Jorge González melómano: "El grunge fue puro humo"

En la segunda parte de su entrevista con <b>La Tercera,</b> el cantante sólo habla de música: su aversión por el grunge, los discos que hoy escucha y de por qué cree que Chile tiene una gran cultura de música negra.




Ante cualquiera que salte a la caza de la colección de vinilos que se enfilan en el living de su departamento, Jorge González advierte: "No los tengo bajo ningún orden en particular. Saco cualquiera y lo escucho".

Y una mirada ligera sobre el mueble donde descansan su pequeño tornamesas y sus vinilos –junto a libros de Bob Marley, The Beach Boys, Charles Chaplin y Bob Dylan- lo confirma: hay compilaciones de música soul, muchísimos de The Beatles, otros de glorias pasadas que van desde Aretha Franklin hasta el trío pop ochentero Bronski Beat, y chilenos como Ana Tijoux. 

Es finalmente la banda sonora que lo acompaña en este período de rehabilitación, luego del infarto isquémico cerebeloso que sufrió el año pasado.

¿Qué es lo que escucha hoy?

Me gusta escuchar los discos que me traje de Alemania, cuando estaba allá. Por ejemplos, compilaciones de country o de R&B. Tengo recopilatorios más que todo.

¿Prefiere el formato vinilo?

Escucho digital cuando puedo, pero prefiero el vinilo. Suena mejor, más parecido a la grabación original, y es más amable para escuchar. He tenido el curioso honor de editar algunos de mis álbumes solista en vinilo, porque los de Los Prisioneros se perdieron todos. Se editaron afuera de Chile no más, aquí no había máquinas. Pero no me preocupa, nunca he sido de coleccionar cientos de discos, porque además los he ido perdiendo con los cambios de casa o de país.

Además, usted creció en los 70, cuando ese era el soporte que imperaba.

Si, en esa época está toda la gente que me formó y que tomé para mi carrera: Sweet, Elton John, Queen, The Bee Gees, KISS, ELO o el David Bowie de Space Oddity, que fue un ejemplo para mí. The Stylistics también, que acá fueron muy grandes y afuera casi no los conocen. Curiosamente, Chile tiene buena educación de música negra por los milicos. Ellos los trajeron a todos a la TV: Earth, Wind and Fire, Hues Corporation, Tavares. Como tenían la billetera abierta, hacían lo que querían. Trajeron artistas que en el resto de Latinoamérica nunca se conocieron. De ahí que el hip hop chileno fuera tan bueno, porque tenemos cultura de música negra y de R&B. Penetró a la fuerza, pero penetró.

El sentido común siempre dice lo contrario, que a Chile le falta ritmo por no tener raíces afro.

No, porque el resto de los sudamericanos creen que el rap viene de los Beastie Boys y no es tan así; acá siempre supimos de donde venía, del negro, de la comunidad afroamericana estadounidense, aunque siempre pensamos que era puro hueveo. Pero hay algo de eso: la alegría de la música disco pegó acá porque necesitábamos diversión. Y después en EE.UU. la eliminaron por ser muy gay y latina, por eso volvió el rock de Black Sabbath e Iron Maiden, para poner al blanco con guitarra. Por ejemplo, Nirvana fue una copia de los 70, una copia bastante buena, no era un mal grupo, pero tampoco eran los Beatles.

¿Cuál fue el último grupo que lo cautivó?

En realidad, la figura del blanquito con guitarra ya fue para mí. La década de los Strokes fue la etapa de los artistas que nunca fueron; eran buenos, pero ni siquiera eran los Smiths, el tope al que se podía llegar. Pero ninguna banda estuvo a la altura.

Pese a ser contemporáneo, usted nunca comulgó con el grunge.

En esa época yo hacía lo que quería, pero todos estaban fanatizados con el grunge y yo creía que era puro humo no más. Parece que tuve razón, del grunge al final no quedó absolutamente nada, era sólo una vuelta a los 70. Quedó escuchar a Neil Young, que era muy anterior, o los que impulsaron todo: Creedence, Kiss, etc. Del grunge sólo quedó la influencia de la influencia.

Además, en los 90 usted seguía interesado en la electrónica.

Que también era humo… pero de discoteca.

A la hora de mencionar a los ilustres de la electrónica que aún le cautivan, González no vacila en mencionar al DJ chileno Ricardo Villalobos, clásico del género en el circuito europeo y uno de sus aliados más cercanos en ese continente.

Si los recuerdos se orientan al show más aburrido que tenga memoria, apuesta por una presentación de My Bloody Valentine que vio en EE.UU. Y cuando rememora que los Rolling Stones pasaron este año por Santiago, lanza su anhelo: "Nunca los he visto. Algún día los veré".

El grupo inglés también es una buena excusa para extender sus conocimientos: "Mick Jagger era careta (cuico), estudiaba economía, por eso se convirtieron más en empresarios. En cambio los Beatles eran estudiantes de arte. Eso también pasaba con Soda Stereo y Los Prisioneros: mientras ellos estudiaban publicidad, yo estudiaba arte".

El vínculo trazado con The Beatles no es el único: al igual que Lennon, el chileno se acercó al rock a través de su madre.  "Ella me enseñó el rock and roll. Por eso para mí el rock es música de abuelos, porque ella era rockera. Mi padre era el baladista, le gustan mucho más las canciones en español, la mexicana y todo eso. Mi madre escuchaba rock and roll y yo le decía: "Es música de viejos, escuchemos hip hop mejor".

¿Cuál es su disco favorito de Los Prisioneros?

Corazones, que es el más logrado. Y Pateando Piedras, que tiene buenos singles.

¿Y La voz de los 80?

Había mucha inexperiencia, yo no tenía idea del estudio y al resto no le importaba nada. Así salió. Y salió bastante bien para lo que teníamos.

Al menos transmite la urgencia juvenil de esos años.

Por suerte.

¿Y su canción predilecta?

Una de las que más me gusta es Trata de escribir, que hicimos con Zaturno. Pienso que es una de las historias que mejor escribí, porque habla de tu biografía, de mí mismo, y siempre es bueno hablar de eso. Habla del automensaje, de mirarse como uno es. La gente ya no hace eso, no tienen tiempo, están más preocupados de la pega.

Va a lanzar un álbum Grandes éxitos este año. ¿Le costó resumir su carrera en un disco?

No, para nada, porque no tengo éxitos. Eso lo hace más fácil todo. Hoy no existe el éxito para mí.

Pero en algún momento lo tuvo.

Si, pero ahora todo parece que es un fracaso para todo el mundo. A menos que se alíen con las multinacionales, que ya no existen. O sea, tienen que buscar auspicio y yo no quiero eso. No hay éxito a nivel de rankings, porque no existen los rankings. En realidad, nunca tuve mucha percepción del éxito. Todo lo que logré fue un sueño no más, nunca fue tan en  serio. Si hubiera nacido en un país  más billetudo, hubiera sido distinto. Quizás dónde estaría ahora. Pero tuve la suerte de nacer en un país de broma.

Y sigo haciendo canciones, me salen fácil, porque soy fanático de la escritura, lo que no es casualidad, porque creo que la mayoría de los artistas están obligados a hacer letras. Yo las hago igual, pero otros están forzados a escribir, porque la canción es más popular que lo instrumental. Como la gente de Fulano o ese tipo de bandas, la mayoría en verdad, uno se encuentra con letras aberrantes por eso, porque están obligados. Lo que dominan es la parte rítmica. Pero yo creo que domino ambas partes. Y aún me sigue gustando mucho escribir.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.