Son cerca de las 21.30 del jueves. El sargento segundo, Fernando Campos, de Collipulli, se instala en la berma de una de las pistas de la Ruta 5 Sur. Linterna en mano, chaleco reflectante y guantes blancos, comienza a hacer gestos con el brazo, apuntando al costado. Los automovilistas lo ven. Todos creen que está haciendo un control de tránsito de rutina, junto a la tenencia de carretera. Los camioneros y choferes de buses que enfilan por ese sector, sin embargo, tienen claro que no.
No se trata de una mera fiscalización. Es el ofrecimiento que se les hace para integrar una caravana de seguridad, con escolta policial, y circular en el tramo hasta el peaje Las Maicas, en el lado norte de la Provincia de Malleco, plena "zona roja" de La Araucanía. Este es el sector donde se han registrado numerosos ataques incendiarios a vehículos de carga y pasajeros durante el primer semestre.
Así se puede resumir lo que cada noche, entre las 21.00 y 06.00, se vive en esa zona, entre Victoria y Las Chilcas, al norte de Collipulli, frente a la acción de encapuchados.
Desde Interior
El motivo de los ataques no está claro. En algunos eventos hubo panfletos reivindicando la causa indígena. En otros, sólo daños.
Los convoyes comenzaron el 5 de septiembre, tras una decisión del Ministerio del Interior. Y La Tercera acompañó a una de estas caravanas y lo que en ellas sucede.
La actividad de resguardo comienza con el control que hacen los carabineros apostados en la tenencia de carretera en Victoria y en el peaje Las Maicas, en el sentido contrario, de forma simultánea. Allí, el funcionario policial ofrece a los conductores integrarse a la caravana.
"A estas alturas, desde que se implementó la medida, han disminuido los que se integran; ya no existe esa tensión o miedo a pasar por este tramo; lo cual da cuenta de que se ha recuperado la sensación de seguridad al transitar por la zona", explica el comisario de Collipulli, Jorge Duhart, quien encabeza una de las caravanas.
Quienes aceptan, se instalan en el área de descanso frente a la tenencia, hasta conformar un convoy de ocho a 15 vehículos, entre camiones y buses, el cual es escoltado por patrullas -con su respectiva dotación- que van adelante y atrás. Un bus de la empresa Tur Bus, es conducido por Jaime Riquelme. El recuerda que "el verano del año pasado quedé detrás de dos camiones que fueron atacados. Ahora esperamos la caravana, por seguridad".
Un pasajero del mismo bus, Luis Cifuentes, dice que "claro que da más tranquilidad, pero no la podemos conseguir de esta forma, se supone que vivimos en un Estado de Derecho". Otros, como Guido Moraga, resuelven continuar solos la ruta en su camión. "Ya no es tan inseguro como antes", dice. Rodrigo Crisosto, su copiloto, añade que de todas formas "se agradece la medida, para evitar problemas".
A través de la ruta
No han sido tiempos tranquilos. Durante octubre, la Multigremial de La Araucanía ha registrado al menos 11 atentados incendiarios en esa región y la del Biobío, la mayoría a maquinarias en predios.
Conformado el convoy, esta vez con nueve camiones y dos buses, el oficial que encabeza la caravana da la orden de avanzar. Se ingresa a la ruta y comienza el recorrido de este tramo "rojo" de 61 kilómetros, a una velocidad promedio de 75 km/h. En paralelo, pero a mayor velocidad, lo hacen en la pista central los automovilistas y otros camioneros y autobuseros que no se acogen al resguardo directo, pero que tampoco lo pierden de vista.
Efectivos de la Prefectura de Radiopatrullas de Santiago dan una cobertura paralela. "Son patrullajes permanentes y simultáneos durante toda la noche, apoyados por personal de civil", explica el comandante Duhart. Ellos transitan en ambos sentidos de la vía. Además, algunos se instalan en pasarelas en sobrenivel, como se advierte en el sector de Pidima.
En el trayecto, la caravana avanza sin contratiempos. La misión de los efectivos policiales no se interrumpe ni siquiera con una "clave 41" (incendio) que se escucha por la radio. El capitán Felipe Barraza explica que se trata de fuego visto en un predio, pero que no necesariamente corresponde a un ataque.
Tampoco alteran el tránsito otros avisos, que dan cuenta de disparos esporádicos en la "facción" (punto fijo en el campo), ya que podrían corresponder a cazadores, o que una patrulla haya tenido que trasladarse hacia la "facción" René Urban, a inflar un neumático, utilizando el compresor que existe en el lugar. Se trata de un predio con resguardo permanente, producto de decenas de atentados.
El oficial junto a su conductor hacen la ruta junto a la caravana, con la misión no sólo de prestar cobertura, sino que "ir observando todo el trayecto por si hay personas en actitud sospechosa o elementos extraños, como madera o neumáticos que pudieran ser usados para una barricada o atentado", cuentan.
Sin embargo, a casi dos meses de implementado el plan, los hechos de violencia dejaron de ocurrir en este tramo de la Ruta 5 Sur. Los conductores de camiones reconocen que hay una sensación de mayor tranquilidad. De hecho, se observan cuatro camiones estacionados en distintos puntos de la carretera, en la berma, con sus conductores descansando. "Eso no se veía hace algunos meses, era peligroso", dice un chofer del convoy.
Para el presidente de los camioneros en La Araucanía, José Villagrán, la escolta "es sólo una solución parche, porque no va a ser para siempre. Lo que necesitamos es que se restablezca el Estado de Derecho".
Finalmente, pasada la medianoche, la caravana y los vehículos policiales llegan a su punto de destino y giran en 180 grados para encabezar una nueva caravana de regreso. Y así todas las noches. En promedio, Carabineros hace unas seis vueltas por cada jornada. Los camiones y buses, en tanto, se descuelgan de su escolta y continúan su viaje. La ruta, en silencio.