Una lámpara de lágrimas recibe los rayos de luces rojas y moradas, mientras el Club de la Unión hace retumbar su vieja pompa. Casi con una hora de retraso, Julian Casablancas y su banda, The Voidz, aparecen entre gritos para electrificar la partida de la previa a Lollapalooza, en el sideshow que el cantante de The Strokes protagonizó el viernes. El salón se convierte en un tarro de punk sintético, de ruido indescifrable. Todo rebota y se acopla, mientras el neoyorquino lucha por arrastrar el fervor a su favor. Y a la tercera canción cae sobre mojado: el escenario de vidrio se quiebra y la música se interrumpe.
"La tierra se abrió. No fue tan serio, pero la gente me miraba a mí para hablar: ¡Tú eres el hombre! ¡Dile algo a la gente!'", ríe Casablancas (35 años), sentado en un comedor del Club de la Unión, una hora después de cerrar su recital -pudo terminarla, tras parar por unos 20 minutos- y apenas pausando los festejos de su camarín. La mirada se le pierde en un grabado donde está Luis XIV: "¿Qué es este lugar? Oh, Dios mío, es como tocar en un museo de mármol. Rarísimo. En cualquier momento se convertía en Ojos bien cerrados".
Aparte de eso, el sonido de su banda estuvo lejos de cumplir. ¿Qué falló?
Me sentí bien y estaba tratando de comunicarlo, pero había problemas, ¿sabes? Estamos empezando (Casablancas está estrenando banda, pese a que su primer disco solista, Phrazes for the young, apareció en 2009) y debe ser nuestro quinto, sexto show. Todo es nuevo. Es divertido, pero también un asunto de doble filo. Estamos tratando de hacernos una idea musical. Cerca, pero falta.
Hace unos días subió a YouTube un video explicando en qué consiste su trabajo con The Voidz. ¿Podría describir el disco que publicarán? ¿Cuándo aparece?
Quería antes, pero ahora estamos apuntando a septiembre. Hay 45 cosas distintas que me gustan; es como sembrar en la tierra y criar distintos híbridos. Eso abarca desde lo que sea: Sébastien Tellier, Black Flag, alguna canción del Congo, cosas que quiero escuchar.
Sus compañeros lo describieron como "world music". ¿A qué se refieren?
Ni idea. ¿Será por los cánticos? Estamos escuchando un montón de cosas y en los ensayos hay momentos bastante mágicos. Me gusta la vibra de los mixtapes: no me gusta escuchar el mismo género por tres canciones seguidas, entonces vas moviéndote.
Su compañero en The Strokes, Albert Hammond Jr., dijo en una entrevista que publicarán un álbum este año. ¿Intensificarán su actividad?
Lo estamos tratando de llevar adelante como amigos, tomándoselo con calma, grabar un par de canciones, hacer un par de shows…
¿Será tiempo ya de relevar a su último trabajo, Comedown machine?
Es difícil. En mi mente quiero mezclar algo y sacarlo de inmediato. Siempre me pregunto: ¿Y qué pasa si haces todo lo teóricamente correcto? Cuando estás de gira, se trata de reproducir las mismas canciones 50 veces. Vuelves, y está la sensación de empezar de cero. Así que yo trato de mantenerme trabajando sin parar.
Entre este tipo de shows y los festivales, ¿qué prefiere?
Hay algo sobre los festivales: por una parte, te mete presión, porque hay más gente tocando. De repente aparece el caos y es genial. Pero en general, tus shows en solitario tienen una energía más especial.
¿Es más rentable el festival?
De eso se trata y no hay mucha vuelta: tenemos que hacerlos, porque hay que pagar las cuentas. Partimos así: '¡Vámonos de gira!'. Y te dicen: 'Eh, bien, pero van a perder US$ 100 mil'. '¡No nos vayamos de gira!' Quizás antes, los sellos apoyaban y se sacaba adelante. Ahora es así, los promotores sacan dinero no sé de donde y pueden pagarle a todas estas bandas cool para juntarse. No los entiendo, pero pagan las cuentas y por suerte, estos son bastante buenos.b