En Guatemala, los jóvenes de entre 21 y 30 años de edad han estudiado, en promedio, 6,8 años y en Honduras la escolaridad promedio bordea los ocho años. En el otro extremo de esa lista se ubican Bolivia y Argentina, con más de 11,4 años de instrucción.
Sin embargo, el primer lugar de América Latina lo ocupa Chile: los jóvenes tienen, en promedio, 12,5 años de estudios, dos más que la media de la zona. Esto, según el informe de la Base de Datos Socioeconómicos para Latinoamérica y el Caribe, órgano que depende del Banco Mundial.
Juan Pablo Valenzuela, académico de la U. de Chile, señala que esta cifra se puede explicar debido a "las políticas que han permitido una mayor cobertura de la educación media. En la medida que un mayor porcentaje de estudiantes concluya esta enseñanza, es más probable que continúe hacia la educación terciaria".
Un motivo similar da Ernesto Treviño, director del Centro de Políticas Comparadas de Educación de la U. Diego Portales. El indica que Chile fue el primer país de la región en tener una escolaridad obligatoria de ocho años, en los años 60, y luego de 12 años en los 90. Esto habría permitido elevar los años de enseñanza de los chilenos, según el experto. Valenzuela agrega que un desafío es la calidad de la enseñanza que se imparte.
Otro dato que reveló el informe es que los chilenos del primer quintil de ingreso, es decir, los más vulnerables, tienen en promedio 11 años de estudios, cifra que también es la más alta de Latinoamérica. Esta cifra, según Treviño, se debe a que "las familias de menos recursos han puesto la educación como una forma de movilidad social".
EDUCACION SUPERIOR
"Chile tiene, en educación superior, uno de los sistemas con mejor acceso de jóvenes de los tres primeros quintiles (21% de los matriculados en 2011)", señala el académico José Joaquín Brunner. Según los antecedentes, el 33,4% de los jóvenes accedió a la educación terciaria, ubicándose por debajo de Perú y Venezuela.
Brunner agrega que este porcentaje "va un poco en contra de la corriente de imaginar que la educación superior en el país (...) tendría un sistema mucho más inequitativo que el resto de América Latina", por tener instituciones públicas pagadas.
Para Treviño, en tanto, esta situación también se debe a políticas como el Crédito con Aval del Estado, que permitió financiar, al menos en parte, a los estudiantes que asistían a instituciones privadas. Sin embargo, sostiene que "la mejora de la equidad en acceso y escolarización esconde importantes desigualdades en oportunidades de acceso a instituciones selectivas y la posibilidad de movilidad social a través de la educación. Los estudiantes más vulnerables tienen pocas posibilidades, por ejemplo, de acceder a universidades selectivas si quieren estudiar una carrera".