a la pretemporada del Real Madrid. Y luego nos convertimos en dos hombres que nos entregamos al máximo y terminamos siendo jugadores muy importantes para la consecución del título
¿Y con Valdano?, ¿alguna vez se disculpó por la escasa confianza que tuvo inicialmente en sus posibilidades?
Con Jorge (Valdano) la relación es muy buena. Hablamos siempre. Somos amigos. Y ahora, después de tanto tiempo, nos reímos recordando todo aquello. Él vino el año pasado acá a dar unas charlas sobre "Los 11 poderes del líder" y dentro de esos once poderes había una imagen de lo que había sido yo en su carrera. Él llegaba nuevo ese año y no conocía el plantel. En mi primer año en el Real Madrid nosotros perdimos el título en Tenerife cuando él era el entrenador del Tenerife, y había sido contratado precisamente para cambiar todo. El Barcelona había sido cuatro veces campeón los años anteriores y él venía a romper con todo eso.
Y usted terminó pasando de quinto delantero a pichichi de la Liga
Sí, ese año fue fantástico en lo colectivo pero también a título individual, porque pude ser pichichi, fui elegido mejor jugador extranjero, mejor jugador iberoamericano, el mejor jugador de la Liga y el cuarto mejor jugador de la FIFA.
28 goles marcó aquella temporada. ¿Qué piensa cuando ve ahora a Messi o a Cristiano Ronaldo terminando la Liga con casi 50 goles cada uno?
Cristiano y Messi son de otro mundo. Había goleadores antes mío que con 18 o con 19 ganaban el pichichi. Eran marcas difíciles en un medio tan exigente como el español. Mi marca fue buena, pero ahora Cristiano y Messi la han roto totalmente. Hacer 48 goles, 50 goles, habla de tipos tocados por la varita mágica. Son jugadores extraordinarios que van a dejar una huella muy grande en el fútbol español y que va a ser difícil poder igualar.
¿Es posible recordar un gol con precisión después de dos décadas?
Sin duda. Ese gol también lo había soñado, pero no esperaba que saliera tan lindo como salió, a falta de cuatro minutos, con el estadio lleno y ante un rival muy fuerte como aquel Dépor, que era el gran Dépor, el Súper Dépor...
¿Cómo lo vivió?
Estábamos un poco ahogados porque el Deportivo se nos venía encima. Había un silencio un poco extraño, ese silencio del Bernabéu que cuando es silencio es silencio. Me acuerdo que Quique Sánchez Flores roba una pelota en el área y se la pasa a Fernando Redondo. Fernando hace un movimiento, como para poder seguir, y ve a Emilio (Amavisca) que se la pide. Se la alarga a Emilio y Emilio, pasando la mitad de la cancha, desde unos 40 metros, me mira. Lo único que hace es mirarme, ver dónde estoy. Yo le hago un movimiento, él tira la pelota y aquí llega ese momento en el que pasan muchas cosas por tu cabeza.
(Iván Zamorano se levanta de la silla para acompañar con sus gestos la descripción de la jugada)
Primero salta Rivera, que creo que era el defensor que estaba más cerca, pero no le pega, y eso que era un tipo que iba muy bien de cabeza. Yo salto con él, pero no cabeceo. Yo la contengo con el pecho, pero también hago el movimiento para que la pelota me quede para pegarle al arco. Eso en el aire ya tiene mérito, y más con un defensor encima. Yo quería pegarle, pero la pelota no bajaba nunca. Entro entonces en el área y le doy, con un ángulo prácticamente imposible por donde está ubicado el arquero. Le doy a la pelota con el empeine lleno, Liaño la toca y digo: no es gol. Pero la pelota sigue, pega en el palo y sí, entra. Y ahí ya exploto.
¿En qué piensa cuando ve que la pelota entra?
Ese remate no sé si lo hizo mi papá desde el cielo, los 14 millones de chilenos que estaban desde acá o los madridistas del mundo, pero pasó algo para que esa pelota entrara. Luego vino la euforia. Tuve un vacío mental que no recuerdo. Sólo me acordaba de mi papá y de todo el esfuerzo que había hecho mi familia para que yo pudiera estar ahí. Todo en milésimas de segundo. Y ahí me quito la camiseta. Creo que es la única vez en mi vida que me he quito la camiseta para celebrar un gol. Nunca más lo hice, ni antes ni después.
¿Es consciente de la repercusión que tuvo ese gol en Chile?
Hoy día tenemos la posibilidad de que el 90% de nuestros seleccionados jueguen en el extranjero, y eso nos da la oportunidad de disfrutar de sus logros en Europa, México o Brasil, por ejemplo, pero en esa época éramos pocos los que podíamos entregar desde lejos esa satisfacción al pueblo chileno. Creo que con ese gol logré entrar a todos los hogares de Chile. Con mi alegría, con mis penas, con mi historia. Y de alguna manera la gente se veía reflejada en esa historia. La generación que me vio jugar a mí, hoy día me sigue saludando como si me conocieran desde siempre. Me preguntan por mi mamá, por mi familia, por todo. Ese año en el Real Madrid jugábamos casi todos los sábados y era justo y especial para el asadito. Chile se movilizaba con esos partidos, y eso a mí me emociona mucho, el sentir que en un momento logré llevar alegría a la gente, a todo el pueblo chileno.
Real Madrid volvió a ser campeón de Liga cinco años después gracias a ese tanto. ¿Fue el gol más importante de su carrera como futbolista?
Desde un punto de vista emocional y de todo lo que había vivido, creo que es un gol que verdaderamente cambió mi destino, que la gente recuerda y que para mí está entre los mejores que he hecho en mi vida.