Jaime de Aguirre viene llegando de Estados Unidos, donde asistió a una de las ferias televisivas más importantes del año, los L.A. Screenings, pero estuvo obligatoriamente conectado desde el lunes a la polémica que tiene a Chilevisión como protagonista, luego del ofensivo chiste sobre los judíos de Elías Escobedo (el hombre tras el títere Murdock) en el programa Hazme reír, que derivó en la protesta de la Comunidad Judía en Chile y de varios rostros de TV, sumado a casi 300 denuncias al Consejo Nacional de Televisión, que mañana discutirá posibles sanciones al canal.

De Aguirre reconoce que el tema tiene un componente personal: su mamá es judía. "Llegó a Chile en 1939, en un barco con muchos exiliados. Producto de su origen, tiene primos que sufrieron el Holocausto y que murieron. O sea, estamos hablando de algo que me toca y que resulta sensible", dice.

Este viernes se despidió al humorista tras Murdock y al libretista Ariel Galindo, ¿por qué toman esa decisión inmediata?

Porque tienen una responsabilidad muy directa en lo que se emitió el lunes. Pero es un tema delicado, del que preferiría manejar en el ámbito interno. Lo importante es que estamos en mitad de esta suerte de sumario que iniciamos para investigar lo que pasó.

Algunos podrían decir que el hilo se cortó por lo más delgado. El programa Hazme reír tiene un editor y un director responsables de los contenidos.

No son las únicas medidas que estamos tomando. Pero acá el hilo no se está cortando por lo más delgado: un artista que sale al escenario tiene responsabilidad respecto de lo que hace y dice.

¿Cómo definiría esta polémica en la que ha estado CHV?

No sólo es lamentable, condenable y reprochable, sino que es bochornosa, porque este es un canal que se ha entregado en los últimos años a ser punta en temas de la diversidad -el caso Zamudio lo impulsamos acá-, porque no sólo toleramos la diversidad, sino que la celebramos, porque se construye un mejor país. Este es un percance muy brutal para nuestra política editorial y la filosofía de Time Warner, un puñal muy fuerte clavado en nuestra identidad.

En enero, el CNTV ya había multado al canal, precisamente por el títere Murdock con un chiste contra los judíos.

Eso lo hace doblemente grave.

¿Y por qué no se tomaron acciones concretas esa vez?

¿Y qué? ¿Lo matábamos al primer día?

En La Red, el mismo humorista dijo un chiste antijudíos y decidieron no invitarlo más al canal y ofrecer disculpas públicas. Era válido cuestionárselo.

Por supuesto que nos cuestionamos. Y hubo compromisos internos, pasó mucho tiempo y se fue poniendo más complejo y terminó en esto lamentable, de lo cual reconozco responsabilidad, porque probablemente debí intuir que podría llegar a pasar. Las disculpas están ofrecidas y estamos reestructurando y pensando que no va a volver a ocurrir. Pero soy partidario de la administración de libertades más que de restricciones, lo que lo hace doblemente difícil. Aquí lo que sucedió es un episodio que nos tiene muy avergonzados, pero creo que no nos inhabilita para seguir haciendo televisión, porque creo que hemos hecho una buena TV durante mucho tiempo, pero sí nos responsabiliza a apretar algunos controles dentro de este ámbito de libertad. El error que se cometió no es menor, aunque el chiste haya sido corto.

¿Es verdad que el segmento de Murdock se grabó cuatro días antes de que el programa saliera al aire?

No. Fue el mismo día, lo que se llama en diferecto, lo que lo hace un programa casi en directo.

Existe una versión de que un auspiciador del canal se habría quejado por el episodio e incluso amenazando con retirarse.

Eso no es cierto. No hemos tenido ningún reclamo y supongo que si alguna vez lo tuviéramos, se sabría separar entre contenidos editoriales y compromisos comerciales.

¿De qué manera se asegurará de que no vuelva a pasar una polémica similar?

La primera vez se tomaron compromisos, ahora vamos a ir un paso más allá y habrá que revisar. No van a ser medidas autocráticas, pensadas y creadas especialmente por mí, sino que tenemos gente que puede estructurar algo que no mate la creatividad. Estamos articulando medidas, pero no queremos dejar de hacer humor.

¿Tendrán a alguien que supervise los contenidos editoriales?

Está Guillermo Muñoz, que lo acabamos de contratar de TVN (para el puesto de editor de programas de producción), y estamos viendo cómo puede contribuir a eso.

El humor en CHV ha estado en tela de juicio desde que en el Festival de Viña 2011 hubo rutinas homofóbicas de Mauricio Flores y Oscar Gangas, que fueron multadas por el CNTV.

Efectivamente.

Contar chistes sobre minorías, gays o judíos, ¿estará vedado a partir de ahora en el canal?

No. Es que es un tema largo que hay que discutir profundamente: una cosa es el humor y otra el bullying, y esa es una diferencia que hay que hacer.

¿Pero quién define eso? Es muy subjetivo.

Es difícil, a veces casuístico, pero vamos a tener el doble de cuidado. Lo que puedo garantizar es que no vamos a crear un estado policial al interior del canal, sino que espero que logremos construir una cultura de que hay ciertas cosas que sí y otras que no.

Si el CNTV levanta cargos, ¿van a acatar o hacer los descargos permitidos por la entidad?

Vamos a ver qué cargos presentan y haremos nuestros descargos.

La imagen del canal quedó en entredicho, ¿cómo pretenden superarlo?

Evidentemente es un rasguño a la imagen del canal que procuraremos superar y tenemos que recuperar nuestra filosofía. Nadie está libre de errores, todos los canales los hemos cometido. El que lance la primera piedra, que tenga cuidado con su techo de vidrio.

Rostros de la competencia, como Tonka Tomicic y Julián Elfenbein, fueron muy críticos con CHV por lo que sucedió.

Bueno, acá es fácil hacer un picnic con el error ajeno. Pero no voy a opinar sobre lo que hacen otros canales. Sólo espero que les sirva a todos, porque cada uno tiene sus propias culpas con las que lidiar.