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John 'Jack' Horner: "Si pudiéramos revivir a los dinosaurios, deberíamos hacerlo"

Es uno de los paleontólogos más famosos del mundo y, además, es asesor de la saga de películas que acaba de volver al cine con Jurassic World. Su trabajo inspiró el personaje de Alan Grant, interpretado por Sam Neill, y encabeza un proyecto que podría generar un pequeño dinosaurio.

A sus 68 años, John “Jack” Horner es un investigador atípico. Padece una dislexia que le hace muy difícil leer cualquier texto, por lo que estudia con audiolibros. Además, es tan tímido que en una de las primeras conferencias que dio casi se desmayó. Pero se sobrepuso y se convirtió en uno de los paleontólogos más famosos del mundo: hoy es curador del Museo de las Rocallosas -poseedor de la mayor colección de fósiles de dinosaurios de Estados Unidos-, es la figura que inspiró las películas de la saga Jurassic Park y está a cargo de un estudio financiado por el director George Lucas que busca recrear un dinosaurio.

Su relación con estas criaturas, que dominaron el planeta durante 135 millones de años y hoy lideran la taquilla con la nueva película Jurassic World, partió en su infancia. Horner nació en 1946 en Shelby, un pueblo de Montana donde abundaban las apuestas ilegales y la prostitución. Sus padres, Miriam Whitted y John Horner, siempre intentaron expandir sus horizontes. Ella era dueña de casa, pero le gustaba salir de viaje con sus hijos y él, además de tener un negocio de extracción de arena, era un geólogo aficionado que había encontrado algunos fósiles.

Fue precisamente en un viaje familiar que Horner encontró su primer hueso de dinosaurio. Tenía ocho años y el hallazgo despertó un interés por la ciencia que lo ha llevado a redactar más de 150 estudios y varios libros. También ha descubierto algunos de los especímenes más grandes del temible y famoso Tiranosaurio rex, incluyendo uno que pesaba casi 13 toneladas.

En el libro Jurassic Park, de Michael Crichton, publicado en 1990, uno de los protagonistas es Alan Grant, un paleontólogo de Montana muy similar a Horner. El investigador averiguó que para crear el personaje Crichton fusionó sus investigaciones y libros con los de Robert Bakker, quien redefinió el estudio de los dinosaurios cuando propuso que algunos tenían sangre caliente. Por eso, cuando Steven Spielberg adaptó la historia al cine tres años después, llamó al científico y le preguntó si quería ser su asesor. Horner aceptó… siempre y cuando el personaje de Grant no terminara devorado por un dinosaurio.

¿Se siente reflejado en el personaje interpretado por Sam Neill?

En la novela, Alan Grant es una amalgama formada  por un grupo de paleontólogos en el que me incluyo, mientras que el científico de la película se basa completamente en mí. Grant es de Montana, trabaja en la misma zona de Egg Hill y estudia la conducta que tenían los dinosaurios. Eso coincide con mi trabajo, por lo que mi faceta científica se refleja completamente en él.

El investigador pasó tiempo con Sam Neill, para que el actor tuviera una idea de cómo era la vida de un paleontólogo. En una de las escenas de Jurassic Park, Grant ve a un grupo de dinosaurios y dice emocionado: “Realmente se mueven en manadas”. Precisamente, Horner fue quien descubrió los primeros fósiles que indicaban ese comportamiento social.

¿Cuáles fueron los principales desafíos de recrear a los dinosaurios en el cine? 

Mi trabajo era asegurarme que los dinosaurios fueran lo más fidedignos posibles. También ayudé a que los actores aprendieran a pronunciar sus nombres. Pero al igual que la gente que aparece en la película, los dinosaurios en Jurassic Park son actores y ninguno de ellos está retratado tal y como habrían sido en la vida real. Creo que el ejemplar mejor descrito es un Triceratops que yace enfermo en el suelo. Todos los demás especímenes corren demasiado rápido o invierten demasiado tiempo intentando abrir autos o entrando en edificios sólo para devorar gente. ¡No creo que las personas tengan tan buen sabor!

Avances científicos

En 1993, cuando se estrenó Jurassic Park, Horner y la estudiante Mary Schweitzer intentaron extraer ADN  de huesos fosilizados, pero fallaron. La razón es que el material genético comienza a desintegrarse apenas las células mueren… y tras la desaparición de los dinosaurios hace 65 millones de años, producto de la caída de un meteorito, la recuperación intacta se hace casi imposible.

¿Cree que la ciencia podrá algún día extraer ADN de dinosaurio a partir de los huesos fosilizados para revivirlos?

Hemos fracasado estrepitosamente en la obtención de ADN de dinosaurio. Tal vez algún día lo logremos, pero es muy probable que sólo consigamos algunos trozos muy pequeños.

Sin embargo, no todo está perdido. A comienzos de junio, Susannah Maidment y Sergio Bertazzo, del Imperial College de Londres, anunciaron el hallazgo de fibras de colágeno y glóbulos rojos en restos de dinosaurios de hace 75 millones de años. El descubrimiento se produjo en fósiles excavados hace un siglo en Canadá y sugiere que el ADN de esos tejidos podría haber sobrevivido hasta hoy. “Esto abre la posibilidad de que muchos especímenes hayan preservado tejidos suaves, pero el problema con el ADN es que si lo encuentras no estará intacto. Tal vez des con  fragmentos, ¿pero más que eso? ¿Quién sabe?”, dijo Bertazzo a The Guardian.

Más allá de esta incertidumbre, ¿qué se ha descubierto sobre el famoso Tiranosaurio rex?

Básicamente, nos hemos dado cuenta de que este dinosaurio era más bien una criatura oportunista en lugar de un letal depredador.

Tal como dice Horner, los análisis de la anatomía del Tiranosaurio rex sugieren que este enorme animal de 4,5 metros de altura obtenía gran parte de su alimento a partir de  carroña, por lo que cumplía un rol similar al que hoy tienen las hienas en África. Stephen Brusatte, paleontólogo de la Universidad de Edinburgo, Escocia, y conductor del programa Autopsia de un Tiranosaurio, de National Geographic, indica que “cuando se hizo la primera cinta de Jurassic Park, no sabíamos que los tiranosaurios tenían plumas. En la película también se plantea que el T. Rex no podría verte si no te mueves. Hoy sabemos que tenía visión binocular y percepción de profundidad como nosotros”. El científico agrega que “tal vez corrían a 32 kilómetros por hora, lo que todavía es rápido, pero no como en la película”.

El regreso

Una de las frases más características de la nueva cinta Jurassic World es la que pronuncia Claire Dearing, la ejecutiva a cargo del parque de dinosaurios de Isla Nublar: “Gracias a la genética, hemos aprendido más en el último año que en un siglo excavando huesos”. Horner concuerda y añade que hoy los paleontólogos tienen  evidencias sólidas para probar que las aves modernas son descendientes de los dinosaurios, replicando desde la forma en que ponen sus huevos hasta la anatomía de sus huesos. Por eso en su libro Cómo construir un dinosaurio, Horner propone recrear uno de estos animales reactivando material genético latente en un pollo moderno. A lo largo de millones de años, dice Horner, las aves no perdieron los genes que codifican el desarrollo de colas, brazos u hocicos, sino que permanecen inactivos mientras los que guían la aparición de alas o picos sí se expresan.

¿Cree que los científicos deberían revivir a estas criaturas?

¡Si pudiéramos revivir a los dinosaurios, por supuesto que deberíamos hacerlo! De hecho, tengo un programa llamado Dinochicken Project, donde estoy intentando elaborar un dinosaurio extinto a partir de un ave viva.

El paleontólogo cree que puede despertar los genes más antiguos para crear un “pollosaurio”, tal como lo bautizó en una charla TED. George Lucas decidió financiar su proyecto debido a la fascinación que le generaron los dinosaurios tras hacerse cargo de la postproducción de Jurassic Park. Horner no está solo en este sendero: hace unos días, expertos de la Universidad de Harvard anunciaron que habían logrado que embriones de gallina expresaran antiguos genes para el crecimiento de dientes similares a los de un cocodrilo. Además en 2014, un equipo de la Universidad de Chile logró establecer la forma en que los brazos de los dinosaurios evolucionaron en alas.

Los científicos de Harvard no creen que hacer un “pollosaurio” sea viable, pero sí que la investigación puede tener aplicaciones prácticas: estudiar los factores del desarrollo embrionario de una cola ayudaría a crear nuevas terapias para males espinales como la escoliosis congénita. Horner, quien hoy trabaja en recrear una cola, en cambio piensa que podría aplicar ingeniería inversa para crear un dinosaurio en unos 10 años. Y dice que la gente no debería tener miedo: “En las películas los animales lo único que quieren es devorar gente y parecen ser vengativos, pero en la vida real no actúan así”, dijo en una recienta charla con el Instituto Smithsoniano

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