El gobierno de Japón dio hoy luz verde a la deportación de 14 activistas chinos acusados de entrar de manera ilegal en el país tras desembarcar el miércoles en las disputadas islas Senkaku (Diaoyu), lo que provocó la queja de China y elevó la tensión diplomática entre ambos países.

El ministro portavoz nipón, Osamu Fujimura, dijo hoy que el gobierno ha aprobado la deportación de los activistas, retenidos en dependencias policiales de Naha (isla de Okinawa, suroeste del país), desde donde se prevé que sean trasladados de nuevo a China.

El grupo, varios de cuyos miembros pertenecen al autoproclamado Comité de Acción para la Defensa de las Islas Diaoyu, partió del puerto de Hong Kong el pasado domingo en un pesquero con destino a las islas, administradas por Japón.

Los activistas fueron arrestados por la Guardia Costera nipona y la policía de Okinawa, provincia que administra las islas, acusados de violar la ley japonesa de inmigración, después de que varios de ellos desembarcaran el miércoles en Uotsuri, la mayor isla del pequeño archipiélago de islas Senkaku.

Su detención provocó que el Ministerio de Exteriores chino expresara su "grave preocupación" por unas detenciones que tachó de "ilegales", al tiempo que exigió la liberación inmediata e incondicional de sus ciudadanos.

El simbólico desembarco, destinado a reclamar la soberanía china del pequeño archipiélago, se llevó a cabo el día en que se cumplía el 67 aniversario de la rendición nipona en la II Guerra Mundial, que dejó abiertas disputas territoriales como ésta de las Senkaku.

La última vez que Japón arrestó a activistas chinos por poner pie en esas islas fue en 2004, y en aquella ocasión los siete detenidos también fueron deportados para no ocasionar daños en la relación bilateral con China.

El conflicto territorial en torno a estas islas es un constante foco de tensión en las relaciones entre China y Japón, que en 2010 atravesaron una seria crisis por la detención del capitán de un pesquero chino que faenaba en esa zona e hizo chocar su buque contra una patrullera japonesa.

El capitán fue liberado quince días después, pero solo después de que Pekín suspendiera temporalmente sus relaciones de alto nivel con Tokio.

La detención de los activistas ha provocado en los últimos días protestas contra Japón en varias ciudades chinas, como Shanghái o Beinzhou (este), además de ante la embajada nipona en Pekín.