Dos días libres lleva Ángel González, un mexicano que fue acusado injustamente de violar a una mujer, tras pasar 20 años encarcelado por un crimen que no cometió.

Una prueba de ADN fue la llave a su libertad después de que pasara dos décadas en el penal de Dixon en las afueras de Chicago, luchando por su inocencia.

Según consigna el diario español El País, el hombre de 41 años fue detenido a los 20 años, pero hoy no guarda ningún resentimiento ni amargura, a pesar de haber estado la mitad de su vida en prisión.

"Cuando te encuentras en ese lugar y pasan cosas en tu vida sobre las que no tienes control, no puedes amargarte, tienes que buscar la fuerza para seguir luchando, para que no te dobleguen", explicó el miércoles a la cadena MSNBC.

Los hechos ocurrieron en julio de 1994, cuando fue arrestado porque su automóvil se parecía al que habían utilizado los dos hombres que se llevaron a una mujer a su departamento para violarla.

A pesar de que el mexicano no se parecía a los violadores descritos por la víctima, no contaba con antecedentes penales y cuatro testigos confirmaran que en el momento de los hechos Gonzáles se encontraba con su novia en la casa de su hermana, fue detenido igualmente y condenado a 40 años de cárcel.

Tras esto, una organización sin fines de lucro conocida como Innocence Project tomó el caso de González  y lograron realizar nuevos análisis de ADN que fueron la llave para la liberación de este inocente.

La organización se dedica a intentar exonerar a presos encarcelados erróneamente. Por otra parte declararon que si bien no se atreven a asegurar que la condena de González fue porque es hispano, señalaron que el caso demuestra la necesidad de cambiar los procedimientos de identificación de testigos.

"Numerosos estudios demuestran que la identificación interracial -cuando el testigo o víctima es de raza distinta de la persona que se le muestra como posible autor de los hechos- son especialmente poco fiables", dice un miembro del organismo, Peter Cates.

Además, agregó que "este hombre que es latino, fue presentado a la víctima, que es blanca, esposado y a la luz de los faros de un vehículo mientras la afectada estaba sentada en la parte de atrás del auto de la policía".

"En el juicio, uno de los agentes admitió que, una vez que se realizó la identificación, ninguna prueba habría cambiado su opinión" sobre los hechos, dijo y agregó que "si la policía hubiera estado más abierta a la posibilidad de que la identificación no era correcta y hubiera investigado bien su coartada, posiblemente se habría podido evitar esta injusticia".