Se acabó la convalecencia. El proceso de acomodo, la recuperación, la terapia de ponerse en forma. "Se podría decir que ya he salido del hospital y que ahora estoy más asentado, curado de los miedos, bastante mejor para el desagrado de muchos", bromea Joaquín Sabina (60), al teléfono desde Madrid, y a poco de sacar un nuevo disco llamado Vinagre y rosas, que está siendo adelantado en radios a través del sencillo Tiramisú de limón.
Si es cierto eso de que Alivio de luto (2005), su último título oficial, fue el testimonio de la convalecencia, entonces esto que se oye por estos días es pura celebración. El canto de uno que canta por oficio y que demuestra que no tiene que ganarle a nadie, ni siquiera a él mismo. "No me declararía satisfecho con el resultado, no ocuparía esa palabra", dice sobre el álbum que aparece el 17 de noviembre.
"Pero sí me atrevería a decir que estas canciones no me avergüenzan nada, que siento que estos cuatro años de espera han valido la pena. Lo que pasa es que soy ferozmente autocrítico y si siento que las canciones no están a la altura de lo que yo mismo me pido, pues prefiero que se queden guardadas".
Son 13 las melodías que pasaron aquel filtro autoral y que juntas hablan de amor. Cortesía, en parte, de la reciente sociedad de Sabina con el poeta madrileño Benjamín Prado, con quien compartió letras y un viaje a Praga.
"Hicimos ese viaje porque él estaba saliendo de un desamor y aproveché de verlo tan desvalido para robarle la inspiración", cuenta. Y añade: "Creo que por eso me ha salido un disco de desamor, que por cierto siempre son las canciones de amor más tristes. Pero también me he preocupado de abrir las ventanas y dejar que entre un poco de aire. De otras músicas. Tiramisú de limón, por ejemplo, la he grabado con Pereza -un joven grupo rockero español- y es uno de esos rocanroles que siempre me han gustado. Y hay una rumbita sobre la crisis y otra para Violeta Parra (Violetas para Violeta, que estrenó en Chile y que cantó junto a Mercedes Sosa)".
Son días de promoción. Pero Sabina no olvida y siempre está mirando hacia Sudamérica. Ya agendó una presentación para el 20 de enero en La Bombonera, de Buenos Aires, y adelanta que está por confirmar dos shows en Chile: "Uno en Viña del Mar y otro en Santiago", cuenta el poeta de Ubeda que vuelve al ruedo. Convertido en el gurú que, en el fondo, siempre quiso ser.