Josh Trank, Phil Lord, Chris Miller y Colin Trevorrow son nombres que tienen una cosa en común: todos son directores que han sido despedidos de una película de Star Wars, o abandonado el proyecto por "mutuo acuerdo" con la productora Lucasfilm.
Trank no alcanzó ni a estar un año ligado a la dirección de uno de los spin-offs de la saga (sin nombre) en 2014 cuando la compañía anunció que dejaría el cargo, luego del fracaso que significó su remake de Los 4 Fantásticos. Lord y Miller, quizás el caso más polémico, fueron despedidos este año de la película de Han Solo cuando la cinta ya estaba completando su filmación (y reemplazados por Ron Howard). Y tan sólo la semana pasada, Lucasfilm anunció que Trevorrow no sería finalmente el director del Episodio IX, programado para 2019.
La compañía informó ayer que J.J. Abrams, quien ya dirigió el Episodio VII: El despertar de la Fuerza en 2015, volvería a cerrar la historia. "Con El despertar de la Fuerza, J.J. entregó todo lo que habíamos imaginado, y estoy muy emocionada que regrese a cerrar esta trilogía", declaró la presidenta de Lucasfilm, Kathleen Kennedy, mediante un comunicado.
El regreso de Abrams es una señal clara del estudio: se acabaron los experimentos. Cuando la compañía fue adquirida por Disney en 2012, anunciando de paso el renacer de Star Wars en la pantalla grande, se nombró inicialmente a seis directores (siete si se considera que Lord y Miller trabajan en dupla) para las distintas películas de la saga, de los cuales sólo tres lograron terminar en el cargo. La cifra disminuye en uno si se cuenta que Gareth Edwards, quien dirigió el spin-off Rogue One, fue reemplazado en sus funciones por el guionista Tony Gilroy cuando Lucasfilm ordenó que varias escenas fueran regrabadas.
Abrams es una opción segura: El despertar de la Fuerza obtuvo ingresos de más de US $ 2 mil millones de dólares en todo el mundo tras su estreno en 2015, y el cineasta se mantiene como productor ejecutivo de la secuela Los últimos Jedi, que se estrena en diciembre, dirigida por Rian Johnson.
Tras la salida de Trevorrow, tanto Abrams como Johnson -y George Lucas, el creador de la saga actualmente retirado-, eran los principales candidatos para hacerse cargo del cierre de la trilogía. Para empezar, son los dos únicos que en ningún momento se han visto (públicamente) enfrentados a Kennedy y su estudio.
Con el cambio de director vino también una nueva fecha: el Episodio IX llegará en diciembre de 2019, en vez de mayo como se anunció inicialmente.
Problemas en la fuerza
Con la excepción de Trank, que no alcanzó a entrar en proceso de pre-producción, los otros términos anticipados de las relaciones entre Lucasfilm y sus directores han tenido a Kathleen Kennedy al centro.
La mujer fuerte del estudio, quien sucedió a George Lucas en la presidencia de este durante la era Disney, ha sido apuntada como la principal responsable de los cambios en los equipos, mostrando poca paciencia para ideas que no encajen en su visión del universo de Star Wars.
Una personalidad que se vio en permanente conflicto con la de sus realizadores. Lord y Miller, caracterizados por películas de humor ácido como Comando especial y La gran aventura de Lego, vieron rechazada su propuesta de hacer una película más irreverente -fuentes dentro de la producción de Han Solo aseguraron que la cinta estaba quedando peligrosamente parecida a Ace Ventura-. Por su lado, Trevorrow no reaccionó de la mejor forma al ver sus ideas cuestionadas. "Es un tipo difícil. Tiene mucha confianza en sí mismo, por decirlo así", dijo una fuente anónima al portal Vulture, que aseguraba que el director de Jurassic World se había vuelto un ególatra desde el éxito de esa cinta, pero vio desaparecer su crédito cuando su último trabajo, The book of Henry, fue un fracaso de crítica y taquilla.
El regreso de Abrams -quien además escribirá el libreto del Episodio IX junto a Chris Terrio- si bien decepcionó a quienes esperaban una opción más innovadora, es un movimiento de consenso para un estudio que necesita dejar atrás los conflictos detrás de cámaras, y un nombre que ha demostrado aceptar que la palabra final siempre será de Kennedy.