Antes de ser Spiderman y de ser conocido en el fútbol nacional por su celebración, que incluía la máscara del personaje de comics, Juan Pablo Úbeda casi fue piloto. Quizá como Meteoro. Pero un accidente borró la idea.
El choque no fue de él, pero fue suficiente para que su familia se olvidara del asunto y cortara la tradición del lado materno, muy ligado a las tuercas. "Mi mamá Josefina Pesce, fue una de las primera campeonas de auto en Chile, y mi tío Lino Pesce corría en Las Vizcachas en Fórmula 3", recuerda Úbeda.
El camino parecía trazado de antes cuando recibió a los 8 años un kart de competencia. "Mi abuela Yaya me lo regaló y nos fuimos a Las Vizcachas a correr. Antes de que entrara, dos autos chocaron y mi mamá tomó el auto, nos fuimos y me dijo 'mañana te vas a la escuela de fútbol de la UC de Néstor Isella'", narra entre risas.
Hoy, 26 años después del hecho, Úbeda podrá correr profesionalmente. "Desde Argentina me invitaron de la Fórmula Punto Abarth para que me subiera a un auto y yo acepté", dice. Tan simple como lo explica, el domingo afrontará su primera prueba en serio. Tiene experiencia de un par de años corriendo en el campeonato Time Attack, donde marcha tercero en la serie Open, pero esto es distinto.
El escenario es para asustar: el nuevo circuito de Codegua ("ahora es toda la pista, yo he corrido en la mitad"), como parte de la triple jornada que incluye la Fórmula Renault 2.0 y el Súper TC 2000, y con transmisión en vivo a casi toda América.
"Reconozco que hay un poco de nervios, pero estoy confiado en que puedo hacer algo importante", afirma. Y eso que el auto aún no llega a Chile: "hoy recién iré a probarlo a Codegua", dice.
Entre ese choque de karts y la invitación, estuvo el Úbeda futbolista, ese que pasó por España, Italia, México y seis equipos en Chile, que jugó el mundial sub 17 de Egipto y que terminó una carrera de 13 años en Curicó el 2010 por lesión. Así y todo, los motores siempre estuvieron ahí. "Despertaba a las 6 de la mañana a ver la Fórmula Uno, a Ayrton Senna. Cuando se murió, dejé de verla porque mi ídolo ya no estaba. Ni siquiera veía fútbol", asegura.
En 2010, con el retiro, volvió ese coqueteo con los autos. "Estuve un par de años viendo qué hacer, porque no es fácil olvidarse de lo que hiciste en toda tu vida. Trabajé en las estaciones de servicio que tiene mi familia y de a poco entré en los autos", cuenta.
Un amigo es culpable de eso: "Me dijo un día 'te tengo un auto que te va a encantar'. Y así fue". Un Nissan Skyline gris fue el responsable de que cayera en las tuercas, como en esa niñez cuando pasaba el domingo completo en familia oyendo los motores en Las Vizcachas.
De ahí, llegó otro Skyline, uno negro, el único que posee, ya que el gris lo vendió. "Pero luego me llega uno de estos días un Mitsubishi Lancer EVO VII", aclara. Con esos seguirá corriendo en los Time Attack, sin olvidar que la Punto Abarth podría abrir una puerta que, hace un par de años, no aparecía en el horizonte.
Igualmente surge la duda: ¿cuánto ha invertido? Úbeda parafrasea a su familia. "Mi tío un día me dijo 'esto es un saco roto' y es así. No sé cuánta plata ha sido, pero es harta", explica. Al menos, su situación económica ayuda, ya que posee un lavado de autos en Independencia y ya ha logrado algunos auspicios para presentarse en Codegua este fin de semana.
Esos tres días podrían ayudarle, según él, a proyectar una carrera en un par de años. Pero en serio. "Trabajo de lunes a sábado y el domingo me voy a las carreras. Si me quiero meter a esto, y resulta, lo haré con todo. Es un deporte caro y no quiero ir a lesear", dice. Por eso es que mira con mucha ilusión esa primera gran chance de entrar al automovilismo. "Sé que si hago una buena carrera, podría haber algo más el próximo año, pero no quiero pensar en eso y quiero salir con todo. ¿Qué es una buena carrera? Pasar a los que más se pueda y llegar lo más alto posible".
La última: ¿hay espacio para Spiderman? Úbeda se ríe. "No lo sé, podría correr con la máscara debajo del casco", bromea. "Capaz que mis amigos se pongan en una curva con banderas de Spiderman o que ponga una araña en el auto, no lo he pensado", dice. El personaje parece que no lo dejará: "Mi hijo que está en Barnechea lo único que quiere es jugar para ponerse la máscara". Las costumbres en la familia Úbeda se heredan.