El sexo evitó que mapuches y españoles se masacraran cuando los conquistadores llegaron a la Araucanía, sostiene en su libro "Pecar como Dios manda" el escritor nacional Jaime Collyer. "No entiendo mucho esa vocación del occidente cristiano de expurgar el sexo de la vida actual", señaló el novelista, para quién el sexo es "el color de la vida".
Según el autor los indios, originariamente polígamos, no entendían la obsesión de los españoles por tener a una sola mujer, aunque con el correr de los tiempos "comenzaron a entenderse".
Con una sonrisa picara, el escritor rememora que la monogamia de los españoles "era de puertas para afuera", porque aparte de la esposa, tenían cuatro o cinco indígenas como amantes, "un modo de vida que además les daba cierto estatus entre sus compañeros".
En esta obra, que abarca desde los orígenes hasta la independencia de Chile, Collyer se adentra en temas ignotos y por ello anuncia que continuará con una saga que describa los usos y costumbres en materia erótica de sus compatriotas.
"No es posible conocer la esencia de un pueblo si se ignora la historia de su sexualidad", asegura.
Psicólogo y sociólogo, la obra de Collyer ha sido reconocida por diversas universidades y galardonada con premios como el de Narraciones Eróticas de la revista "Playboy", en 1988.
El creador de "Gente al acecho" describe en su último libro la herencia europea que los conquistadores dejaron en tierras australes y el choque de dos civilizaciones que parecían entender la sexualidad de manera totalmente opuesta.
Antes de la llegada de los españoles un sinfín de pueblos originarios disfrutaba de "un sexo a su manera, sin mucho apego a las nociones recatadas traídas posteriormente por los europeos".
Así por ejemplo, la etnia rapa nui (originaria de Isla de Pascua) celebraba la creación del mundo con danzas que evocaban el acto sexual, mientras que los aymaras tenían una noción de la sexualidad asociada al paisaje, las montañas y la naturaleza.
La visión de la sexualidad que se impuso en Chile al cabo de los siglos estaba en sintonía con el Concilio de Trento, el cónclave convocado por la Iglesia católica a mediados del siglo XVI para frenar el protestantismo.
"Son los españoles de la segunda hornada los que imponen esta visión restrictiva, conservadora, fuera del camino del pecado", aseveró.
"Sin embargo, mi impresión al estudiar la historia es que esto era un zafarrancho. Aquí estuvo permanentemente el obispado, la Real Audiencia, la justicia de la época o incluso el rey de España poniendo orden", argumentó.
Debido a esta situación, los Borbones enviaron una comisión para investigar qué pasaba en Chile, porque la elite y el bajo pueblo estaban abocados al sexo a ultranza, sostiene el autor de "La bestia en casa".
"Yo tengo la impresión de que en Chile se vive más relajadamente y con más libertades en la vida íntima que lo que el discurso público sostiene. De puertas para afuera, el chileno mantiene una fachada. Es la idea de apagar la luz para que no le vean los vecinos", señaló el escritor.
"Pero lo que pasa cuando esa luz se apaga es muy fluido y muy desaforado en lo que al acto sexual se refiere", concluyó Collyer, que en su libro intenta adentrase en lo más íntimo de la historia chilena en este tema, que para algunos todavía es un tabú.