Han pasado dos años desde que la familia Gallardo Ramírez se contactó por última vez con su hijo Carlos, en ese entonces de 24 años, quien se encontraba viviendo en España mientras cursaba un programa de intercambio en la Universidad de Coruña.

En agosto de 2015 el joven oriundo de Cañete terminó el programa de estudios en el extranjero y comenzó su ansiado viaje por Europa, donde planeaba visitar a varios de sus nuevos amigos en sus países de origen. Tenía programado retornar a Chile el 3 de septiembre para retomar su último año de Fonoaudiología en la Universidad del Desarrollo.

El 10 de agosto de ese año se contactó con sus cercanos por última vez desde Viena. Esa fue la última noticia que se tuvo sobre su paradero.

Rápidamente la familia comenzó su búsqueda: llamaron a las autoridades consulares en el extranjero, establecieron comunicación con las policías y organismos no gubernamentales de varios países, repasaron cada detalle del itinerario del viaje de Carlos con sus ex compañeros de universidad, accedieron a sus redes sociales y también viajaron a Suiza, Austria y Alemania para recabar información. Incluso contrataron a investigadores privados para que aportaran en la investigación.

Durante esta semana, su madre Gladys y su hermana Marcela se encontraban en Alemania participando de un programa de televisión especializado en personas desaparecidas. Un reportaje que comenzaron a grabar en Cañete.

En este país fueron contactadas por la policía que les informó que halló un cuerpo en el parque de Berchtesgaden, en el estado de Baviera, el que tenía algunas pertenencias del joven.

Luego de que la noticia fuera a dada a conocer por los medios, la familia comunicó a través de la página de Facebook "Encontremos a Carlos" (creada en 2015) que permanecen a la espera del ADN para confirmar si el cuerpo corresponde al estudiante.

La búsqueda

Esta no es la primera vez que la familia Gallardo Ramírez recibe la noticia de que se encontró un cuerpo que podría corresponder a Carlos.

Marcela, su hermana mayor, esta en permanente contacto con las policías de Alemania, Suiza y Austria, quienes le informaban tanto de los hallazgos de cadáveres, como también de las pistas y testimonios entregadas por particulares.

Por ejemplo, en octubre de 2015 un ciudadano peruano dijo haberlo visto en un tren en Zürich y describió que tenía un aspecto descuidado, usaba el pelo y la barba larga, y no portaba mochila ni artículos electrónicos.

Sin embargo, ni la policía ni los investigadores privados llegaron a resultados concluyentes sobre su paradero. En paralelo, se declaró alerta roja para su búsqueda, lo que significaba que si transitaba por algún paso fronterizo del continente europeo de inmediato sería deportado.

En marzo de este año La Tercera se contactó con Marcela para conocer cómo sobrellevaba la familia esta situación. "Hay una tristeza permanente. Días bueno y días malos. En el caso de mis papás es muy difícil porque tienen que sobrevivir con la angustia diaria de no saber qué pasó con su hijo", relató.

La mujer contó que se aferró a la esperanza de encontrar a su hermano con vida. Y que ante la falta de pistas sobre su paradero, una de las hipótesis que cobró fuerzas es que el joven se hubiese unido a algún grupo en el extranjero, y que se le pudo haber impedido comunicarse.

Durante estos dos años, la familia no ha dejado de buscarlo. El Facebook "Encontremos a Carlos" está permanentemente actualizado y sus amigos en el extranjero no dejaron de pegar carteles en su rostro en distintas ciudades.

Ahora la familia se enfrenta nuevamente unida a este duro momento.