Mientras uno sube, el otro baja. El gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, considerado hasta hace unos meses como una de las cartas republicanas seguras para sumarse a la contienda presidencial de 2016, ha visto nubladas sus aspiraciones políticas por un escándalo, algo que ha coincidido con la sostenida alza que está registrando el nombre del ex gobernador de Florida (1999-2007), Jeb Bush, para que compita por suceder a Barack Obama en la Casa Blanca. Y la más reciente señal de la inclinación en la balanza del "partido del elefante" es el camino que parecen estar tomando los donantes republicanos.

Según el diario The New York Times, dos docenas de donantes y recaudadores de fondos republicanos que habían considerado jugársela por Christie, ahora lo dudan. Incluso, muchos de ellos tenían vínculos personales y geográficos con el gobernador de Nueva Jersey. Lawrence E. Bathgate II, un ex jefe financiero del Comité Nacional Republicano y uno de los mayores donantes de Nueva Jersey, dijo al Times que temía tener que elegir entre Bush y Christie, ya que esa sería una "decisión cargada".

El gobernador Christie surgió como una fuerte opción para suceder a Obama en 2017 por su rápida acción ante el desastre que dejó el huracán Sandy, en octubre de 2012, pocas semanas antes de la derrota del candidato de su partido, Mitt Romney, en las elecciones presidenciales. Pero su buena estrella pareció comenzar a apagarse en enero, por la divulgación de una serie de correos y mensajes telefónicos donde se concluía que asesores cercanos al gobernador estaban implicados en la decisión, en septiembre del año pasado, de ordenar el cierre de varias pistas del puente George Washington, el más transitado del mundo, que une el estado de Nueva Jersey con la isla de Manhattan. La decisión de cerrar parcialmente el puente, que provocó una enorme congestión, habría sido en venganza contra el alcalde de la localidad de Fort Lee, la ciudad en donde desemboca el puente procedente de Manhattan, por no apoyar la campaña de reelección de Christie.

Fue así como en las filas republicanas surgió con nueva fuerza la opción de Jeb Bush. El diario The Washington Post publicó a fines de marzo un artículo donde ya afirmaba que connotadas e influyentes figuras del Partido Republicano habían comenzado una campaña subterránea para impulsar la carrera de Bush. La apuesta tomó vuelo cuando asesores del ex gobernador dijeron que su jefe no estaba explorando activamente la posibilidad de presentarse y que no tomaría una decisión sino hasta finales de año. Es decir, que sí la estaba considerando y que era una ruta abierta.

Lo cierto es que Jeb Bush, hijo y hermano de los ex presidentes George H. Bush (1989-1993) y George W. Bush (2001-2009), ha tenido una presencia muy activa en la vida política en las últimas semanas, con discursos y participación en actos a favor de candidatos republicanos, de cara a los comicios legislativos de medio término de noviembre. Y hace pocos días fue centro de atención durante los festejos por los 25 años de la llegada de su padre a la Casa Blanca.

Ahí fue consultado sobre el tema de la inmigración ilegal, y su respuesta no sólo provocó escozor entre los republicanos más conservadores, sino que mostró por qué Jeb Bush podría ser un candidato apropiado para enfrentar los cambios demográficos del país, que en teoría podrían favorecer a los demócratas. Dijo que lejos de ser un crimen, la inmigración ilegal "es un acto de amor, un acto de compromiso con su familia. Cruzan la frontera porque no tienen otra forma de trabajar. (...) Sí, violan la ley, pero no es un delito grave". Jeb Bush, quien nació en 1953, está casado con una mexicana, habla perfectamente el español y es considerado por muchos analistas como un republicano más moderado y con mejores habilidades políticas que su hermano George. Incluso, era el favorito de su padre para participar en una contienda presidencial, pero su hermano se le adelantó.