De visita en Chile, el director ejecutivo para las Américas de Human Rights Watch (HRW), José Miguel Vivanco, conversó con La Tercera sobre la situación en Venezuela, tras participar en un encuentro sobre el tema en el Centro de Estudios Internacionales UC.
El dirigente opositor venezolano Antonio Ledezma pidió a su sector tener "cuidado con caer otra vez en trampas de diálogos". Usted mismo, incluso, se ha mostrado bastante crítico sobre el tema del diálogo. ¿Por qué?
Porque la crisis de Venezuela no es producto de la falta de diálogo. Aquí no me parece que sea esa la fórmula para enfrentar la situación. En estas materias, cuando la gran pregunta es qué se puede hacer para influir positivamente y salir de una situación de crisis tan grave como la que atraviesa Venezuela, es importante tener un diagnóstico correcto, adecuado de la situación local. Si uno llega a la conclusión que efectivamente esta situación se deriva de la polarización y el virtual choque de trenes entre fuerzas equivalentes y que hace falta una mediación, eso podría justificar el promover, facilitar, mediar entonces un diálogo por parte de la comunidad internacional. Pero yo creo que el diagnóstico es otro. Se insiste en una fórmula que deja la sensación de que aquí hay una especie de corresponsabilidad entre dos actores y que por eso hay que impulsar un diálogo, una fórmula que arranca de un mal diagnóstico y que ha permitido agravar más la situación interna. La crisis de Venezuela se debe al récord dictatorial de un régimen que comete gravísimas y masivas violaciones a derechos humanos en total impunidad y que no le rinde cuentas a nadie. Claramente estamos frente a un régimen dictatorial, una tiranía que concentra todo el poder, que se aferra al poder. En todo ese contexto que la jefa de Estado chilena sea renuente a calificar las cosas como son y se quede en que este régimen fue elegido democráticamente, es inconsistente con las posiciones de Chile. Chile a través de su Cancillería, en el marco de la OEA, ha afirmado que aquí hay una ruptura del orden constitucional en Venezuela. Pero lo más grave es que sugiera que la solución a los problemas de Venezuela supone un diálogo entre oposición y gobierno. Yo creo que eso es un grave error y es un error que a estas alturas un jefe de Estado bien informado sobre la situación de Venezuela no debería cometer.
¿Cómo visualiza la situación en Venezuela a partir del lunes si finalmente Maduro realiza las elecciones a la Asamblea Legislativa, considerando que usted ha advertido que el país se encuentra "al borde del abismo"?
Si Maduro insiste en ese proyecto yo creo que la situación va a ser francamente crítica, muy, muy crítica. Creo que la responsabilidad de algunos gobiernos latinoamericanos no disminuye, no se reduce, crece. Y creo que la situación de la gran mayoría de los venezolanos va a ser totalmente desesperada. El régimen va a intentar blindarse con un barniz –no le da para más- de un ejercicio popular democrático, pero con una estructura abiertamente fascista, que va a hacer todavía mucho más difícil una salida democrática, negociada, razonable y en el corto plazo a esta situación donde el pueblo venezolano está en una indefensión total.
Usted ha dicho que en Venezuela actualmente hay una "dictadura cívico-militar". ¿Qué participación tienen hoy los militares en el Ejecutivo?
Fuertísima. Tienen presencia en el gabinete, son los encargados de la distribución de alimentos y medicinas. El grado de corrupción es enorme en ese tipo de negocios y de fiscalización es cero. Recuerde que la estructura militar de Venezuela es absolutamente excéntrica. El Ejército cuenta con 2.000 generales. Estados Unidos, que es la potencia más grande del mundo, cuenta con 800 generales. Además, ocupan tareas muy fuertes, muy importantes en materias represivas, en el gabinete, no solo en la Secretaría de Defensa, sino también en Interior, en cuestiones policiales, en todo lo que tiene que ver con la represión de las fuerzas de inteligencia, en particular el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin). No le rinden cuentas a nadie y son los encargados también de promover y adelantar los procedimientos en las instancias militares contra civiles que han sido detenidos en sus casas o en las calles, en protestas y los están juzgando de acuerdo con el Código Militar por traición a la patria, por rebelión y figuras de esa naturaleza.
¿Se puede decir que entonces los militares son el poder real y que Maduro solo es una fachada?
No. Da la impresión que aquí hay una serie de grupos de poder. Maduro y su señora, Cilia Flores, detentan, concentran y representan un poder específico. Diosdado Cabello tiene otras alianzas. El vicepresidente Tareck El Aissami responde a otros intereses. Cada uno de estos se mueven con sus propios centros de poder, con sus propias lógicas y protegiendo sus intereses. Hay unos grados de corrupción enormes hoy día entre aquellos que administran los recursos del Estado en Venezuela. Hay algunos que tienen parte del control del Poder Judicial y otros que tienen más bien influencia o control en otros sectores de las fuerzas militares o de los aparatos de inteligencia. Es una organización que no tiene, desde luego, una estructura institucional propia de un régimen democrático y por ello es que creo que califica perfectamente hoy día como abiertamente de carácter dictatorial, donde el dictador no le rinde cuentas a nadie y hace lo que le da la gana con la libertad de las personas.
¿Cuán monolítico es hoy el apoyo al gobierno por parte de las Fuerzas Armadas venezolanas, porque dirigentes opositores han dicho que hay militares encarcelados?
Hay varios que están detenidos, incluso hay un muy conocido militar, el general Raúl Isaías Baduel, que lo detienen cada cierto tiempo y aparentemente es una figura muy influyente dentro del Ejército. Pero recientemente hay antecedentes de militares que están en (la prisión de) Ramo Verde y que, según la información que hemos recibido, se han negado a cumplir órdenes que implican salir a reprimir. Pero no hay muchos antecedentes. La verdad es que todo esto es bastante difícil de investigar y de conocer, porque el régimen aplica todos los controles a su disposición para impedir que esto se conozca.