Son 15 para las nueve de la mañana y Josefa Errázuriz está sentada en una mesa frente a una fuente con pan amasado, palta, pie de limón y queque. Está en el departamento de la señora María Elena, quien junto a otras cuatro partidarias comparte el momento de la "Pepa" frente a la prensa.
A diferencia del desayuno en un hotel de su contrincante, aquí el living lleno de cuadros color pastel en las murallas se hizo estrecho.
La mañana parte con Errázuriz hablando del intervencionismo del que fue acusada por el comando de Matthei. La alcaldesa se limita a decir que se confunde buena gestión con intervención.
Luego pone un par de cucharadas de azúcar en su café remarcando que no usa edulcorantes. También dice que su única cábala electoral es usar algo celeste. Esta vez es un pañuelo que lleva amarrado al cuello.
En los cerca de 45 minutos que duró el desayuno, Errázuriz se vio algo incómoda mientras cada una de las vecinas alababa su administración. Todas hablaron. "No es una figura inalcanzable", dice una. "Nos dio la posibilidad de armar la comuna", dice otra. Todas las mujeres, que están en el rango de edad de los 64 años de Errázuriz, dicen estar seguras de su triunfo. La más optimista de todas dice: "Que el triunfo de hoy sea el primer paso. Queremos verla gobernando el país".
Josefa Errázuriz solo sonríe.
Un rato más tarde la alcaldesa confesaría que a las 5 y media de la mañana recibió una llamada de su "mamita Raquel", la mujer que la crió cuando niña. Como si Raquel anticipara algo, le dijo a Errázuriz: "No nos podemos dormir".
Sufragio
Liceo Lastarria. Mismo lugar de votación que Matthei, pero con una hora y media de diferencia. Josefa Errázuriz llega a las 10 y media, y a diferencia de lo que ocurrió con la ganadora de le elección, Errázuriz es vitoreada.
Acompañada de la diputada Maya Fernández y del concejal del PRO, Jaime Parada, la alcaldesa es recibida por un grupo de partidarios en la misma calle. Esto es ruido y éxtasis político de otros tiempos. Errázuriz entra al liceo mientras la gente grita, "Pepa sí, otra no", y "eh, eh, eh, Josefa otra vez".
A la salida del local, Josefa Errázuriz dijo a La Tercera: "Estoy feliz, radiante, muy esperanzada porque efectivamente hemos hecho una muy buena gestión, muy participativa, muy de los vecinos y eso se va a coronar hoy con un triunfo para poder profundizarlo más".
Errázuriz tenía razones para estar optimista. En 2012 había derrotado a Cristián Labbé, uno de los alcaldes bastión de la derecha, en una de las comunas emblemáticas del país como es Providencia. Esa vez, su victoria fue maciza: 55,93% contra un 44,07% del coronel.
Tarde
Errázuriz no tardó mucho tiempo en reconocer su derrota. Pasadas las 7 de la tarde llegaba en una camioneta Honda a su comando de calle Marchant Pereira, a unas cinco cuadras del comando de su contrincante.
Frente a sus partidarios, reconoció el resultado, que al cierre de esta edición y con 99,8% de las mesas escrutadas arrojaba un 53,21% para Matthei y un 42,17%. para Errázuriz. Su discurso, eso sí, tuvo dardos dirigidos a la campaña de su rival: "Hicimos lo que creemos que se debe hacer: una campaña limpia, ciudadana y por eso, cada uno de nosotros y de nosotras, debe estar orgulloso".
Luego admitió que problemas en el padrón electoral pudieron pasarle la cuenta. La frase del conformismo y que retumbó en Marchant Pereira fue: "Esta comuna ya no es un lugar de tiranías".