El 11 de marzo, el secretario general de la OEA estará presente en la ceremonia de cambio de mando presidencial en el Congreso, en Valparaíso. En los últimos días confirmó su asistencia a la segunda asunción de Michelle Bachelet. Por ningún motivo quiere ausentarse del regreso de la Concertación, hoy Nueva Mayoría, al poder. Insulza ha seguido con atención los acontecimientos en Chile desde Washington. Como siempre, pero cada vez con más ganas de volver, aunque su mandato al frente de la OEA expira en 2015.

¿Qué hará el primer día de junio de 2015, cuando ya no sea secretario general de la OEA?

Fui nombrado subsecretario de Relaciones Exteriores, el 11 de marzo de 1994. El mismo día que la Presidenta Bachelet asuma voy a cumplir 20 años ocupando cargos públicos sin ningún día de interrupción. Cuando me nombraron ministro del Interior me quedé sentado en la bancada, porque estaba entrando el nuevo gabinete y yo estaba ahí.

De pronto uno quiere tener la posibilidad de mirar las cosas con mucha calma. Le puedo asegurar que el día que me vaya de la OEA, voy a volver a Chile, voy a volver a la política y ahí voy a mirar con mucha calma qué es lo que voy a hacer. No descarto nada, pero quisiera darme un tiempo para mirar la realidad política del país.

Ya no fue parlamentario en este período, pero todavía puede ser ministro. Si dice que prefiere mirar desde afuera, la presidencia del PS también estará disponible...

No descarto nada. Me voy a mantener activo en la política y después de 20 años, uno tiene que tirar un cable a tierra, como dice Fito Páez, y decidir qué es lo que se quiere hacer. Voy mucho a Chile, veo los diarios, pero no es lo mismo estar ahí. Me pone contento cuando veo a la gente en la calle que me saluda, que me digan cosas, siento que me estoy reinsertando en mi mundo.

Ese mundo vivirá un segundo gobierno de Michelle Bachelet, que ya se anticipa complejo antes de asumir, con las polémicas en que se ha envuelto por las designaciones, pero además, por la efervescencia social imperante... ¿Cómo cree que será ese mandato?

Esta vez hay mucha expectativa y también mucho escepticismo de algunos sectores. Por lo tanto, la partida es fundamental y el gobierno tiene que ponerse a trabajar ya. En cuáles temas, en los tres que ha planteado ella, reforma tributaria, educacional y nueva Constitución. Pero no hay que dejar de lado otros que surgen por la realidad, como el crecimiento económico. Hay que retomar el ritmo de crecimiento en un momento en que la región está pronosticada para crecer menos que el conjunto de la economía mundial el próximo año. Es un desafío muy grande. No puede ser dejado de lado, porque de eso depende el empleo y un montón de cosas más. Además de la factibilidad de cumplir el programa. Y el tema energético es un tema central, y yo agregaría el tema mapuche. Son tres desafíos adicionales a los ya planteados en el programa.

¿No le parece demasiado ambicioso su programa para cuatro años de gobierno?

La reforma educacional, tributaria y una nueva Constitución son los ejes y es viable. Es posible en la medida que tengamos claros cuáles son los contenidos que queremos asegurar, por ejemplo, en la Constitución. Después buscamos el mecanismo, como ella ha dicho participativo, puede ser una asamblea constituyente.

¿Es partidario de una asamblea constituyente?

No descarto nada, en la medida en que alguien me diga qué quiere hacer con la Constitución. Pero tirarse al vacío con una asamblea no es el punto. Creo que nadie lo está planteando así. La presidenta decidirá qué mecanismo usa. Con el Presidente Lagos hicimos reformas muy importantes que justificaron que se hablara en ese momento de una nueva Constitución. Incluso, no olvidemos que la firma de la Constitución actual es del Presidente Lagos.

 ¿Le pesa no haber propiciado un cambio más profundo a la Constitución?

Entiendo el anhelo de mucha gente de tener una Constitución completa aprobada en democracia. Tal vez es lo único que nos faltó en el período del Presidente Lagos, junto con deshacernos del sistema binominal. Habría sido una buena idea llevar a plebiscito la reforma constitucional, ahora mirando en retrospectiva, nunca se me pasó por la mente, ni siquiera lo propuse. No estoy en contra de una asamblea constituyente, por el contrario, además, los balances y equilibrios políticos serían similares a los que hoy hay en el Congreso Nacional. Tampoco sería un cambio muy sustantivo. No estoy en contra de un cambio constitucional, no estoy en contra de un plebiscito, pero lo importante es tener de cara a la sociedad una discusión de lo que se quiere lograr, eso es perfectamente factible en cuatro años.

¿El Presidente Lagos dice que la derecha no estuvo disponible para algunos cambios sustantivos, cree que lo estará ahora para conseguir una nueva Constitución?

No hay que descartar a nadie a priori en la construcción de acuerdos, pero tampoco ningún partido pequeño puede atribuirse el derecho a vetar los acuerdos. Estoy convencido de que hoy en el Congreso chileno, con una buena conversación y negociación, respetando los derechos de cada cual, se puede adquirir una mayoría más que suficiente para las grandes reformas. Con todo respeto, para la reforma al binominal me tomo la mayoría de uno, con una mayoría que tenga lo hago. Pero una reforma constitucional completa requiere más que una mayoría de uno o simple. Y eso significa construir con  paciencia los acuerdos necesarios.

Usted fue ministro del Interior y la presidenta electa designó a Rodrigo Peñailillo, ¿coincide con quienes plantean que es una apuesta arriesgada por su falta de experiencia política, justo cuando se necesita construir ese tipo de acuerdos del que habla?...

La experiencia política es muy importante. Experiencia hay mucha y el haber sido jefe de gabinete de la presidenta durante cuatro años, haberla acompañado, estar en contacto siempre con ella mientras estuvo fuera del país, es decir, cuatro años más, son experiencias más que suficientes para ser jefe de gabinete. Nadie tiene una escuela política como esa. Lo importante es que es una persona bien dispuesta y tiene que tener claro que tiene que encabezar el diálogo.