Esfuerzos extremos están llevando a cabo los equipos de emergencia de la central nuclear de Fukushima, para lograr enfriar la piscina de combustible atómicos del reactor 3 de la planta.
En las últtimas horas helicópteros militares vertieron toneladas de agua sobre la planta, pero sin lograr rebajar los niveles de radiación de la zona. Luego se intentó con camiones, con ductos acoplados que lanzaron chorros de agua.
La radiación sigue siendo alta, hoy alcanzaba los 3.000 microsievert por hora, frente a los 1.000 microsievert al año que se consideran seguros para la salud humana.
Las autoridades niponas, sin embargo, asegura que no hay planes de ampliar el área de evacuación más allá del radio establecido de 20 kilómetros de la planta de Fukushima.
Además, los responsables de TEPCO, la operadora de la planta, trabajan a contrarreloj para devolver la electricidad a la central y reactivar así, al menos parcialmente, su sistema de refrigeración, dañado por el terremoto y posterior tsunami.
Las piscinas sirven para guardar el combustible ya utilizado sumergido en agua a fin de evitar su sobrecalentamiento. Si el nivel del agua baja, la subida de temperatura puede llegar a provocar el fuego y, por tanto, nubes de material radiactivo.