Primero fue Carlos Leppe. Luego, Eugenio Dittborn. A casi dos meses de su inauguración, la Trienal de Chile vive uno de sus momentos más complicados, con la renuncia de dos de sus grandes nombres. Leppe, el primero, se bajó de dos muestras debido al conflicto que tuvo con el curador argentino Roberto Amigo, a cargo de la exposición Territorio de Estado. El transandino le había pedido que participara con una antigua obra de 1984, Proyecto de demolición de la cordillera de los Andes, pero Leppe sugirió exhibir una nueva versión, que incluía introducir una roca gigante al Museo de Bellas Artes. Según el artista relató a La Tercera, en un inicio la idea fue aceptada, pero hace unas semanas se enteró de que la obra iba a ser rechazada por su factibilidad técnica. "Qué le ocurrió a Amigo, entre el momento en que aplaudió mi obra y el momento en que desestimó la obra porque la encontró decorativa?", dijo, hace unos días, Leppe.

Ayer, Amigo respondió en forma oficial a sus alegatos. En una carta dada a conocer por el mismo curador, afirma que "Leppe tiene razón en un punto: me interesa una obra suya histórica. Proyecto de demolición de la cordillera de los Andes. Luego añade: "Tiene razón en otro punto: no me interesa como obra re-hecha".

El curador indica que la "contrapropuesta" de Leppe nunca fue planteada en forma oficial. Más bien, fueron "esbozadas apenas por mail o en una conversación, no se desarrollaron ni en bocetos, presupuestos de costos, medidas, etc.". Esa es la razón, dice, por la que el Museo de Bellas Artes no dio hasta ahora su respuesta técnica. "Simplemente, nunca hubo una propuesta formulada por el artista".

En la carta de renuncia que Leppe escribió a Ticio Escobar, curador principal de la Trienal, lamentó que "la percepción generalizada en el mundo del arte es que la Trienal ha sido desmantelada y reformateada en las oficinas fiscales". Además, calificó de "censura encubierta" las restricciones de financiamiento que sufrían las muestras. Pero Amigo insiste en que este tipo de situaciones (y las decisiones que se toman para solucionarlas) son normales. "No es censura el derecho de un curador de elegir la obra que le interesa. Leppe, como artista, tiene el derecho de no querer exhibirla en el contexto que propongo", explica. "Hay cuestiones más importantes que atender por el Estado que deseos exorbitantes de artistas y curadores". E insiste: "Me interesa su obra histórica (...) y no el refinamiento decorativo de su obra actual".

El proyecto final de Leppe (quien ayer no pudo ser contactado por La Tercera), añade Amigo, lo está conociendo ahora. "Leppe no se ha bajado con su carta, sino que se ha subido. 'La carta a Ticio Escobar' es la obra de Leppe en la Trienal", escribe. Para él, Leppe es sólo otro más en la "dinámica" de ataques liderados por el curador Justo Pastor Mellado (ex integrante del equipo de la Trienal). "Es sólo deseo de ubicuidad", sostiene.