Luis Antonio Jiménez está feliz. Se escucha feliz. Con 32 años, pasó gran parte del 2016 adaptándose a otro cambio de entorno, desde los Emiratos Árabes Unidos a Qatar, y también a la llegada de Luis Jesús, quien hace ocho meses se convirtió en el quinto integrante de la familia que conforman, además, María José López y las trillizas Rebeca, Isidora y Rafaela.
Lejos está el recuerdo del adolescente que partió a Italia con todas las dudas que implica un cambio tan radical a los 16 años, lejos de la familia, en un medio desconocido y sin conocer el idioma. Hoy, con media vida hecha en el exterior, revive esos pasos iniciales. "Salí a los 15 de Chile, porque un empresario compró mi pase a Palestino y me preguntó adónde quería ir. Yo le respondí que a Italia, porque en ese momento todos queríamos ir para allá. 'Te conseguiré una prueba', me comentó... Al poco tiempo llegué a Milán y él me explicó que iba a una pequeña ciudad cerca de Roma, a Terni, y que el equipo se llamaba Ternana", rememora.
Estuvo un mes antes de volver a Santiago y despertó el interés del Parma. "Era impresionante... estaban Cannavaro, Almeyda, Taffarel, con Arrigo Sacchi como director deportivo. También estaba Cesare Prandelli", especifica. "Llegué a Santiago con dos contratos y el mejor era, contra lo que pudiera pensarse, el que me ofrecía la Ternana, porque el Parma quería ficharme como juvenil. En Terni me daban un buen sueldo, casa, auto y pasajes para mi familia".
Ahí comenzó un duro aprendizaje. "Yo era chico y venía con la idea sudamericana del 10 clásico, que se dedica a armar juego, a poner un toque de talento, pero que corre poco o no tiene responsabilidades tácticas", puntualiza.
El balance de esa etapa, no obstante, fue óptimo: "Perdí un poco la fantasía que el 10 sudamericano tiene, pero gané mucho más en táctica y en esfuerzo. Ese equilibrio me gusta mucho; fue una muy buena solución haber terminado mi formación juvenil en Italia".
También está el crecimiento personal, con un manejo impecable del italiano, sin acento. "En Italia cada ciudad o región tiene un acento característico o un dialecto. Y yo aprendí a hablar de manera muy formal y por eso no tengo acento... Fue entretenido todo ese proceso".
En todos estos años, ha acumulado un bagaje impagable, explica. No sólo ha sido cuestión de dinero, que bastante ha ganado, sino que también de experiencias personales y familiares que lo han enriquecido.
Su periplo profesional ha sido extenso en número de años y clubes (10). Si bien ha desarrollado gran parte de su carrera en Italia, también registra un paso por Inglaterra, cuando defendió al West Ham United en 2010. "Fue sólo un semestre, pero me gustó muchísimo Londres, una ciudad magnífica, a la que volvería feliz", sostiene.
Su partida al Medio Oriente, especificamente a la zona del Golfo Pérsico, se produjo de modo casi obligado. "Fue una apuesta, pero forzada, porque tuve que salir de Italia debido a los problemas con mi club. No me arrepiento de la solución... Se me dio la posibilidad de ir a Dubái y la aproveché; desde el punto de vista financiero obviamente era conveniente, pero además estar en Dubái es como vivir en cualquier ciudad de Europa, muy occidental... nada que ver, por ejemplo, con estar en Arabia Saudita, donde hay muchas restricciones, sobre todo para las mujeres". Así, narra que su mujer, María José, podía ir de compras a todos lados, conducir un automóvil... en definitiva, una vida absolutamente normal.
Hoy está en Doha, capital de Qatar, defendiendo al Al Arabi. Sólo 400 kilómetros por aire separan a la ciudad de Dubái, distancia que se cubre en vuelos de 30 minutos. "Y es casi lo mismo en términos de modo de vida. la única diferencia es que acá son más estrictos respecto de los viernes, cuando está casi todo el comercio cerrado y hay muchos menos actividad... Lo otro es que acá es un poco más frío en esta época del año (16° a las 21.00 y máxima de 25°); pero igual es raro, porque nos hemos acostumbrado tanto al calor, que cuando viene familia de Chile andan todos en polera y pantalón corto, y nosotros con buzo".
Igualmente fue complicado el cambio desde Italia a los EAU. "Uno sentía que estaba en un futbol que podría considerarse amateur y al que le faltaba mucho. De repente había compañeros que faltaban dos semanas sin razón y nadie decía nada... Había que profesionalizar la actividad y de a poco lo están logrando. Ahora que estoy en Qatar vivo el proceso nuevamente, porque ellos también están creciendo, formándose como liga competitiva. Y como viene el Mundial, la inversión que están haciendo es increíblemente grande", medita.
Jiménez siente, eso sí, que algo importante faltó en su carrera, pues apenas jugó un par de partidos por Palestino cuando tuvo que comenzar a usar intensivamente su pasaporte. "Es lo que me falta, jugar en Chile o en Sudamérica. Y la verdad es que he estado más cerca de ir a Argentina o Brasil que a mi país, pero nunca llegó a concretarse nada, porque siempre preguntan '¿cuál es tu situación?' y luego chocan con lo que pide mi club acá; yo, incluso, he estado dispuesto a hacer un sacrificio económico importante. ¿Colo Colo? Siempre hay especulaciones y hubo conversaciones, pero nunca pasó del sondeo".
La Selección es otro capítulo que sabe cerrado, porque apostó por jugar durante todos estos años en un medio de exigencia menor. "Es difícil, porque desde 2011 no voy a la Selección. Sabía que al venir para acá la consideración es mucho más difícil, ya que el nivel de la liga es mucho más bajo que en cualquier otro lado", admite, con crudeza.
Desde lejos, no obstante, se emociona. "Soy un hincha más y siempre feliz por los logros de la Selección. Ha dejado el nombre de Chile en lo más alto. Ha sido un gran trabajo de todos los chicos y de toda la gente que los rodea. Hoy ya no sólo se habla de Argentina o Brasil, se habla de Chile".