Tiene sólo 25 años, pero James Harden parece veterano. No tanto por su juego, sino que por su barba, señal distintiva del base de los Houston Rockets que encabeza a la escuadra, tercera en la conferencia del oeste de la NBA.

En el último juego de la franquicia texana, ayer lunes ante Indiana Pacers, Harden se destapó con 44 puntos (en el último partido ante el mismo equipo hizo 45) y siguió consolidándose como el motor de la escuadra que está cerca de clasificar a playoffs.

Con marca de 47-23, los Rockets necesitan dos victorias para clasificar y confían en lograrlo con el aporte de Harden, líder del equipo en puntos (27,2 por juego), asistencias (siete) y robos (1,9) y que está entre los tres mejores en rebotes, porcentaje de tiros de campo, de tiros libres y de triples.

Además Harden, medallista de oro en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y campeón del mundo en el reciente torneo jugado en España, es uno de los top 5 de la liga en minutos jugados, puntos, intentos y aciertos de triples y de tiros libres.

Sin el permanentemente lesionado Dwight Howard, el barbudo es la principal arma de los Rockets para conseguir el primer gran objetivo tras ratificar su pase a la postemporada: ganar una serie, algo que en los últimos 20 años ha hecho apenas cuatro veces, la última en 2009, con Dikembe Mutombo, Yao Ming y el argentino Luis Scola en sus filas.

Y eso quiere hacer también Harden, que dejó hace tres temporadas al Oklahoma City Thunder, aburrido de ser el que venía de la banca para apoyar el trabajo de Kevin Durant, Russell Westbrook y Serge Ibaka, entre otros. Llegó a una final de la NBA en 2012 y fue elegido el mejor sexto hombre de esa temporada, pero quiere una nueva definición, lograda con su esfuerzo y pagando así la apuesta que hizo el gerente general del equipo, Daryl Morey, al traerlo con un contrato de US$ 80 millones por cinco años y un salario anual de más de 15 millones, el segundo mejor pagado tras Howard.

Un eventual título (difícil, dado el duro nivel del Oeste, con los Golden State Warriors como favoritos) sería una forma de pagar esa idolatría que los fanáticos han creado en su figura. No sólo por su vistoso juego, de movimientos rápidos y firmes. Su vello facial hace furor entre los aficionados que acuden al Toyota Center con barbas falsas.

Y no sólo en ellos. La barba ha sido la inspiración para el dibujante croata Filip Peraic, que tiene un portafolio digital con perfiles de Harden armados con pelos y flores, dibujados como una isla e imaginados como si su barba fueran músculos, por ejemplo.

Harden, que se dejó esa frondosa barba hace unos seis años porque era flojo para afeitarse y que agradece por todo a Dios como buen cristiano, ansía llevar a sus Rockets a una final y lograr un título como lo hizo Charles Barkley, Hakeem Olajuwon y otros. Se ve difícil, pero James confía.