Lo primero que hace Jorge Acuña cuando se sienta a la mesa del restaurant es pedir un agua mineral. Su amigo Alejandro Alegría, quien lo cobijó en su departamento en los últimos dos meses, suelta una mirada de aprobación, mientras la gente que está alrededor del "Kike" no deja de mirarlo, con cierto dejo de compasión.
"Siempre fui un tipo perceptivo y siempre me doy cuenta cuando se ponen a hablar de mí. Afortunadamente, ahora puedo mirar a la gente de frente. Hasta hace poco, salir sin lentes oscuros y un gorro habría sido imposible. Me daba vergüenza salir a la calle", confiesa Acuña, quien desde hace 45 días inició un tratamiento contra el alcoholismo, una enfermedad que a juicio del ex seleccionado chileno lo estaba llevando al abismo.
La rutina, dice, lo está ayudando: "Voy de lunes a viernes a un centro de rehabilitación, cinco horas diarias. Y la verdad es que de a poco volví a creer en mí, como no sucedía hace muchos años".
Hasta hace poco sólo hacía noticias en la farándula. ¿Nunca pudo frenar todo eso?
Uno de los peores errores fue hacer tan pública mi vida. Eso me fue condenando lentamente. Al principio, lo tomaba como un juego, que hasta podía controlar. Lo encontraba hasta chistoso. Salir en la tele y ser acosado por la prensa de farándula me entretenía. Imagínate, donde iba me daban todo gratis. Pero, a la larga, me mató la carrera.
Entre eso y el alcohol.
Claro. Me fusilaron. Pero ojo, yo fui el principal responsable.
¿Cómo llegó a este extremo?
No sé. No te podría decir cómo pude llegar a esta situación. El último incidente que tuve con mi señora hizo que me diera cuenta de muchas cosas. También me ayudó muchísimo Alejandro, quien me abrió las puertas de su casa como si fuera un hijo. Así, entre conversaciones, llegamos a la conclusión que no podía seguir haciendo todo lo que venía arrastrando. Si quería volver a llevar una vida normal, tenía que cambiar radicalmente.
¿Nunca se dio cuenta que estaba enfermo?
La verdad, no. Además, no me daba cuenta que toda esta vida no me permitía estar con mis cinco sentidos. Me gustaba tomar mucho, ir a los asados de los planteles que integraba. Siempre me gustó el alcohol. Y no lo pude controlar. Nunca dejé de consumir.
¿Qué fue lo más difícil de tomar la decisión de internarse?
Reconocer que estaba enfermo, que era un alcohólico y hacerme el tratamiento. Me di cuenta que no podía hacerlo solo. Siempre dije que podía, que lo podía manejar. Pero me di cuenta que me engañaba. Perdí a mi familia, mi carrera. En el tiempo que llevo acá, todo lo hago convencido. Sé que sin esto, me quedaba más solo y la gente que me ayuda, se iba a cansar de mí. Y lo que menos quiero ahora es perder a mi familia ni al amigo que tengo al lado.
¿Desde hace cuántos años que es alcohólico?
Muchos años. No podría decirte cuándo. No sé cuántas veces dije que iba a cambiar y fallé. Era un voy a cambiar de la boca para afuera. Decía que iba a cambiar sin estar convencido. Pero ahora es distinto. Este tratamiento contra el alcohol, donde también me ayudan con terapias individuales, me cambió la vida. Llevo dos meses y aunque me falta mucho camino por recorrer, fue la mejor decisión que tomé.
¿No le da miedo que la gente lo tilde de borracho para siempre?
Si ya me gritan así desde hace muchos años. No voy a cambiar esa percepción. Me duele, no te lo voy a ocultar. Pero qué puedo hacer. Me hice esa mala fama y quizás es la forma en que debo pagarlo.
¿Todo este tema del alcohol lo fue dejando solo?
Hace tiempo que me quedé solo. No sé si porque se alejaron o yo me alejé de ellos. Toda la gente que me rodeó por años desapareció. Todos los que cuando andaba bien me llamaban sólo lo hacían para salir conmigo, para que les pagara la cuenta. Ahora puedo decir que sólo tengo dos amigos, que son realmente amigos. Lo demás, son anécdotas del pasado, errores que no volveré a cometer nunca más.
¿Se fue quedando sin dinero?
No tengo la situación que tenía antes. Sin jugar hace mucho tiempo, de preocuparse de los supuestos amigos, vas gastando mucho. En esos años no pensaba en el futuro. Me di cuenta tarde que sólo estaban conmigo por interés. Desde que me interné, nunca más me llamó nadie de esos años. Y la verdad es que me hacen un favor de estar afuera de mi vida. No los necesito. Pero también duele todo lo que se aprovecharon de uno.
¿Cuántas veces no escuchó a su familia?
No sé, cien, mil veces. Y eso duele. Me duele a mí y me duele por ellos.
¿Por qué?
Ellos son los que más han sufrido. En el último tiempo tampoco escuché a mi señora. Por más que intentaron hacerme entrar en razón, no lo hice nunca. Ahora me doy cuenta de todo lo que perdí por llevar esa vida. Imagínate, que rico es despertarse a las nueve de la mañana y disfrutar a tu hija todo el día o hacer cosas que antes no podía porque estaba bajo los efectos del alcohol.
¿Por qué ahora sí y antes no?
Era mi última oportunidad para salvar mi vida. Así de simple. Era esto o perder todo. Y cuando digo todo, es todo. Entonces, si la vida me dio quizás la última chance de enderezar mi camino, debía tomarla.
Hace un año que no juega fútbol profesional. ¿Se retiró?
No. Y quizás por eso también estoy haciendo este tratamiento. Mucha gente me pregunta si estoy retirado. Y la que no es futbolera me pregunta donde estoy jugando. Eso me da lata, recordar que llevo un año afuera por errores propios. Así son las cosas en este momento. Sólo espero tener una chance más en la vida para volver a jugar.
Con 35 años y tantos problemas fuera de la cancha no será fácil.
Pero no pierdo nada con intentarlo. Extraño mucho el fútbol. Sobre todo ahora que empecé a ir al estadio a ver algunos partidos. En esas visitas se me abrió el apetito de nuevo. Tengo muchas ganas de volver y retirarme como corresponde. Pero para eso deben pasar algunas cosas.
¿Cómo cuáles?
Primero, que un técnico o dirigente se interese en mí. Pero, sobre todo, que confíe en mí.
Algo complicado por su currículum de los últimos años.
Lo sé. Siempre he tenido chance de firmar en algún equipo. Pero siendo sincero, ahora se ve complejo, complicado. Sobre todo por mi pasado. Todo lo malo que hice me está pasando la cuenta. Es complicado que se pueda confiar en mí, lo reconozco. Lo tengo clarísimo, pero sé que como estoy tomando mi vida ahora, lo que estoy haciendo por mí, más de alguien me puede tender una mano. Es lo que espero. Confío en eso.
Cualquier equipo va a desconfiar.
Por lo mismo estoy dispuesto a todo para que crean en mí, aunque aquello les signifique quizás ganarse enemigos.
¿Qué es estar dispuesto a todo?
A que me pongan un investigador privado, por ejemplo. Incluso, he pensado poner una cláusula de que a la primera indisciplina, me despidan automáticamente. Le vengo dando vueltas a esa idea desde hace mucho tiempo. Pero estoy tan convencido de lo que estoy haciendo, que no voy a cometer ningún error más.
Quién diría que estaría viviendo todo esto cuando hace 10 años jugaba en Europa y en la Selección.
Jamás pensé que iba a estar así. Nunca imaginé esto, vivir esta situación. Podía darme el lujo de elegir dónde jugar. Lo tenía todo. Ahora no puedo. Sólo busco una oportunidad. Es como estar mendigando, pero así es la vida. Sólo quiero entrar a una cancha y demostrarles a todos que soy otra persona.
¿Qué pasa si no encuentra club?
Soy optimista y sé que puedo jugar. Estoy bien físicamente y con la motivación a tope. Pero si no firmo, con el dolor de mi alma, bajo la cortina. Soy consciente que el próximo año ya tendré 36 y es difícil que me contraten con esa edad. Ojalá que eso no pase.