Josep Borrell posee una larga trayectoria política y no sólo en España. De la mano del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) fue ministro de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente durante el gobierno de Felipe González (1991-1996) y luego presidente del Parlamento Europeo (2004-2007). Borrell se encuentra en Chile, invitado por la Fundación Salvador Allende para participar de una charla sobre "los desafíos del progresismo en el nuevo escenario internacional", que tendrá lugar el lunes en el ex Congreso. En entrevista con La Tercera, habló de la crisis catalana, el complejo momento del socialismo en Europa y de las elecciones en Chile.
¿Qué reflexión saca de la "cuestión catalana"?
Ha sido un salto al vacío que se ha encontrado con el rechazo de la UE, con la falta de reconocimiento internacional y con la inevitable reacción del Estado. Pero ese intento no conducía a ninguna parte como la realidad se ha encargado de demostrar.
¿Qué espera para las elecciones del 21 de diciembre?
Espero que no haya una mayoría independentista, espero que muchos se hayan dado cuenta de que intentar romper la legalidad constitucional de un país democrático como España, es algo que no puede dar ningún resultado y entiendan que los problemas que hay solo pueden resolverse a través de una discusión o un acuerdo, pero no rompiendo las reglas del juego.
¿El PSOE logró superar las divisiones internas que lo aquejaban?
Las divisiones ya fueron saldadas. Hubo un año crítico, pero se resolvieron de una manera muy democrática, a través de unas elecciones internas en las que los militantes se pronunciaron de manera muy clara, eligiendo a Pedro Sánchez de nuevo como secretario general, lo que podemos calificar como una verdadera resurrección política de un líder que remó contra corriente.
¿Cuál es su visión sobre el izquierdista Podemos?
He dicho varias veces que Podemos es la expresión de un estado de ánimo de la sociedad española duramente golpeada por la crisis. La expresión de un descontento, de un rechazo a unas medidas de ajustes presupuestarios y la austeridad en Europa que causaron mucho dolor social, que los grandes partidos tradicionales no habían sido capaces de canalizar, en particular el Partido Socialista desde el gobierno. Pero Podemos está perdido en su laberinto territorial, en una posición poco clara en torno a la soberanía y en torno a la cuestión catalana. Parece evidente que está perdiendo apoyo. No encuentra un discurso de Estado, están divididos en diferentes liderazgos territoriales.
¿Cree que el socialismo en Europa enfrenta hoy desafíos más complejos que hace unos años?
No pasa por un buen momento, las cosas hay que reconocerlas como son. El Partido Socialdemócrata alemán ha conseguido los peores resultados de su historia, en Francia sufrió una derrota, en Italia prácticamente no se sabe dónde está, pero en cambio en Reino Unido tiene al señor (Jeremy) Corbyn que está acreditado con 40% de intención de voto, algo que hacía tiempo que el Partido Laborista no veía. Pero los problemas de Europa no son del socialismo, son de Europa, es todo el continente el que se enfrenta al contra choque de la globalización, al envejecimiento, al problema de los inmigrantes, a las nuevas amenazas en las fronteras con Rusia.
Pero esos mismos retos facilitaron el surgimiento de partidos extremistas...
Sí, en algunos países la protesta se manifiesta por la extrema derecha, como es el caso de Alemania, y en otros países por la izquierda, aunque hay algunos movimientos que no se califican ni de izquierda ni de derecha, buscando nuevos marcos de referencia conceptual, argumentando que esos pertenecen a otro momento histórico. Eso es típico del populismo, consecuencia de las crisis.
¿El socialismo tiene alguna estrategia para enfrentar estos retos?
Ahora los socialistas europeos han tomado clara conciencia del grave problema que es el crecimiento de la desigualdad. Es cierto que en algunos países la socialdemocracia ha perdido apoyo, pero ahora está en un proceso de renovación, de los cuales Portugal, España y Reino Unido son los ejemplos más claros. Con un gran éxito en Portugal, el ministro de Hacienda portugués acaba de ser elegido presidente del grupo que reúne a los ministros de Economía y Hacienda europeos, en Reino Unido Corbyn tiene unas excelentes expectativas electorales, y en España ha superado la grave crisis interna que tenía hace un año.
¿Cómo describiría el escenario actual al que se enfrenta la UE, con Merkel debilitada, Macron que busca un liderazgo continental y el Brexit?
No es una situación fácil, pero está en mejores condiciones que hace un año. El Brexit no ha producido un contagio, ha tenido más bien un efecto vacuna. Cuando ocurrió el Brexit se vaticinaba que eso produciría otros países buscando la salida, pero al contrario, se han visto las dificultades que implicaba salir de la UE, los costos. Hemos retomado el crecimiento económico, Europa está volviendo a crecer, la crisis ha sido muy dura. El problema es la divergencia entre países.
¿Cuál es su visión sobre el socialismo en América Latina?
No soy un experto, pero no se puede hablar del socialismo en América Latina como hablamos del socialismo en Europa. En Europa el socialismo es una ideología que se comparte en distintos países. En América Latina no hay muchos denominadores comunes. Venezuela es un caso muy aparte. Yo no le llamaría socialismo.
¿Y en Chile?
Es un experimento que atrae mucho la atención en Europa, saber si el candidato Guillier puede reunir a su alrededor a un espectro político con todas las fuerzas progresistas, desde la ex Concertación hasta lo que en España podría ser Podemos, que ustedes llaman Frente Amplio. En España fracasó ese intento, y por eso se mira con mucha atención lo que está pasando en Chile, porque podría ser la primera vez en que se produjera esta unidad entre lo viejo y lo nuevo.