Por años han sido emblemas de una generación que supo continuar la tradición de la cumbia chilena, introduciendo nuevas posibilidades al género y alimentando con ello a una escena que suma más de una década de éxito radial y público cautivo. Por lo mismo, no deja de ser llamativo que en los últimos lanzamientos de estas bandas la cumbia esté prácticamente ausente.
Es el caso de Quieres o no, el último single de Villa Cariño, donde el habitual espíritu pachanguero del grupo se combina con arreglos disco y funk. O Si no estás, lo nuevo de Tomo Como Rey, que califica derechamente como ska. Algo similar ocurre con La carretera, de Juana Fe, sencillo más cercano a la bachata y al merengue que a esa "afro rumba chilenera" que patentaron hace casi diez años.
En los tres casos, el giro sonoro devela una intención que va más allá de la simple inquietud artística: la búsqueda de un público más amplio que aquel que desde hace varios años llena los recintos en los que se presentan en el país. Ahora, la llamada "nueva cumbia chilena" expande aún más sus posibilidades estilísticas y también su alcance geográfico, con México y Colombia como principales destinos.
"Hay que buscar nuevas formas de crecimiento artístico y una de ellas es salir de Chile, conocer otros públicos", reconoce Rodrigo Medel, bajista y fundador de Tomo Como Rey, quienes el 16 de junio iniciarán una gira por siete ciudades de México. Allá llegarán con su flamante tercer LP, La fiesta popular (Plaza Independencia), grabado el año pasado en el estudio bonaerense El Abasto y producido por dos miembros de Los Auténticos Decadentes, con el claro objetivo de expandir la paleta de géneros del combo y con ello, su audiencia.
"Es un disco mucho más regional, más latinoamericano que chileno. Quizás no sea el favorito de los fans de nuestra primera etapa pero busca llegar a un nuevo público", dice Medel sobre el giro de la banda, que pasó de la pachanga y los himnos futboleros - como El niño maravilla- a una propuesta cruzada por ritmos jamaiquinos y observación social, en sintonía con lo que hacen en Argentina Los Caligaris.
Quienes también volverán a tierras aztecas en junio son Villa Cariño, los únicos chilenos en el cartel del festival Rock por la Vida de Guadalajara, para después en julio actuar en el festival Selvámonos de Perú. Esto, como antesala del lanzamiento de su cuarto trabajo de estudio: un disco doble con fecha de salida fijada para agosto (también vía Plaza Independencia), con un lado centrado en la cumbia y otro en el que experimentan con nuevos ritmos, tal como evidencia su último single.
"En Chile somos conservadores con la música, hay un público fiel que a veces se asusta cuando presentas algo distinto. Pero esta evolución funciona mucho mejor afuera, por ejemplo con los mexicanos, que siempre esperan algo distinto y les gusta la fusión, tal como ha pasado con Gepe", asegura Max Vivar, vocalista y compositor del conjunto.
Para agosto también se espera el lanzamiento del nuevo álbum de Juana Fe, cuya post producción y mezcla realizarán desde este domingo en Bogotá, junto al ingeniero Felipe Gálvez (Bomba Estéreo, Calle 13) y el productor Mario Galeano, artífice de la "nü cumbia" e ícono del cruce entre la tradición musical de ese país y la vanguardia internacional.
"Cuando empezamos a componer este disco fuimos por primera vez a Colombia y eso produjo un cambio importante en nuestra música. Allá hay gente mezclando cumbia con jazz, con folclor... eso nos abrió la cabeza", cuenta Jaime Concha, bajista del grupo, que tras la partida del cantante Juan Ayala -rol que ahora ocupa Pablo Moraga- busca llevar su mezcla de ritmos tropicales a un plano continental.
¿Es correcto entonces seguir hablando de nueva cumbia chilena? "Creo que el concepto queda un poco corto para lo que se está haciendo. Seguimos con la cumbia pero hay otros mensajes e instrumentos que queremos tocar", comenta Vivar. "Yo ya no sé si la pachanga aporte demasiado, es poco interesante cuando no sales de la fórmula. He conversado con varios colegas y están todos buscando algo nuevo", agrega Concha.