Juan Antonio Pizzi es reservado. Le gusta hablar poco, al menos públicamente. Desde que llegó a Chile sus intervenciones se han circunscrito a las conferencias que le obliga el cargo de seleccionador de Chile. Se ha mostrado como un tipo amable, que intenta parecer cercano e, incluso, estuvo dispuesto a participar de las bromas que le han dedicado: "¿Si me molesta que me digan Macanudo? Nada. Dígame cómo quiera", respondió en su segunda intervención con la prensa. Las risas fueron generalizadas. Con esa actitud, ya marcó una abismante diferencia con su antecesor Jorge Sampaoli, más parco a la hora de contestar.
Desde que se puso el buzo de la Roja, Pizzi ha pasado más tiempo en Europa. Su idea era seguir de cerca la evolución del grueso de los jugadores que integran el combinado. Vale decir, de las principales figuras del campeón de América. Buscaba, además, estrechar lazos humanos que le permitieran tener la confianza de cada uno de ellos, considerando que antes del debut tenía escaso tiempo para traspasarles sus ideas.
Ya en Santiago, fuera del portón que convierte a Juan Pinto Durán en una fortaleza, el DT cultiva un estilo de vida que se acerca a la de cualquier ciudadano común. Lo apasiona el deporte, no sólo el fútbol. Si bien dedica parte de su tiempo a la literatura relacionada con el balómpie, también se organiza para jugar golf con amigos que dejó en su anterior paso por Chile. Esa afición es antigua. Cuando en 2009 llegó para dirigir a Santiago Morning ya había traído sus palos. Se juntaba en las canchas públicas de Mapocho, en Pudahuel, con dos amigos que le dejó su carrera como exitoso centrodelantero: José María Buljubasich y Eduardo Berizzo. Entre golpes y golpes, el Tati terminó gestionado su arribo a Universidad Católica en 2010.
El deporte, sin duda, le ayuda a mantener su forma física. No le gustan los gimnasios y prefiere las actividades al aire libre. Es fanático de la bicicleta y, regularmente, se le ve paseando cerca de su residencia, que se ubica en el sector oriente de Santiago. Cuando dirigía al equipo recoletano, también practicaba este deporte. De hecho tenía una bicicleta de montaña que, cuando partió del club, la heredó uno de sus más cercanos colaboradores.
Una de las aficiones desconocidad del DT es el rugby, que le consume varias horas de su tiempo. Le apasiona. Es una actividad que en Argentina se practica mucho y que en el último tiempo, con las actuaciones de los Pumas ha nivel mundial, se transformó en un deporte masivo. Pizzi no es la excepción para el fenómeno. Si ve que están dando un partido por televisión, se sienta a analizarlo. En las concentraciones de sus equipos repite la rutina y trata de comentarlo con sus pares. Si alguno de ellos no entiende las reglas, se da el tiempo de enseñarle y de motivarlo para que en el futuro se transforme en una inquietud común.
En Santiago, Pizzi se ha vuelto un adicto a la buena mesa. A diferencias de muchos de sus compatriotas, no se desvive por un asado. Igualmente ha participado en varios. Andrés Fazio, primer vicepresidente de la ANFP y quien lo conoce desde su paso por San Carlos de Apoquindo, ha sido uno de sus anfitriones. En torno a la parilla, han analizado el futuro de la Selección y los próximos desafíos que se avecinan, tanto en la Copa Centenario como en el camino hacia el Mundial de Rusia 2018: "Lo único que le puedo decir es que Pizzi disfruta mucho de los asados en mi casa. Lo pasamos bastante bien cada vez que organizamos uno", reconoció el dirigente a La Tercera.
Además de la carne, Macanudo opta por una carta más amplia, influido por su paso por Europa. Sus gustos van desde la pizza hasta la comida temática. Para la primera, suele visitar el restorán Tiramisú, en Las Condes. "Con Juan Antonio íbamos una vez a la semana a comer ahí. Le encanta ese tipo de pizzas. No es tanto de hacer asados, ya que debemos recordar que está marcado por su paso por Barcelona. También le gusta mucho comer pescado", dice Jorge Fleitas, ex preparador físico de la UC.
A la hora del bajativo, el técnico retomaba su origen transandino. Prefiere el fernet antes que los tragos chilenos, aunque en el último tiempo ha ido cediendo al sabor del vino nacional. "Pizzi ha estado en varias partes donde se produce buen vino. De a poco ha ido reconociendo que el de Chile es muy bueno, y lo pide con más frecuencia", aporta un amigo del entrenador.
El mate también lo acerca a su país de nacimiento. Normalmente lleva un termo con agua caliente, una bombilla y la hierba para consumir la bebida más popular de los rioplatenses. Le fascina beberlo en familia, de la cual es muy apegado. Por ello intenta aprovechar al máximo cada minuto que pasa con su mujer e hijos.
Si bien en su primer paso por Chile concurría con frecuencia a los malls para distraerse, hoy en su condición de persona más pública, evita visitarlos para no generar una atracción numerosa de los hinchas. "Pizzi es muy tranquilo y le gusta pasar inadvertido. Le encanta estar con su familia, disfrutarla. Es un tipo de afectos muy marcados. Aunque no lo parezca, a veces, es tímido. Por eso evita ir a los centros comerciales donde asiste mucha gente para evitar ser reconocido y transformarse en un personaje que desordene el lugar", agrega Fleitas.
La tecnología no es un elemento ajeno a su diario vivir. En ese sentido, su amistad con Eduardo Berizzo fue clave para incorporar algunos elementos a su línea de trabajo. Toto, por ejemplo, fue quien le transmitió las primeras ideas de análisis de video. Hoy, Pizzi, cuenta con un amplio grupo de respaldo en ese aspecto. Además, le gusta estar permanentemente conectado a los programas de comunicación instantánea y no se complica a la hora de manejar un computador o un tablet para revisar y buscar información que le puede servir a la hora de tomar decisiones.
El técnico de la Roja es mucho más que fútbol y conceptos tácticos. Fuera del búnker de Macul, Pizzi cultiva su lado más humano. Su entorno es clave para mantenerlo motivado y, a su vez, alejarlo de la presión que genera ser el conductor de una Selección que en el último tiempo se acostumbró al éxito.