El gobierno japonés informó que revisará su plan de caza "científica" de ballenas en la Antártida, en respuesta al veredicto de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), con el objetivo de entregarle un cariz más científico compatible con las reglas internacionales, indicaron hoy viernes medios de comunicación japoneses.
Según la televisión pública NHK y la agencia de prensa Kyodo, el gobierno japonés busca modificar su programa de pesca científico, reduciendo las capturas.
"Realizaremos estudios en colaboración con los ministerios concernidos para presentar un nuevo programa de investigación este otoño ante la Comisión Ballenera Internacional", explicó el ministro de Pesca, Yoshimasa Hayashi.
El ministro informó también que Japón cancelaría la segunda fase de investigación en la Antártida, el plan Jarpa II, conforme a la decisión judicial y a la espera de elaborar otro.
Sin embargo, más allá de que la expedición de la Antártida ha sido anulada, Japón continuará con la caza "científica" de ballenas en otras partes, como en el océano Pacífico, donde llevará a cabo a partir del 26 de abril la segunda fase de capturas pero reduciendo su número.
"Tras el veredicto, nuestro país mantendrá la política de caza de ballenas para investigación, en base al derecho internacional y a criterios científicos con el objetivo de recoger los datos científicos necesarios para una reglamentación de los recursos balleneros y con la finalidad de reanudar la caza comercial", explicó Hayashi.
"Este anuncio es una decepción enorme y va en contra de la decisión de la Corte Internacional de Justicia del mes pasado", declaró, por su parte, Junichi Sato, de Greenpeace Japón.
A principios de abril, Japón anunció que renunciaría a su próxima campaña de caza de ballenas en la Antártida por primera vez en 27 años, después de que la Corte Internacional de Justicia le ordenara poner fin a esta práctica al considerar que el programa científico escondía actividades comerciales.
Los barcos balleneros debían zarpar el 22 de abril con rumbo al Pacífico, pero Japón decidió retrasar su marcha al 26 de abril, un día después de la visita del presidente estadounidense, Barack Obama, a Japón para evitar un choque diplomático.