"En cuanto recibí el encargo creí que era un cacho. Pensé al tiro en las excusas que daría para no hacerlo, y es que no era cualquier edificio. Era el ícono del fracaso y el abandono", recuerda el Premio Nacional de Arquitectura, Juan Sabbagh, sobre el minuto exacto en que le ofrecen hacerse cargo de "refundar" el ex Hospital Ochagavía, ubicado en Pedro Aguirre Cerda.
Si bien el de ahora, el Núcleo Ochagavía, no es su proyecto más grande (antes hizo el pabellón de Chile en la Expo Shanghai 2010 y la fábrica y el edificio corporativo de Coca-Cola Andina), dice que es "su proyecto más importante".
Este arquitecto de 62 años recibió el encargo en diciembre pasado en su oficina de Isidora Goyenechea. Era la séptima vez que este edificio -conocido como "elefante blanco"- llegaba a manos de un experto para que le diera mejor vida. Y la tercera vez que le llegaba a él.
"Antes me había negado a tomar el proyecto, porque el encargo no era claro. Ahora, en cambio, venía resuelto. Querían un núcleo de oficinas mezcladas con bodegas", cuenta Sabbagh sobre la idea de la empresa Megacentro. Además, el presupuesto de US$ 40 millones estaba listo.
Otro de los argumentos que lo convenció fue el que no se estuviera forzando la estructura existente a ser algo más pretencioso, como un mall, por ejemplo. "Oficinas y bodegas era lo mejor que podría hacerse ahí", indica el arquitecto sobre este inmueble que empezará a construirse el 22 de junio.
LO QUE QUEDA ATRAS
Ubicado entre las calles La Marina, Manuela Errázuriz, Angel Guarello y Club Hípico a la altura del 4.600, este edificio fue por 40 años el ícono de las iniciativas fallidas.
Según Sabbagh, esto se debe a que el proyecto fue erróneo desde su concepción. "¿Por qué tu objetivo va a ser el hospital más grande de Sudamérica? Es presuntuoso e innecesario, si no respondía a la realidad, ¿cómo vas a hacer departamentos en esta infraestructura?, era ridículo", dice.
Es por eso, y pese a cargar sobre sus hombros con 84.000 m2 de terreno y centenares de toneladas de concreto y fierro, Sabbagh asegura que no fracasará y que dejará de ser el punto negro dentro de la capital en tres años.
Para potenciar la "nobleza" de la obra, él apostará por una doble piel de acero crudo, una que al oxidarse con el paso del tiempo tomará una pátina de colores muy bonita, que lo revitalizará sin ocultarlo. "No es lógico simular que no existe, lo honesto es refundarlo", afirma.
No habrá derribos. Toda la estructura se conservará, pues comenzar a remover tierra y generar un alto tránsito de camiones sería poco sustentable. Generaría un impacto ambiental negativo, algo que ya fue absorbido por el entorno hace 40 años. Además, el inmueble demostró soportar tres terremotos: el del 71, 85 y 2010.
Sobre las oficinas, cuenta Sabbagh que "serán modulares y sofisticadas. Tendrán aire acondicionado, ascensores de última generación y el mismo estándar de uno tipo A, del mejor barrio de Santiago".
PARTICIPACION CIUDADANA
A diferencia de otros proyectos, éste fue sometido a consulta ciudadana. Se trabajó con el municipio y los vecinos, quienes asistieron a charlas informativas, en las que expusieron dudas e ideas. También hay una caseta al costado de la obra donde se explica la iniciativa.
"Fue inédito. Los vecinos se tomaron con mucha seriedad la propuesta de mitigaciones. Ellos mismos podrán definir en qué orden ejecutarlas, la repavimentación, la instalación de áreas verdes, de juegos infantiles y de mobiliario urbano, entre otras. Fue importante para ellos, porque tomaron protagonismo en el futuro cambio de su entorno. Esto no es sólo nuestro; es del barrio", sentencia Sabbagh.