A dos meses de comenzar con su decimoquinta temporada de caza de ballenas, bajo la etiqueta de investigación científica letal, la flota ballenera japonesa ha capturado unos 50 cetáceos, según cálculos de la asociación ecologista Sea Shepherd. Se trata de la cifra más baja en la historia de la caza ballenera nipona y se estima que la baja se debe principalmente a sus acciones de sabotaje.
El número dista mucho de la cuota autoimpuesta para este año por Japón (935 ballenas) y se suma a la baja de la temporada anterior, donde capturaron 266 ballenas minke, un tercio de lo pretendido.
El grupo activista los ha hostigado desde su salida de Japón al mar Antártico.
Sin embargo, pese a ello, Japón volvió a reivindicar su caza. En declaraciones a la agencia AFP, el ministro de Agricultura, Silvicultura y Pesca de ese país, Yoshimasa Hayashi, aseguró que la práctica es una tradición cultural del país y que por lo mismo no la detendrán jamás. "No creo que haya ningún tipo de fin de la caza de ballenas por parte de Japón", sostuvo. El funcionario agregó que "hay una larga tradición histórica sobre su caza. Japón es una isla rodeada de mar, por lo que tomar un poco de proteínas del océano es muy importante para su seguridad alimentaria".
Sus declaraciones desataron una ola de críticas. Su par de Medio Ambiente australiano, Tony Burke, dijo que Hayashi "prácticamente admitió que las razones de la caza no tienen nada que ver con la ciencia". Ello, porque Japón sostiene que la caza que realizan es necesaria para estudiar a los cetáceos, aunque la misma Comisión Ballenera Internacional lo ha desmentido, aclarando que es posible investigar sin causar la muerte de los animales.
Las declaraciones del ministro confirman las acusaciones de organizaciones ecologistas, que indican que la carne de ballena termina en los supermercados.
Enfrentamientos
Durante las últimas semanas ambas flotas se han acusado mutuamente de ataques, sobre todo luego de que los activistas trataran de impedir que el Nisshin Maru, el principal ballenero, pudiera ser abastecido de combustible. "Intentamos bloquear el abastecimiento por dos motivos: el primero, porque el Tratado Antártico prohíbe el reabastecimiento de combustible bajo los 60° de latitud sur, por el riesgo de desastre ecológico y, porque si se reabastecen de combustible, la temporada de caza para ellos se extiende y más tiempo van a estar aquí intentando masacrar ballenas", dijo a La Tercera Marco García León, desde el Bob Barker, uno de los barcos de la organización. García León es el único chileno en el sitio y el director de Sea Shepherd Chile.
De acuerdo a García, el barco ha soportado seis embestidas del ballenero japonés.