Jon Lee Anderson, el reconocido reportero de guerra de The New Yorker, suele escribir desde los rincones más calientes del planeta: Somalia, Irán, Irak, Libia, Afganistán, Uganda y Líbano, entre otros. De hecho, ahora se encuentra en Crimea, intentando descifrar la crisis en Ucrania. Pero a fines de los 70, este periodista y autor estadounidense partió su carrera en Perú, donde trabajó para The Lima Times. Desde entonces, Anderson ha sentido una fascinación especial por América Latina, que lo ha llevado a cubrir los más importantes acontecimientos políticos de la región, pero también a construir elogiados perfiles de Hugo Chávez, Augusto Pinochet y Fidel Castro.

Al general chileno lo entrevistó en Santiago y Londres en 1998, antes de que se internara en The London Clinic. El cronista ha escrito también sendos libros sobre procesos latinoamericanos. Entre 1992 y 1995 se instaló en Cuba junto a su esposa y tres hijos, para darle forma a Che Guevara: Una vida revolucionaria (1997), una de las más completas biografías del guerrillero argentino. Además, es autor de Guerrillas (1992), en el que narra el conflicto en El Salvador. En conversación con La Tercera, Jon Lee Anderson desmenuza el cambio de mando y analiza el lugar que podría ocupar Michelle Bachelet en la región.

¿Qué diferencias visualiza entre la Michelle Bachelet que ganó las elecciones de 2005 y su nueva elección en 2013?

Ella dejó el poder con una popularidad despampanante en 2010, algo tocada por la reacción un poco accidentada del terremoto. Pero creo que lo sobrevivió y se mantuvo en un plano similar al plano actual de Hillary Clinton. Es decir, manteniendo un estatus de respeto internacional y altura, un poco al margen de la contingencia. Mantuvo un buen equilibrio. Fue pragmática para lo que es el proceso chileno. Y vuelve inevitablemente por un lado, pero por otro lado, es resistida por algunos sectores, no de la derecha, sino que de su propio sector por la forma en que regresó.

¿Por qué resistida?

Ella vuelve como la "pachamama" de Chile. Pero hay gente que la ve con recelo. Esas personas deben decir "y ahora qué, qué va a resolver, si no resolvió tanto en el primer gobierno, ahora le toca. ¿Y ahora es socialista u otra cosa?". Por lo pronto, se echó al bolsillo a algunos dirigentes de la calle, como Camila Vallejo y otros. Eso demuestra un don de mando que es interesante. Hay que ver si en este mandato ella logra concretar cambios sustantivos, para no ser una cosa como ni chicha ni limoná. Quizás lo que hace falta son las reformas que pide la mayoría.

En 2005, la atención internacional se centró en que Bachelet era la primera mujer en ocupar la Presidencia de Chile y también concitó interés por su propia historia de vida ligada a las violaciones a los DD.HH. en la dictadura. ¿Cómo mira el hemisferio norte ahora a Bachelet?

Ella no inspira animadversión. Al contrario, está bien vista. Ella es bastante querida por quienes la han tratado en instancias internacionales. Y tiene una gran aliada en Hillary Clinton, que es la más probable candidata demócrata en Estados Unidos el año próximo. Es decir, es posible que ambas sean aliadas y eso podría ser muy interesante. Ahora no es su historia original (de vida) lo que se está mirando, ahora se está mirando la continuidad del proceso democrático chileno. Eso es loable dentro de lo que es el contexto latinoamericano. Chile se ha podido mover de la centroizquierda a la centroderecha y otra vez a la centroizquierda. Ella representa ese continuismo democrático. El legado de Pinochet ya comienza a ser una cosa del pasado. La sociedad chilena ya zanjó ese capítulo.

Isabel Allende le entregó la banda presidencial a Bachelet en su calidad de nueva presidenta del Senado.

Es muy histórico para Chile. Ella puede tener sus detractores y puede que tenga fallas. Algunos podrán pedir más de ella, pero Bachelet representa el centrismo. Chile tiene problemas, por supuesto. Hay varias tareas pendientes. Me parece que Bachelet es transparente, no es corrupta, puede errar, pero es bien intencionada creo yo. Eso no lo pueden decir muchos países en América Latina. Hay otros gobernantes en el hemisferio que tienen un discurso más polarizador. Creo que ella no ha perdido su perfil de centroizquierda.

Dentro del contexto latinoamericano, ¿dónde se ubica Bachelet?

No creo que se pueda hacer una definición todavía. Ella ocupa un espacio interesante, propio para Chile. Chile ha tenido siempre excepcionalidades y quizás eso sea positivo para el hemisferio. Por eso es interesante: no es una títere de Washington ni tampoco es una protegida de Fidel, pero puede dialogar con todos. Podría ser un poco como los suizos. Aunque no estoy hablando de neutralidad.

¿Posiblemente, Bachelet pueda dar un giro a la izquierda en su segundo mandato?

Sí, podría ser. Porque los reclamos vienen de ese sector. Chile está en capacidad de poder hacer algunas concesiones sociales de mayor profundidad por sus logros económicos. Creo que sí, que Bachelet podría arriesgar un poquito más en aplicar las reformas. Cualquier presidente quiere ser recordado en la historia. Nadie quiere ser recordado como ni chicha ni limoná.