Su abuelo fue futbolista. Su hermano pequeño juega en las categorías inferiores de Colo Colo y su padre les regaló a los dos su primera pelota. Así que Juan Delgado (23 años), que hoy juega en el Nastic de Tarragona, es una consecuencia lógica. Un extremo que triunfó con los albos y que llegó a ser seleccionado con Chile. Un futbolista que dio el salto a Europa donde, por ahora, tiene un asunto pendiente. "Quiero demostrar mis virtudes al cien por cien". Pero la impaciencia no le ataca. Al contrario. Su discurso suena seguro e inseparable de Dios. "Él es el único que puede tener una vida perfecta", explica el jugador, padre de una niña de dos años y dueño de una manera de ser en la que no cree en los futbolistas perfectos. "¿Usted cree que Messi es perfecto?", rebate al periodista.
¿Europa es como esperaba?
Sabía que el nivel iba a ser muy alto, que iba a tener que trabajar fuerte y que en Tarragona iba a tener buena calidad de vida, iba a poder salir a pasear junto al mar o a disfrutar de la antigüedad de una ciudad muy especial. Así que sí, era como esperaba.
Usted llegó a ser internacional con Chile.
Sí, pero yo no hablaría de un día concreto, sino de un proceso de madurez que me ayudó a llegar hasta ahí y ahora me ha ayudado a llegar a Europa. He comprobado que las aspiraciones se cumplen y que uno puede ser feliz.
¿Su vida, entonces, es perfecta?
No. Mi vida es normal como la suya o como la de cualquiera. Pero sí es verdad que conocí la perfección el día que recibí a Dios en mi corazón. Entonces sí, puedo hablarle de la perfección porque eso me permite relacionarme con Dios en el día a día. Él me dio su palabra como único Señor y Salvador.
Son palabras llenas de fe...
Sí, el único ser perfecto que hay es Dios y Él es el único que puede tener una vida perfecta.
¿No hay entonces futbolista perfecto?
Es difícil encontrar la perfección en la vida, porque siempre hay algo que mejorar.
¿Ni siquiera Messi es perfecto?
¿Usted cree que es perfecto?
No.
Pues entonces estamos de acuerdo.
¿Qué hay en Tarragona que no haya en Chile?
Bueno, a mí Chile es que me encanta. Me crié en Chillán. He sido muy feliz y adoro todo aquello. Pero ahora estoy en Tarragona y no puedo pensar en el pasado. Tengo que pensar en lo que tengo, en la posibilidad de mejorar aquí, que es donde estoy. La diferencia es esa.
¿Por qué no ha triunfado en el Nastic?
Vuelvo a decirle lo mismo que antes: depende de lo que usted llame triunfar.
El día que imponga su fútbol, eso será triunfar.
Vine hace cuatro meses. Cada día que pasa me siento mejor con mis compañeros, con el cuerpo técnico, con la vida en general. No creo que lo esté haciendo mal: intento mejorar de cada cosa que me pasa o de cada día. Siento que este es el buen camino. Creo que en Colo Colo ya demostré que debía ser así.
¿No se puede pedir más entonces?
Sí, claro que sí. Yo me exijo mucho, porque siempre miro hacia adelante.
¿Qué es lo último que se ha exigido?
Quiero demostrar en Europa mi juego al cien por cien y que el equipo mejore en la clasificación. Sé que es difícil, pero también sé que podemos lograrlo. Es más, creo que, a la vuelta de las vacaciones, lo vamos a lograr. Pero necesitamos tiempo.
¿Qué es lo mejor que ha conocido en el fútbol?
Hace dos años un compañero de Colo Colo, el argentino Julio Barroso, compartió mi idea acerca de la salvación. Tuvimos una conversación muy íntima en la que los dos llegamos a la misma conclusión: descubrimos que pensábamos igual acerca de Dios y de la perfección.
Al final, de lo que menos estamos hablando es de fútbol.
Porque hay más cosas que el futbolista. Los futbolistas vamos más allá de lo que sucede en la cancha. También somos padres, somos hijos, somos hermanos... No podemos olvidarlo nunca. Damos mucha importancia al fútbol, pero sabemos que el fútbol no es lo más importante en la vida. El fútbol, en realidad, es un regalo de Dios.
Es un buen titular para esta conversación.
Podría ser, no sé. Pero, más que un regalo, lo que pretendo decir es que es una herramienta que Dios me ha dado para hablar de Él y de su palabra como estamos haciendo ahora.
¿El fútbol es un deporte de palabra?
El fútbol envuelve demasiadas cosas y a demasiada gente. Es un examen diario al que estamos sometidos y no es fácil. Nunca lo será. Pero si estamos aquí es para lograrlo o para hacer cosas que nos ayuden a mejorar el día a día.
¿Qué gol le ha faltado a usted por marcar?
Sólo el del próximo partido.
Lorenzo Reyes, cuando jugaba en el Betis, me dijo que si Vidal había llegado a jugar la final de la Champions, él también podía hacerlo.
Si él piensa así, está bien, me parece bien, porque todo futbolista tiene aspiraciones y necesita soñar. Siempre puede haber algo mejor de lo que tienes y si no aspiras a ello nunca lo vas a conseguir. Mi día a día está inspirado a lograr lo que me falta. No sé hasta donde llegaré al final, pero la alegría es la de intentarlo.
¿Le pide a Dios marcar goles?
No, le agradezco los días que me ha dado, la posibilidad de conocerlo y de hablar con Él. Al final, los goles son una consecuencia que si llegan es porque tienen que llegar. Pero no puedes estar todo el día pensando en el gol.
¿Es difícil ser futbolista?
No tiene por qué serlo. Si tú sabes cuáles son tus cualidades individuales y colectivas, o cuáles son las virtudes que te han acompañado hasta donde estás... Yo sé cuáles son y también sé lo que puedo mejorar. Por eso intento aprender de cada día, de cada compañero y de cada conversación.
Fue seleccionado con Sampaoli. ¿Qué aprendió de él?
Sobre todo, el deseo de ganar o de no sentirse inferior a nadie. Aquel hombre insistía en esa idea y me dejó marcado para siempre. Ahora, no sé si va a ganar la Liga con el Sevilla, porque el futuro está en manos de Dios... Pero lo que sí sabemos es que Sampaoli es un hombre que puede triunfar en cualquier parte.