Magallánico y radicado en Valparaíso a partir de 2003, cuando ingresó a estudiar Derecho en la U. Católica de esa ciudad, el actual alcalde Jorge Sharp siempre estuvo vinculado a movimientos sociales y a organizaciones que se levantaron, por ejemplo, ante la problemática del transporte, temas que abordó, además, como panelista de programas de radio de esa región. Desde esa experiencia transmite su crítica visión del rol que ha jugado el Partido Comunista al interior del gobierno y de los primeros pasos que están dando algunas de las 12 colectividades que buscan formar el denominado Frente Amplio, una nueva alternativa de la que forma parte al alero del Movimiento Autonomista.
¿Usted cree que triunfó en Valparaíso, como dicen algunos, porque hubo un voto de castigo a la Nueva Mayoría?
Se explica por diversos factores. Se logró expresar el trabajo político y social de un conjunto de organizaciones de Valparaíso que por diez años estuvieron demandando una forma de ciudad distinta. Hay un factor también de las fuerzas políticas de cambio, que están fuera del duopolio, de poner por delante una voluntad de confluencia y de poner por delante lo que nos identifica. Y también estos dos factores aprovechan la crisis política que hay. También es un elemento en ese resultado electoral.
¿Y por qué cree que el factor de crisis política no posibilitó que un resultado como el de Valparaíso se produjera en otras comunas?
En Valparaíso hay condiciones particulares. El malestar que hay en la ciudad es por problemas que van desde la basura hasta las bajísimas pensiones. Pero esos problemas también se dan en todo el país. Por lo tanto, esto podría ser extrapolable. También la primaria ciudadana que hicimos demuestra una madurez en Valparaíso. Y eso también tiene la perspectiva de ser punta de lanza o de contribuir a este proceso que están viviendo las fuerzas emergentes a nivel nacional.
¿Qué madurez política puede ofrecer este Frente Amplio de 12 partidos en formación? Solo uno de ellos, la Izquierda Autónoma, se quebró, y más encima lo hizo a través de los diarios...
Hay una primera cosa que señalar: el Frente Amplio hoy no es una realidad. Estamos en proceso de construcción de una alternativa política y social para el país, que no se decreta por una reunión o simplemente por decir que tenemos que enfrentar la coyuntura electoral de manera conjunta. Lo digo por lo siguiente: una cosa es construir un acuerdo electoral para irrumpir en el escenario, y otra cosa es proponerle a la sociedad una forma de entender el modelo de desarrollo de manera distinta. Hoy existe ansia electoral en algunos grupos. Creo que tiene que primar la reflexión colectiva de cada uno de los actores que son parte de esta mesa… La izquierda en Chile tiene que hacer una profunda reflexión y una profunda autocrítica respecto a la forma en que se ha pensado no solo en los últimos años, sino que en los últimos meses. Es muy fácil decir que lo que tenemos que hacer es juntarnos todos para formar una lista parlamentaria común. Es algo deseable, pero no es sencillo y está recién empezando a construirse.
¿Esa autocrítica debe venir de estos 12 partidos que quieren formar un Frente Amplio?
Sin duda.
¿Y cuál es esa autocrítica?
Son tres aspectos. En primer lugar, nuestra vocación transformadora. Es decir, para qué estamos haciendo esto. ¿Es simplemente porque queremos tener más representación parlamentaria o estamos dispuestos a impulsar un proceso de transformación democrática? En segundo lugar, cuál es nuestra voluntad efectiva de coalición. Lo digo por lo siguiente: no basta con que las directivas o ciertos referentes de las organizaciones estén de acuerdo con confluir. Aquí tiene que haber una decisión colectiva desde la base, porque sino podemos construir un acuerdo falso. Y lo tercero es cuáles son los intereses sociales que esta alianza en construcción va a representar. No podemos pensar en una alianza con cascarones vacíos.
¿Usted ve que esos aspectos que critica se están produciendo al interior de algunos de los partidos del Frente Amplio?
Yo soy crítico de la ansiedad electoral y de poner la carreta antes de los bueyes. Espero que el proceso de diálogo pueda ordenarse en base a estos tres aspectos que te señalo. Nuestras organizaciones tienen que dejar de mirarse el ombligo y mirar hacia la sociedad. Ese es el desafío. Lo digo para no repetir fracasos anteriores.
Como el Juntos Podemos...
Y muchos ejemplos más. El problema es que esta izquierda del siglo XXI que se está empezando a construir en Chile carga mucho de la experiencia del siglo XX. Debemos aprender de esos fracasos y mirar de forma distinta la realidad que nos impone la necesidad de construir una nueva alternativa.
¿Qué episodios ha visto usted que lo lleven a hablar de una autocrítica por parte de las agrupaciones que quieren formar un Frente Amplio?
Una reflexión que hay que hacer es que se debe entender que las elecciones son una oportunidad, pero no son la panacea para resolver la crisis de incidencia que tiene la izquierda en Chile. Es fundamental no caer en concentrar todos los esfuerzos en una lista parlamentaria común. Es deseable, pero hay que ir más allá. Yo veo esa ansiedad presente en varias organizaciones. Y creo que tenemos que ser capaces de superar eso.
¿Ve ese problema en parte de estas organizaciones del Frente Amplio?
Sí.
¿En cuáles?
El mensaje es general.
Usted habla de una crisis de incidencia de la izquierda. El Partido Comunista es de izquierda y es parte del gobierno. En el oficialismo hay dos tesis: los que creen que el PC impone sus criterios y los que creen que es la DC la que lo hace. ¿Usted ve que el PC no está influyendo?
Si miras los últimos 25 años, hay una crisis de incidencia profunda de la izquierda. Los cambios que se produjeron fueron de una perspectiva del perfeccionamiento del liberalismo.
Eso bajo la Concertación, pero le pregunto por la Nueva Mayoría.
Yo creo que la evidencia demuestra, a partir de lo que se llamaron reformas estructurales, que lo que termina primando es un tipo de reforma que no expresa la voluntad y anhelo de cambio profundo que representaron los movimientos sociales. El ejemplo más nítido fue el cambio al Estatuto Docente. El 85% del Colegio de Profesores estaba en contra de los cambios que se estaban haciendo. ¿Y qué se produjo en la última elección del Colegio de Profesores? El triunfo, precisamente, de quienes planteaban una visión distinta. Entonces, creo que hay que revisar críticamente la participación de las fuerzas de izquierda al interior del gobierno en materia de reformas. Creo que el saldo es negativo.
¿Se sienten decepcionados de cómo ha incidido el PC en el gobierno?
Es el PC y sus bases los llamados a realizar un balance crítico respecto a lo que ha sucedido con su participación. El dato claro es que hoy tenemos a un Partido Comunista que ha retrocedido sus posiciones en el movimiento social y que ha tenido que ponerle la firma a reformas que no expresan el anhelo de cambio social.
Una vez terminado este gobierno, ¿usted espera que el PC deje la Nueva Mayoría y se integre al Frente Amplio?
Yo veo al PC más cómodo y más cerca de la Nueva Mayoría que de la construcción de un campo político nuevo.
¿Qué quiere decir eso: que el PC estaría lejos de querer representar la lucha social?
Creo que el PC tiene una apuesta. Y por lo que han representado sus órganos colectivos y sus representantes, esa apuesta guarda relación con la mantención en el bloque de la Nueva Mayoría. Y esa posición nos aleja de ellos.
El Frente Amplio quiere tener 12 partidos y muy diversos. ¿Qué tiene que ver, por ejemplo, el Partido Liberal con el Partido Igualdad? ¿Cuál es la coherencia ideológica que ofrecen?
Sí, mira, yo creo que no existe un Frente Amplio hoy día. Hoy existe un conjunto de fuerzas que han iniciado un diálogo… Hay un desafío de corto plazo, pero de largo alcance. En este proceso debemos desarrollar la creatividad necesaria para ponernos de acuerdo los que pareciera ser que pensamos distinto. Y tenemos una coincidencia política en querer construir algo por fuerza de los dos grandes bloques. La segunda coincidencia tiene que ver con mantener la independencia del gran empresariado. Ahora, creo que queda mucho paño por cortar.
Ustedes hablan de buscar verdaderas transformaciones, pero resulta que con la DC en la Nueva Mayoría no se ha podido avanzar en algunas cosas. Entonces, ¿cómo sería el escenario con 12 partidos distintos?
Creo que el momento político exige un salto en madurez que quizás estas fuerzas no han tenido en el pasado… El problema del gobierno de Michelle Bachelet es que si bien intentó recoger, en un conjunto de reformas, el anhelo de cambio que se expresaba en amplios sectores sociales, estas reformas terminaron en el camino alejándose de esos intereses sociales. Ese fue un error grave… Hoy vemos un conjunto de cambios estructurales que la sociedad demanda y que no tienen domicilio político. Ahí tenemos un desafío.