En Las metamorfosis, de Ovidio, el adivino Tiresias les dice a los padres de Narciso que el niño llegará a viejo "si no se conoce". Esa frase, pero en latín, sirve de epígrafe a El impostor, el más reciente libro de Javier Cercas (1962), en el que sigue la historia de Enric Marco, un "narcisista de manual", quien se inventó una vida de sobreviviente de los campos de concentración alemanes. Sólo en 2005 se desveló su impostura.
Al parecer, el consejo de Tiresias sirve porque Marco es un hombre casi centenario. Cercas reconstruye la vida del falsario en sus reinvenciones sucesivas: activo combatiente en la Guerra Civil, exiliado, cautivo en un campo alemán nazi (fue trabajador voluntario y estuvo preso como delincuente común), militante antifranquista. Nada de eso fue. Pero su invención le ayudó a ser: importante dirigente sindical; luego, directivo de una organización de asociaciones de padres; portavoz y presidente de una asociación de españoles víctimas de la deportación a campos de concentración del Tercer Reich. Esta última labor la realizó con particular dedicación y elocuencia, no exenta de toques dramáticos (como el cuento de la partida de ajedrez que le gana a un carcelero nazi, arriesgando su vida).
El libro de Cercas se desenvuelve en tres planos: la historia que el falso superviviente contó de sí mismo; su biografía real desde su nacimiento (en un manicomio en el que su madre permanecería) hasta su vejez, y el trabajo del propio autor (sugerido por Vargas Llosa) en sus pesquisas documentales y entrevistas con Marco.
¿Se puede llegar a viejo sin conocerse uno mismo?
Tiresias sólo se lo aconseja a Narciso, según Ovidio, porque sabe que Narciso se detesta a sí mismo y que, si se reconociese como quien es de verdad, se moriría. Para quienes procuramos no ser narcisistas, o al menos no tanto como Narciso, lo mejor sigue siendo el "conócete a ti mismo" que estaba escrito en el templo de Apolo, en Delfos.
¿Tiene usted muchos amigos?
Algunos. Los mejores los hice antes de los 10 años, y algunos los conservo todavía.
¿Se cuenta entre ellos Vargas Llosa?
Por supuesto que no; él ha escrito que sí, pero no es verdad: Vargas Llosa ha sido para mí un ídolo, un héroe, un modelo en el que mirarme y con el que pelearme, quizá el principal culpable de que yo sea un escritor profesional y algunas cosas más. Es verdad que he tenido la suerte de estar algunas veces con él. Pero eso es todo. No puedo considerarme su amigo: él es un gigante, y yo soy un enano.
¿Es posible que de no haber sobreactuado Marco nunca hubiese sido descubierto?
Es posible, pero no probable: Benito Bermejo, el historiador que lo desenmascaró, le tuvo en seguida en su punto de mira, y Bermejo ha demostrado ser un pistolero infalible.
¿Es posible que si él hubiese optado por una "identidad falsa" menos sensible hubiera quedado simplemente como un pillo?
Es posible; es posible incluso que nadie le hubiese desenmascarado: al fin y al cabo, el mundo está lleno de pequeños impostores. Pero Marco no se conformaba con eso: él es un personaje descomunal, que lo quiere todo a lo grande. Vargas Llosa, precisamente, lo ha llamado el mayor impostor de la historia; estoy de acuerdo con él.
¿Es él culpable, como dice Ud., de estar con la mayoría"?
Por supuesto que no: nadie es culpable de no tener madera de héroe; y hay que tener madera de héroe para no estar con la mayoría, sobre todo cuando las cosas se ponen difíciles. Nadie es culpable de no haber tenido el coraje de jugarse la vida contra Franco. O contra Pinochet.
¿Es él culpable de ser muy melodramático?
Por supuesto que sí: el melodramatismo es un crimen (igual que el sentimentalismo), porque es la prostitución del drama (igual que el sentimentalismo es la prostitución del sentimiento).
Habla Ud. de un psicoanalista cuyo acento le hace pensar que podría ser chileno o mexicano. ¿No teme que haya sido el fantasma de Bolaño?
No. Primero, porque Bolaño había perdido el acento chileno y, que yo sepa, no tuvo nunca el mexicano. Y, segundo, porque si hubiera sido el fantasma de Bolaño yo no hubiese llegado a la estúpida conclusión de que la culpa de todos mis males la tenía mi madre, sino a la conclusión razonabilísima de que la culpa de todo la tenía yo.
¿Ha sido dañina la obsesión por la "memoria histórica"?
Si se refiere a mi país, ha sido dañino el mal uso que algunos -Marco, sin ir más lejos- han hecho de ese eufemismo, lo que ha contribuido a que todavía no se haya hecho del todo justicia con las víctimas del franquismo y a que no hayamos asumido del todo nuestro pasado más negro. Por lo demás, esto no sólo vale para España.
Pero cree que con la crisis España ya no se ocupa del pasado sino del presente...
No es una opinión: es un hecho. El pasado ya no interesa, parece un lujo que no nos podemos permitir, ya no es negocio para los medios ni para nadie, ya no está de moda. Como si el presente y el pasado -sobre todo el pasado del que todavía conservamos memoria y testigos- fuesen cosas distintas, como si ese pasado ya hubiese pasado, como si no formara parte del presente.
¿Es Ud. una persona sincera?
Me pone en un aprieto: la virtud es secreta o no es, así que estaría muy mal que le contestara que sí; pero, si le contestara que no, le mentiría.
¿Dónde mandaría a los mentirosos: al Paraíso, al Infierno o al Purgatorio?
Depende del mentiroso. Al que miente para que no maten a un amigo -para poner un ejemplo de Kant-, le mandaría al Paraíso; por cierto que Kant le hubiera mandado al Infierno.