"Nos salvamos porque nuestra casa era de concreto, pero todos nuestros sitios históricos están en el suelo", cuenta a La Tercera desde Katmandú, Yukta Bajracharya, una estudiante nepalí de 22 años. El sábado, cuando un terremoto de 7,9 grados azotó a Nepal y a su capital, Yukta se encontraba de gira junto a su grupo literario en Birgunj, a 90 kilómetros de Katmandú. "Ese día no me pude comunicar con mi familia. Estaba muy ansiosa por volver a mi hogar, en Katmandú. Me tuve que preparar mentalmente antes de regresar. Ahora estamos acampando afuera de nuestro hogar, que sufrió daños pese a que es de buen material", sostiene.

Yukta afirma que los recursos escasean y que las comunicaciones telefónicas y el suministro eléctrico fallan con frecuencia. "Acá en Katmandú, en cuanto a los daños estructurales, se perdieron los lugares históricos, nuestros templos, que son patrimonio de la humanidad. De a poco está llegando la ayuda, pero lo más tremendo es que los rescatistas y otros equipos no han podido llegar a otras ciudades más allá de Katmandú", afirma.

"Mi familia está muy angustiada. Con mi hermano hemos comentado el pánico que hay acá. Cuando comenzó el terremoto, mi madre y mi abuelo estaban en pisos diferentes. Fue mi hermano el que reunió a la familia y pasaron el terremoto en una esquina de mi casa. Después todos se refugiaron en un colegio cercano, junto a otros vecinos, cuyas casas ahora son escombros", cuenta Yukta.

Esta poeta nepalí dice que la Plaza Durban, la más emblemática de Katmandú, está a cinco minutos de su casa y era un lugar que amaba. "Pero ahora cambiará para siempre. Tan pronto cuando volví a la ciudad fui a este lugar, pero ya estaba oscuro y no pude observar nada. No sabemos cuándo será reconstruida. Ese lugar me inspiraba mucho y no sé si seré capaz de manejar la situación cuando transite por ahí".

"Creo que los damnificados superan los 40 mil. Volver a la normalidad ahora es algo relativo. La reconstrucción puede tomar 10 años. Y más encima ahora la gente tiene miedo de otro terremoto", concluye esta joven, sin ocultar su agonía.