Hace dos semanas, José Antonio Viera Gallo, asistió al último consejo mundial de la Internacional Socialista, en Ginebra. En la oportunidad, el ex diputado y ex ministro rindió cuenta de su misión en Venezuela tras la fallida visita al líder de la oposición de ese país, Leopoldo López, quien se encuentra en prisión.
A diez meses de que Michelle Bachelet asumiera nuevamente como Presidenta, quien fue durante su primer mandato ministro de la Secretaría General de la Presidencia, realiza un análisis político de la gestión del gobierno de la Nueva Mayoría.
¿Cómo ve a Bachelet a casi un año de su segundo gobierno?
El primer tiempo del gobierno de Bachelet ha estado caracterizado de una enorme lluvia de ideas y el gobierno se ha concentrado en algunos temas como sacar adelante las reformas tributaria, educacional y binominal. Creo que ahora hemos llegado al fin de esta primera etapa.
¿Cuál sería la segunda etapa?
Hecha ya la lluvia de ideas, yo parto de la base de que va a haber un cambio de gabinete, no sé cuándo, ni quienes, ni cuál va a ser su envergadura. El nuevo equipo tiene que afinar la puntería, para concentrarse en realizar los cambios en las propuestas que han surgido en este primer año. Un poco lo que la Presidenta ha hecho en ir afinando la agenda.
Ante un eventual cambio de gabinete, ¿estaría dispuesto a asumir un cargo en el gobierno?
Esa es una pregunta que no me pongo en la cabeza. Siempre he sido un servidor público. Ahora yo ya cumplí una función en lo público, no tengo ninguna ambición del cargo que ya tuve. Si de algo sirve, encantado y si no también.
¿Cuál es su diagnóstico frente a la baja en las encuestas?
El gobierno de Michelle Bachelet tuvo la enorme mala suerte de encontrarse con una economía en recesión y eso no estuvo suficientemente presente en el diseño original del gobierno. Incluso lo dijo Arenas recientemente. Toda desaceleración económica produce inquietud.
¿Ha habido falta de conducción por parte del gobierno?
No diría que existe falta de conducción. Lo que pasa que cuando llega un nuevo equipo, más joven, después de un gobierno de derecha, era casi imposible pensar que no iba a haber una válvula de escape de todos los cambios que la gente soñaba. Esta primera etapa fue de destapar la olla de presión cultural, reprimida. Ahora ese equipo, con los cambios que la Presidenta hará, se irá reorientando en las cosas que serán más posibles de hacer.
¿Cómo ha sido la instalación de este gobierno, comparado con el primero de la Presidenta, cuál ha sido más deficitaria?
Ha sido un poco parecido, en el sentido de que en el primer gobierno, Bachelet tuvo dificultades muy grandes, como fue la implementación del Transantiago, pero la buena forma en cómo enfrentó el problema hizo que repuntara y pudiera volver.
Usted fue presidente de la Cámara tras el retorno de la democracia, ¿cómo evalúa le gestión de transparencia del Congreso en los últimos meses?
Se ha avanzado bastante, pero falta transparencia. Falta poner información más amigable en la página web. Falta también mayor información de lo que hace cada parlamentario. Tercero, modificar algunos aspectos de la ley orgánica del Congreso para que las actas de las sesiones de las comisiones sean públicas.
En los últimos días la ley que regula el lobby se ha puesto en marcha, ¿qué le parecen las críticas del gobierno a la normativa?
Ha habido una opinión equivocada. En primer lugar, si le parecía al gobierno que era tan mala ley, no debiera haber entrado en vigencia hasta que no se dictara el reglamento. Tampoco podía vetarla porque ya había expirado el plazo. Pero también podrían haber enviado un proyecto de reforma a la ley sobre los puntos que más le parecía equivocados y no lo hicieron. Entonces tienen que implementar la ley, no solo de buena fe sino que con entusiasmo, porque este es un paso adelante en la transparencia.
¿Es perfectible la ley?
Todavía no es necesario. Es una buena ley, presentada el 2003 por Lagos, donde hice lo posible para que se despachara durante el gobierno anterior de Bachelet, pero no lo logré. Ahora se despachó y me alegro. En lo sustancial está bien.
Sobre el compromiso de gobierno de una nueva Constitución, ¿usted cree que se concretará en esta administración?
Si se apunta a cambios que esenciales, desde mi punto de vista no son más de cinco en la Constitución, yo creo que con razón se puede decir que se ha dado un paso muy significativo hacia una nueva Constitución. La Constitución tiene que ser considerada como una meta, no como un acto milagroso en que un día apareció una nueva Constitución.
¿De qué mecanismo es partidario?
No hay más que un método, no conozco otro, que es el que la Constitución permite.
¿Cómo lo ha hecho la Nueva Mayoría?
Ha terminado dando un respaldo importante al gobierno, aunque lo que no parece positivo son excesivas disputas internas. Pero es difícil que no las haya con un grupo tan heterogéneo.
¿Le ve proyección al bloque oficialista?
Depende de cómo le vaya a la Presidenta, si le va bien, como yo espero, obviamente la Nueva Mayoría se proyecta.
¿Usted es partidario de que Marco Enríquez-Ominami participe en una primaria oficialista?
Si entra al gobierno sí. Pero si entra al gobierno tiene que tener el acuerdo de todos los partidos de la Nueva Mayoría. Pero lo que no parece lógico es que una persona que se mantenga fuera del conglomerado del gobierno pida participar de primarias del conglomerado que se ha llevado el peso del gobierno.
Usted respalda la candidatura de Camilo Escalona a la presidencia del PS, ¿por qué no apoyó a Isabel Allende considerando su cercanía?
Porque uno hace una valoración política del minuto que vive el Partido Socialista dentro del cuadro más general de las cosas. Isabel está posicionada para ligas mayores. Podría tener proyección presidencial. A mí me parece que dirigir un partido no es lo más adecuado para esa proyección.
En su opinión, ¿qué figuras del PS son cartas presidenciales?
Con todo realismo hay que decir que es Isabel Allende, José Miguel Insulza y Ricardo Lagos padre. Lamento que no haya gente más joven que se proyecte.
En el caso de que Camilo Escalona fuera presidente del PS y Gutenberg Martínez de la DC, ¿cómo ve esa dupla al interior de la Nueva Mayoría?
Ambos son políticos que tienen larga trayectoria, enormemente responsables y con un espíritu unitario fuerte.
¿No sería volver a lo que fue la Concertación?
Si de eso se tratara, la Concertación me parece fantástica y la Nueva Mayoría la veo como la hija de la Concertación, pero no su negación.