Somalia, Irán, Irak, Libia, Afganistán, Uganda y Líbano son sólo algunos de los rincones desde donde ha escrito el reconocido reportero de guerra de la revista The New Yorker, Jon Lee Anderson. Pero este cronista estadounidense también siente una fascinación especial por América Latina, que se ha plasmado en Che Guevara: una vida revolucionaria (1997), una de las más completas biografías del guerrillero argentino, así como en elogiados perfiles de Hugo Chávez, Augusto Pinochet y Fidel Castro. Precisamente la muerte del líder cubano sorprende a Jon Lee Anderson justo en momentos en que prepara su biografía, la cual espera lanzar "pronto", comenta a La Tercera vía telefónica desde Bogotá, antes de emprender rumbo a Cuba para los actos fúnebres de Fidel.
"Con la muerte de Fidel Castro se acaba una de las vidas mas épicas del siglo XX, y también una era de revolución que transformó el mundo", escribió usted en Twitter. ¿Cómo cree que lo juzgará la historia?
Creo que la historia sí lo absolverá en parte. En esta coyuntura que muere Fidel, pero que sube Donald Trump a la Presidencia de EE.UU., creo que el mundo estará más susceptible a absolver a Fidel sus flaquezas, digamos una buena parte, al menos, de la humanidad. De todas maneras, es muy temprano para decir si lo absolverá del todo. Creo que sí es interesante hacer la pregunta para este momento, ya que Trump viene al poder. O sea, acaso Trump no es la caricatura del gringo feo, del yanqui prepotente y avaro que tanto detestaba Fidel. En fin, resulta paradójico, irónico. Pero, por supuesto, pesa sobre él su aspecto dictatorial, el hecho de que no dejó prensa o partidos libres, pluralidad política. Sin embargo, hoy en día Cuba es, si bien un país despintado y con un montón de cubanos "colgados de brocha", como dicen ellos, sin mucho qué hacer, un país que despega económicamente otra vez con su apertura y que tiene índices económicos, de salud y de ayuda pública loables y envidiables desde la perspectiva de la mayoría de los países de América Latina. Así que es un legado mixto. Creo que en grandes aspectos, en sí, la historia lo absolverá dentro del contexto del accionar del mundo que se contraponía a él. Visto en aislamiento, es el legado de alguien con sus luces y sus sombras, sin duda. Visto en el contexto internacional, creo que se le absuelve un poco más.
¿Cuál cree que va a ser el impacto de la muerte de Fidel en la región?
Va a ser interesante, porque los herederos de la izquierda de Fidel, digamos los Chávez, los Evo, los Correa, son segunda generación y su izquierdismo es más en la retórica que en la acción. Son izquierdistas en nombre, que han administrado el capitalismo, con la única excepción de Venezuela, con desastrosas consecuencias. En todo caso, creo que Fidel flotará sobre el ambiente como una figura, un icónico, que sí logró algo que asemeja a una revolución socialista, una sociedad socialista con sus flaquezas, pero también con sus logros. Más bien Fidel será una figura de añoranza y de sentimiento para la mayoría de la izquierda.
¿Cómo ve el rol de las Fuerzas Armadas cubanas a partir de ahora? ¿Seguirán siendo leales a Raúl Castro?
Sí, claro. Raúl ha sido el jefe de las Fuerzas Armadas desde el año 1959. Sí, seguirán siendo leales a él. Cuando hay discusiones dentro de las FF.AA. en Cuba, pocas veces lo escuchamos nosotros. De momento, no he escuchado nada que me haga pensar que hay murmullos de cambio, golpe ni nada por el estilo. No veo eso. Tampoco veo el porqué. Si bien hace cinco años había más ansiedad económica, yo creo que hoy en día hay menos debido a las mismas aperturas. Lo que sí hay es diferencias de opinión dentro Cuba, en todos los niveles, en torno a la apertura, el grado de normalización, la velocidad de la aceleración de la distensión con los norteamericanos y el recelo a lo que eso podría traer en un futuro próximo. El escepticismo hacia eso estaba liderado por nadie más ni nadie menos que Fidel. Entonces, alrededor de él que los viejos ortodoxos o los viejos más bien un poco se aglomeraron en torno a él como un baluarte y eso sí tuvo un efecto en frenar y vociferar el escepticismo, el recelo a los cambios. Lo vimos sobre todo este año, a partir de la visita de Obama, que puso cierto freno al proceso de normalización y de apertura. Ha habido un pequeño frenazo.
¿Considera que las reformas que estaba implementando Raúl Castro no sufrirán mayores cambios?
No puedo hablar con certeza sobre eso, porque ahora que ha muerto Fidel cambia el panorama en ese sentido. Pero, al mismo tiempo, sube un Donald Trump en EE.UU. El mismo y la gente alrededor de él están diciendo cosas bien volátiles en torno a las iniciativas norteamericanas hacia Cuba. De momento, yo creo que todo se va a estancar y Cuba se va a convertir otra vez en un punto álgido posiblemente, es obvio que entran en la discusión y el debate norteamericano, porque no lo ha habido antes. Fue la Casa Blanca la que empujó los cambios y la apertura hacia Cuba, pero ahora la gente que se opuso a eso va a tomar el poder en EE.UU. Está por verse lo que van a hacer. Eso, a su vez, significará una presión sobre Cuba. Yo me imagino que Raúl y Cuba van a reaccionar de manera parca y cuidadosa para no entrar otra vez en una polémica con EE.UU. De pronto, todo está en ascuas de nuevo. Con la muerte de Fidel y la inesperada elección de Trump como Presidente estamos en aguas nuevas.