El secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, emprende mañana domingo una gira por Oriente Medio y Europa en la que departirá con socios y aliados sobre la situación en Irak y la necesidad de formar un gobierno de unidad en el país.

La capital jordana de Amán será la primera escala de su viaje diplomático. Allí, se reunirá con el titular de Asuntos Exteriores, Nasser Judeh, para desplazarse a continuación a Bruselas, donde se concentrará en los preparativos de la cumbre de la OTAN de septiembre y la crisis en Ucrania.

La última escala de su viaje de cinco días lo llevará a París, donde protagonizará encuentros con socios regionales "clave" no especificados, con los que abordará los desafíos a la seguridad en Oriente Medio que plantean los sangrientos conflictos en Siria e Irak, adelantó esta semana el Departamento de Estado.

Su gira, que según adelantan medios estadounidenses irá seguida de una próxima visita a Bagdad, llega en momentos críticos para Irak, ante la ofensiva violenta de los insurgentes suníes del Estado Islámico en Irak y el Levante (EIIL) en el noroeste del país. 

El presidente de EE.UU., Barack Obama, que lideró la retirada de las tropas estadounidenses de Irak en 2011, anunció esta semana que enviará 300 asesores militares estadounidenses al país árabe para ayudar en la lucha contra los radicales islámicos.

Los asesores tratarán de determinar "el estado y cohesión" de las fuerzas de seguridad iraquíes, que han visto como unos 90.000 soldados abandonaban sus filas este mes ante la ofensiva en el norte del país del EIIL.

Los insurgentes se hicieron con el control clave de Mosul, la segunda mayor ciudad del país, en una operación que forzó el desplazamiento de unos 500.000 iraquíes y con la que presuntamente el EIIL se habría hecho con cientos de millones de dólares depositados en la sede del banco central iraquí en Mosul.

La Casa Blanca se ha apresurado a indicar que el despliegue de los 300 asesores militares no implica que EE.UU. reinicie las operaciones de combate en Irak y ha insistido en que la solución al problema no pasa por una vía exclusivamente militar.

Lejos de ello, el Gobierno de Obama ha dicho que no favorecerá a ninguna facción dentro de Irak y ha instado al cada vez más impopular primer ministro iraquí Nuri al Maliki a formar un gobierno de unidad nacional.

Maliki es el líder de la mayoría chií, que representa a entre el 60 % y el 65 % de la población del país, frente a entre el 32 % y 37 % de los suníes, divididos entre árabes y kurdos. 

El mandatario, que deberá de crear un Gobierno de coalición tras las elecciones legislativas del 30 de abril ratificadas este mes en las que su partido obtuvo un tercio del Parlamento, ha sido acusado de negar a los árabes suníes una representación significativa y de gobernar a favor de los intereses de la mayoría chií.

La situación llevó al gran ayatolá Ali al Sistani, líder espiritual de los chiíes de Irak, a solicitar este viernes la formación de un Gobierno de consenso que ponga fin a la tensión sectaria que amenaza con desencadenar una nueva guerra en el país.

Obama, por su parte, aseguró ayer que la confianza que su Gobierno depositó en el de Irak se ha "roto" y advirtió que la asistencia militar a Bagdad no continuará si el liderazgo chií no integra a suníes y kurdos en el proceso político. 

Ese escenario será el que enmarcará la gira por Oriente Medio y Europa de Kerry, quien deberá de proyectar un mensaje de imparcialidad frente a las distintas facciones religiosas y tratar de comunicar que los radicales del EIIL representan una amenaza no solo para EE.UU. sino para el propio Irak.

"Esta será la primera experiencia de Kerry de jugar el astuto juego de la formación de un Gobierno en Irak y que se prepare para una sorpresa desagradable si cree que puede lograrlo con una visita aquí y allá", pronosticó en declaraciones al canal de televisión ABC el experto en Irak Ramzy Mardini, del centro Atlantic Council.

Los analistas recuerdan el fracaso de Kerry la última vez que trató de convencer a Maliki de que hiciese algo. Fue el año pasado, cuando el líder chií se negó a prohibir que Irán utilizase el espacio aéreo iraquí para entregar armas a Siria.

Maliki pareció concluir entonces que tenía más que perder si los suníes derrotaban el régimen del presidente sirio Bachar al Asad que si detenía a Irán en sus esfuerzos.

El desafío para Kerry en su nuevo periplo será, según la cadena de televisión ABC, explicar por qué EE.UU. respalda un cambio político en Irak, sin ser tachado de anti-Maliki, y por qué el incipiente y limitado diálogo con Irán es beneficioso a largo plazo para todos los iraquíes, incluidos los suníes.