José Luis Daza: "El próximo gobierno puede hacer show o implementar políticas serias para atacar la desigualdad"
Al economista chileno radicado en Nueva York le preocupa el tono del debate político-económico que existe en el país ad portas de los comicios de noviembre. "Esta elección es distinta. La Concertación dio un violento giro a la izquierda", advierte y aboga porque no se siga un camino rupturista y populista para enfrentar los problemas de justicia social.
A cargo de su hedge fund QFR Capital Management, José Luis Daza no para, menos con el escenario económico mundial revuelto como sigue hoy, pese al alivio de los mercados por el acuerdo alcanzado en EE.UU. esta semana sobre el límite de su deuda pública. Aun así, nunca se desvincula de Chile y menos ahora que a su juicio el país enfrenta una elección presidencial distinta a las anteriores. Reconoce en Michelle Bachelet una buena política, pero estima que en su totalidad su programa de gobierno "tiene un tono hostil a la inversión, especialmente cuando se acompaña de llamados a una nueva Constitución" y advierte en el ambiente "un tono populista muy latino". Respecto de la candidatura de Evelyn Matthei, considera que debe soltarse de las restricciones partidistas y mostrarse genuinamente. "Tiene que mandarse sola", es su consejo.
¿Cómo ve el escenario en Chile a un mes de las elecciones de noviembre?
Sigo a Chile desde Nueva York y mi interpretación de los eventos está influida por la distancia y el contexto global en que trabajo. En las últimas décadas nuestra sociedad ha sido exitosa a nivel mundial, en muchas dimensiones; es una historia política y económicamente exitosa. No hay ningún país del mundo occidental que en los últimos 30 años haya logrado mejorar más la calidad de vida de su población, sobre todo de los más pobres. Pero nuestros políticos y muchos formadores de opinión parecen no darse cuenta de lo difícil que ha sido lograr esto, de lo excepcional que ha sido Chile. Parecen dedicar gran parte del tiempo a mirarse el ombligo y ofrecen cantos de sirenas populistas que han fracasado múltiples veces en muchas partes del mundo.
De hecho, la mayoría de los candidatos presidenciales en carrera plantea fuertes críticas al estado actual del país y proponen cambios radicales.
El sistema necesita ajustes para atacar frontalmente problemas de inequidad, profundizar los logros alcanzados y consolidar su legitimidad. Los cambios se pueden hacer bien o mal. Pero parafraseando a Ricardo Caballero, no podemos responder a los serios desafíos de desigualdad, pobreza y crecimiento, con una pataleta de adolescencia social. El discurso rupturista, tan típico de nuestro continente, nos acercará más a sociedades fracasadas como Argentina, Venezuela o Ecuador, que al mundo desarrollado.
¿Esta discusión constituye un desafío o una amenaza para el modelo de desarrollo que ha seguido Chile?
Ambas. La economía mundial nos ofrece oportunidades excepcionales para acelerar nuestro desarrollo. Cambios tecnológicos continuarán modificando la forma en que producimos, consumimos, cómo vivimos, cómo y con quién competimos. Para aprovechar esas oportunidades necesitamos la institucionalidad adecuada, flexible. Podemos adaptar, modernizar nuestra institucionalidad económica, o podemos abandonar el camino seguido por 30 años.
En ese sentido, ¿qué se juega el país en las elecciones de noviembre? ¿La ve distinta a elecciones anteriores?
Mi impresión es que esta elección es distinta. En un quiebre con los últimos 20 años, la Concertación dio un violento giro a la izquierda, acercándose a la retórica rupturista y posturas comunes a la izquierda latinoamericana que han generado confrontación y pobreza.
¿Cómo ve la política en Chile frente a los cambios económicos requeridos?
La izquierda debe comprender que crecimiento económico, eficiencia, incentivos, son esenciales para lograr los objetivos de bienestar y mayor igualdad a que aspiran. La derecha debe entender que ser pro mercado es diferente a ser pro empresa. La generación de riqueza es un aporte a la sociedad; la apropiación de rentas no lo es. Debemos generar condiciones de competencia y regulación para que se minimice la apropiación de rentas.
En términos políticos, creo que lo más refrescante ha sido el surgimiento de Andrés Velasco. Culturalmente, políticamente y por historia de vida, viene incuestionablemente de la centroizquierda chilena. Vivió en el exilio. Pero también representa la izquierda con conocimientos de economía, no la fantasía imaginaria de la izquierda latina que hoy parece estar seduciendo a la Concertación. Ha sido valiente en la defensa de sus principios, pero le ha rendido frutos.
¿Cómo evalúa la candidatura de Evelyn Matthei? ¿Qué le falta para acortar la distancia con Bachelet?
Matthei es una candidata atractiva y ha armado un programa serio en temas económicos e institucionales. Le tocaron circunstancias muy difíciles. Puede ayudar a modernizar la derecha, la cual si no cambia en los llamados temas valóricos, está destinada al mismo futuro que los dinosaurios. Pero para tener chance me parece esencial que se mande sola, que siga sus principios, sus valores. Un líder político que no se guía por sus principios e ideas y sigue instrucciones de partido, no es particularmente seductor. Tiene que mandarse sola; ojalá se suelte de las restricciones partidistas y se muestre genuinamente.
¿Y Bachelet?
Ella es una muy buena política. Es genuinamente simpática, empática y es alguien que no busca la confrontación. Pero veo algunos problemas importantes: tiene dificultades en la toma de decisiones con información incompleta o contradictoria. Bajo condiciones de incertidumbre no busca minimizar el daño de tomar la decisión equivocada, lo que expone al país sistemáticamente a serios problemas. Lo podemos ver simbólicamente al comienzo y al final de su gobierno. Al llegar al poder decidió de inmediato lanzar el Transantiago. A un bajo costo podría haber esperado unos meses para ver si estaba listo; sin embargo, lo lanzó rápidamente, coincidiendo con la apertura del año escolar. No estaba listo y generó uno de los mayores desastres de políticas públicas en las últimas décadas. Al final de su gobierno se encuentra en la difícil noche del terremoto. Frente a información contradictoria e incompleta con respecto al tsunami tenía dos alternativas: dar orden de evacuar o indicar que la gente se quedara en sus casas. Si ordenaba evacuación y no había tsunami, habría sido un inconveniente para la población, pero no habría tenido mayor consecuencia. La otra alternativa era dar orden de no evacuar; si se equivocaba y había tsunami, las consecuencias serían graves. Optó por esta segunda opción.
El segundo problema es que siendo gran política, no parece estar dispuesta a correr los costos asociados a ser líder. Para ser líder hay que liderar a "la calle", no sólo escucharla; hay que seducir, ilusionar, y muchas veces ir contra los sentimientos de "la calle". Hay que estar dispuesto a usar el capital político. Mandela, desde mi punto de vista uno de los grandes líderes del último siglo, en muchas ocasiones actuó en contra de lo que quería la inmensa mayoría de población negra, en contra de "la calle", permitiendo que Sudáfrica no viviera el revanchismo que azotó al vecino Zimbabwe.
Cómo lo haría Bachelet
¿A qué atribuye el malestar social que manifiesta hoy una parte importante de la población?
Es un problema mundial, complejo, que involucra crecimiento en las aspiraciones de nuevas clases medias, demandas por servicios, redes de comunicación, desigualdad.
¿Para solucionarlo se debe mejorar o modificar el modelo económico?
Creo que las soluciones vienen de varios frentes, pero en el centro está el crecimiento económico. El crecimiento es esencial para generar oportunidades y recursos. La legislación económica requiere ajustes, refinamientos, profundizaciones, pero el arrebato no nos hará progresar más rápido.
¿Es hoy la desigualdad o la falta de justicia social el principal problema que enfrenta Chile?
Además de un tema ético, la desigualdad es fuente de inestabilidad política y terreno fértil para el populismo. Más importante que la desigualdad de ingresos, aunque altamente correlacionada, es la desigualdad de oportunidades lo que atenta contra una sociedad justa y estable.
¿Cómo ve a Chile desde esa perspectiva comparado con otras sociedades?
Nos queda mucho camino por recorrer. En un plano creo que hemos mejorado mucho. Si comparamos la canasta de consumo de los más ricos de hoy y de los más pobres, las canastas son mucho más parecidas de lo que eran hace 30 años. Sin embargo, eso no ha ocurrido con el ingreso ni con la riqueza.
Dentro de esa discusión, la candidatura de Bachelet propone una nueva reforma tributaria que eleva la carga impositiva en tres puntos del PIB y elimina el FUT. ¿Cuáles pueden ser sus efectos?
En su totalidad, el programa de Bachelet tiene un tono hostil a la inversión, especialmente cuando se acompaña de llamados a una nueva Constitución. Hay que ser ingenuo, iluso, pensar que cambios de esta naturaleza en un país latinoamericano no van a hacer caer la inversión y el crecimiento.
No obstante, ellos señalan que se trata de responsabilidad fiscal porque avanzarán en una reforma a la educación que demanda financiamiento permanente.
Esta propuesta está patas para arriba. Primero habría que ver qué programas quieren llevar adelante, evaluar su costo y finalmente contemplar su financiamiento. Ellos parten al revés; aunque hay muchos ateos en la Concertación, del cielo se determinó que necesitan sacarle al sector privado 3% del PIB y después se nos dirá qué hacen con la plata.
En ese contexto, si finalmente es Bachelet la triunfadora, ¿cómo anticipa su segundo mandato?
Todavía está por verse quién dirigirá el equipo económico si ella gana. Hay gente de excelencia en la Concertación: De Gregorio, Cortázar, Engel, son mentes de primer nivel y tienen conocimientos de vanguardia. Si ellos son influyentes, seré mucho más optimista. No sabemos a quién escuchará la Presidenta. Me preocupa que las fuerzas populistas de América Latina son como un hoyo negro que atrapa en el subdesarrollo a todos los países que intentan alejarse y tener políticas más cuerdas. Hasta ahora somos los que hemos tenido más éxito, pero veo menos disposición política a pelear contra las fuerzas de la ignorancia y el atraso que nos mantendrán en el subdesarrollo. Hay en el ambiente un tono populista muy latino.
¿Cree que Alberto Arenas, en caso que fuese su ministro de Hacienda, podría jugar un rol como el de Andrés Velasco en su gobierno anterior?
No lo conozco lo suficiente como para opinar sobre él como técnico, pero me tocó estar en Chile para la presentación inicial de la reforma tributaria, la cual fue bastante desprolija. No coincidían sus números con los de la candidata. También ha hecho declaraciones muy ideologizadas sobre la provisión de servicios del sector privado al Estado que no ayudarán a Chile a ser más próspero o más justo.
¿Cómo anticipa el escenario económico que enfrentará al próximo gobierno? ¿Se podrán mantener tasas de crecimiento sobre 5%?
Se acabó el viento de cola. Tenemos que remar. Los últimos 10 años fueron una época dorada para América Latina y Chile. El FMI estima que el aumento de los commodities y caída de precio de bienes importados significó para Chile un traspaso de más de 100% de nuestro producto. La caída de tasas de interés en el mundo también dio un fuerte impulso. Ambos se acabaron. Además, estamos con pleno empleo. Para crecer tenemos que aumentar la productividad. Sin políticas que fomenten la inversión, el ahorro, la incorporación de nuevas tecnologías, no veo por dónde vamos a crecer al 5% en forma sostenida.
Por lo tanto, ¿cuáles son las reformas clave que debe abordar sí o sí el próximo gobierno?
El próximo gobierno puede hacer show o diseñar e implementar políticas serias para atacar la desigualdad. Es difícil de resolver y requiere tiempo, perseverancia, inteligencia. Involucra el aumento de la productividad de vastos sectores de nuestra población con bajos niveles de educación y que trabajan en actividades con poca capitalización y tecnología. En el corto plazo, la forma más eficiente es aumentando el empleo. Para ello se requiere inversión. Las políticas tributarias pueden jugar un rol, pero hay que ser cuidadosos, porque suelen ser ineficientes en la recaudación y distorsionadoras en los incentivos.
También creo que hay mucho que hacer en el área regulatoria para aumentar la competencia en vastos sectores de la economía. Hay legítimos cuestionamientos de integración vertical y horizontal, y asimetría en relaciones económicas. Pero esto se puede analizar y resolver en forma técnica, eficiente, que efectivamente logre los objetivos deseados.
"Piñera no hizo reformas fundamentales"
¿Cómo evalúa el gobierno de Sebastián Piñera?
Piñera gestionó bien el aparato estatal, pero no hizo reformas fundamentales que afecten la eficiencia ni la tasa potencial de crecimiento de la economía. No avanzamos en educación ni en flexibilidad laboral y retrocedimos en incentivar la participación de la mujer en la fuerza laboral. Para mejorar la educación tenemos que tener mejores profesores. Hay que, simultáneamente, aumentar en forma masiva las remuneraciones para atraer gente más preparada y facilitar el despido de profesores malos. Ambas medidas deben ir de la mano. Después debemos discutir sobre contenidos y finalmente sobre el financiamiento. Pero la discusión se dio al revés.
¿Hizo bien Piñera en embarcarse en una reforma tributaria que dejó abierta la discusión para las elecciones?
Piñera hizo un daño al sacarles el piso a los sectores más razonables de la Concertación. La reforma tributaria, el 7% de los jubilados y el posnatal fueron medidas bastante populistas. Buen show, pero paso atrás para el bienestar general.
También hizo suyo el discurso pro derechos del consumidor y el de castigo a las empresas que abusan.
Si las empresas no cumplen con las reglas establecidas vendrá un backlash político fuerte. Sobre todo en un país con mala distribución del ingreso. Ser pro mercado no es ser pro empresa. Hay temas de organización industrial complejos que requieren de regulaciones fuertes y claras para asegurar la competencia y minimizar rentas oligopólicas o monopólicas.
¿Cómo nos afectan los cuestionamientos a cifras como las de pobreza y del Censo?
No sé si el Censo estaba mal o bien hecho. El caso refleja las debilidades y fortalezas de Chile. Entre las debilidades me impresiona que en Chile prácticamente no haya PHDs en estadísticas. De inmediato deberíamos becar a jóvenes a las mejores universidades del mundo. Lo segundo es la alta dependencia de la institución en una persona. Esto refleja debilidad institucional; ¿cómo puede una persona determinar si el censo es un éxito o fracaso? Finalmente, debemos estar orgullosos de que el problema salió a la luz pública, el gobierno lo admitió y se buscó una solución. Sospecho que ningún otro país de América Latina habría reconocido el error, si es que lo había.
Escenario mundial para 2014
Economía internacional: "Crecimiento mediocre a nivel mundial, tasas de interés algo más altas, EE.UU. creciendo a algo más que 2%, Europa estancada, pero sin implosionar todavía, Japón recuperándose cíclicamente y China luchando por crecer sobre el 7%. Los bancos centrales de Europa, EE.UU. y Japón han apagado las llamas de crisis financiera. Por el momento probablemente haya calma hasta que la Reserva Federal empiece a subir tasas, que no será por varios años. Tendremos algunas turbulencias cuando anuncien que disminuirán las compras de bonos del Tesoro".
EE.UU.: "Su recuperación seguirá a un ritmo de 2% a 3%, lo que no es malo, pero tampoco un boom. Las empresas están con buenas condiciones de liquidez, el endeudamiento ha bajado, la riqueza neta de los consumidores ha aumentado gracias a la recuperación de la Bolsa y de las propiedades. Pero el gobierno seguirá con una política fiscal restrictiva y la incertidumbre regulatoria y de impuestos genera incertidumbre, lo que afecta negativamente la inversión que sigue deprimida".
Europa: "En su totalidad Europa seguirá estancada o crecerá marginalmente. Algunos países se recuperarán más rápido que otros. Eventualmente Portugal, Italia y posiblemente Francia tendrán que reestructurar sus deudas y el estado de bienestar, pero pasará mucho tiempo antes de llegar a esa situación".
Japón: "La política monetaria dará un impulso temporal; puede durar un par de años. Pero sin reformas estructurales no crecerán y eventualmente enfrentarán la crisis de deuda más grande que jamás hemos visto".
China: "Está haciendo un rebalanciamiento difícil y riesgoso. Deben bajar la tasa de inversión y aumentar el consumo, sin que la economía se desacelere mucho, porque se generaría un gran problema en los bancos. Creo que la tasa de crecimiento irá bajando hacia algo más cercano al 5 % durante la próxima década".
Latinoamérica: "Venezuela es un estado en proceso de desintegración. Se viene una maxi devaluación y posiblemente una hiperinflación. El manejo económico es desastroso. En Argentina no habrá una crisis de balanza de pagos tradicional, pero racionarán los dólares y estrangularán más y más la economía".
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