Es el escritor más rockero de México. Julián Herbert, de 43 años, no sólo tiene lectores, sino también seguidores.
El autor de la premiada novela Canción de tumba (2011), en la que retrata su infancia callejera y la agonía de su madre enferma de cáncer, firma libros y recibe aplausos en el escenario como vocalista de la banda de rock Madrastra.
"En marzo se cumplen cuatro años desde que terminé de escribir ese libro, que veo con mucho cariño, pero ya con distancia", dice Herbert, de visita en Chile, sobre la novela que se adjudicó el premio Jaén y el Elena Poniatowska.
El pasado miércoles el escritor nacido en Acapulco participó en la premiación de la 18º versión del concurso de Cuentos de revista Paula, que tuvo como ganador a Federico Zurita.
El narrador mexicano fue parte del jurado junto a Alvaro Bisama y Daniela González. "El nivel del concurso es muy bueno. Creo que el lenguaje de los cuentos era muy provocador. Hay talentos muy bien encaminados", dice el autor del volumen de relatos Cocaína, reeditado por editorial DeBolsillo. Además, Cristo no te ama, antología bilingüe con sus poemas, acaba de aparecer en Alemania, así como en México el ejemplar de crónicas El borracho que se cree invisible.
Ayer en la tarde Herbert se presentaba en la Cátedra abierta Roberto Bolaño, de la Universidad Diego Portales. Allí daría la conferencia "Realismo dialéctico, realismo simbólico: las reencarnaciones de José Revueltas en la literatura mexicana".
En noviembre se celebraron 100 años del nacimiento de José Revueltas (1914-1976). "Es un escritor injustamente ignorado por distintas razones. Tuvo la mala suerte de ser un comunista convencido y a la vez un hereje del comunismo, uno de los principales críticos de Latinoamérica. Su condición política le afectó su reconocimiento literario", dice sobre el autor de Los errores. "Necesita menos homenajes y más lectores", agrega Herbert, quien este año sacará un nuevo disco con su banda Madrastra, llamado Desde la torre.
Entre tanto, finaliza su nueva novela, La casa del dolor ajeno, inspirada en una matanza de chinos ocurrida en Torreón de Coahuila, al norte de México, en 1911.
"La comunidad china que llegó a ese lugar estaba dedicada a los negocios. Incluso tenían un banco. Parte de la masacre tiene que ver con el resentimiento del pueblo, pero también con la envidia de los empresarios mexicanos. Fue una instigación de la burguesía. Después de asesinarlos los lanzaron a una fosa común", señala Herbert y hace el vínculo con los 43 estudiantes desaparecidos en septiembre pasado en Iguala.
"México está lleno de fosas comunes, cadáveres y de gente desaparecida. Hace un par de años en Coahuila desapareció un pueblo entero: 300 personas fueron encontradas en una fosa común. Y nadie resuelve nada. En el caso de los 43 normalistas, en cuatro meses no han podido resolver dónde están, no han detenido a los asesinos y la respuesta de la clase política es de un alto nivel de cinismo e insensibilidad", dice, y agrega en broma y en serio: "Ya me estoy deprimiendo".