Los fans fueron más allá de su aprecio e intentaron darle un recibimiento casi sobrehumano. "¡Jesús!, ¡Jesús!, ¡Jesús!", fue lo primero que gritó la cincuentena de  seguidores que esperaban, en el aeropuerto de Pudahuel, el arribo de Jared Leto, el cantante y actor que, aunque lejos de una estatura divina -pero parecido a la figura central del Cristianismo-, aterriza en un instante de gloria pura, casi un bienaventurado de la industria del espectáculo internacional. Luego de ganar este año el Oscar  a Mejor actor de reparto, por su rol en El club de los desahuciados (Dallas buyers club) y de consagrar el éxito planetario de su banda, 30 Seconds to Mars, el estadounidense se presentará con su conjunto esta noche en el Movistar Arena, en su segunda escala santiaguina, luego de su paso por la primera edición de Lollapalooza, en 2011.

Para esta vez, el cantante llegó a la capital cerca de las 18.00, en un vuelo comercial con origen en Buenos Aires, la última parada de su periplo continental. Tras alzar la mano y saludar a su feligresía adolescente -vestido con poncho, lentes de sol y su pelo largo al viento- se dirigió de inmediato a una van que lo esperaba en la salida VIP de la terminal aérea. Luego, junto a sus compañeros de grupo, enfiló de inmediato hacia el hotel que los alojará en su estadía en Santiago.

A partir de ahí, ya cerca de las 19 horas y casi de inmediato, comenzó su intensa agenda local: luego de pasar por el recinto y descansar por unos minutos, Leto partió al Cine Arte Alameda,  para hablar ante un grupo de fans de la exhibición de Artifact, el documental de 2012 que él mismo dirigió y que trata sobre la grabación de This is war (2009), uno de los discos más exitosos de su agrupación. Pero tener en frente al actor era asunto de privilegiados. La entrada al evento costaba US$ 250 e incluía una copia autografiada del DVD, una foto con el artista y la posibilidad de conversar con él luego de la cinta.

De hecho, la exhibición del registro empezó a las 19.30 horas y con cerca de 100 personas ubicadas en las butacas del cine. Todo en un ambiente muy tranquilo, con escasísimas muestras de nervio y ansiedad en torno al cara a cara que vendría después, con la aparición del músico.

Discurso con poncho

Por su parte, la organización estableció reglas claras: no realizar preguntas triviales ni en torno a su vida personal; no acercarse a pedir fotografías o autógrafos, y comportarse de la mejor manera posible en una instancia poco habitual en el historial de los megaeventos locales.

En lo general, Artifact aborda un capítulo puntual de la historia de la banda, pero no desde una perspectiva biográfica: trata de cómo debieron enfrentar al sello EMI, que los demandó por US$ 30 millones, cuando grabaron This is... . Con ese eje, el proyecto también intenta  aludir a la caída de los sellos y la debacle sin retorno de los antiguos modelos de la industria del disco.

Pero tras el fin del filme, a las 21.35 horas, la teorización quedó en manos del realizador y protagonista, quien vestía el mismo poncho con el que horas antes se asomó por el aeropuerto. "Es una alegría compartir la película con la gente. Es como un concierto, cuando escuchas música es muy distinto a cuando tienes una audiencia para reaccionar frente a ésta", partió comentando el vocalista.

Luego, intentando explicar el argumento y la trama que presenta el documental, siguió: "Trabajamos en esta cinta durante cuatro años. Y es un proyecto sobre sueños, sobre posibilidades y cómo la corrupción también puede destruir todos esos sueños. Pero, de otro modo, cómo la perseverancia puede salvarlos. Cuando empezamos a grabar This is war, no sabíamos que iba a cambiar tanto para nosotros. Aprendimos mucho de nosotros mismos, del negocio y de la creatividad de hacer un gran álbum".

La elocuencia y el estilo relajado del músico -quien hablaba sentado desde un piso- no son gratuitos. En el mismo discurso que ofreció cuando este año ganó un Oscar agradeció a su madre y a su hermano y les dedicó el premio a todos los habitantes de países en conflicto, mencionando a Ucrania y Venezuela, lo que generó un gran remezón en sus fans y en las audiencias que no estaban familiarizadas con su figura.

"Las disqueras han hecho su dinero en base a engaños y en base al control sobre el trabajo de los artistas", soltó en el Cine Arte Alameda, aún más categórico y crítico, aunque luego reconoció que los sellos sirven para tener difusión y popularidad. "Pero, la verdad, si es que no te interesa sonar en la radio, un sello no es tan importante. Algunos tipos van a inventar nuevas plataformas para ayudar a los artistas", remató después.

Luego, desenfundó su teoría final: "Los que roban por Internet hacen que los precios sean más caros. Cuando compras una polera falsa de un grupo luego de un show, te haces más daño a ti que a la banda. El costo de venir a Chile es de US$50 mil y, si quitas alguna parte de las ganancias al grupo, se hace más caro venir. Entonces, dejamos de ir a esos lugares porque es muy caro. Y todo comenzó con una polera falsa".

Según la productora DG Medios, el show de hoy ya vendió cerca de 7 mil entradas y el escenario estará situado en tres cuartas partes del reducto de Parque O'Higgins. Las entradas se pueden adquirir a través de los locales de venta Puntoticket.