Los jihadistas del Estado Islámico en Irak  y Siria (ISIS) habrían ejecutado a 1.700 miembros de las fuerzas iraquíes capturados, según fotos publicadas en internet cuya autenticidad no ha podido comprobarse.

Los insurgentes dicen haber tomado las fotos, publicadas en Twitter, en la provincia de Saladino, al norte de Bagdad, en las que aparecen decenas de cadáveres.

En una de las imágenes, unos hombres vestidos de civiles avanzan inclinados ante la mirada de los insurgentes, armados de fusiles. Luego aparecen subiendo a unos camiones, uno de ellos arrebatado a las fuerzas de seguridad.

En una tercera fotografía se ve a unos hombres tumbados en una fosa de poca profundidad, mientras los insurgentes apuntan a ellos con los fusiles  levantados. Al fondo de la fila, uno de los prisioneros, vestido con una  camiseta amarilla, parece estar pidiendo clemencia.

En otra foto, un insurgente apunta su kalashnikov sobre la fosa en la que  se encuentran dos filas de hombres maniatados. En el suelo pueden verse charcos  de sangre, y una nube de polvo, que aparentemente se debe a los disparos.

Las fotos fueron tomadas en tres sitios diferentes, tal vez cuatro.

El sábado ya se encontraron los cuerpos calcinados de 12 policías en la  ciudad de Ishaqi, al norte de Bagdad.

Del martes al jueves, los yihadistas, fogueados en la guerra civil siria, tomaron la segunda mayor ciudad de Irak, Mosul, su provincia (Nínive, norte),  Tikrit y otras regiones de la provincia de Saladino, amén de otros sectores en  las provincias de Diyala (este) y Kirkuk (norte).

Las fuerzas de seguridad, que se retiraron en desbandada ante el empuje de  los extremistas, parecen no obstante estar recuperándose, y el sábado tomaron  las localidades de Ishaqi y Muatasam, en la provincia de Saladino, cerca de  Bagdad.

Tal como indica el diario español El País, si se confirma, la matanza anunciada por el ISIS sería la mayor cometida en los últimos años en Siria e Irak, superior incluso a la perpetrada con armas químicas por el régimen de Bachar el Asad en agosto pasado en un suburbio de Damasco, que dejó 1.400 muertos.

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