Sentado detrás de su escritorio en el segundo piso de su productora, Kike Morandé está satisfecho. Su programa Morandé con Compañía ha liderado la franja nocturna de los viernes y sábados de manera consistente, desde el debut de su nueva temporada -a mediados de marzo-, y a pesar del competitivo escenario. Así, relajado, se lanza a analizar las razones tras el resurgimiento del espacio, que se viene gestando desde el año pasado.

¿A qué atribuye los buenos resultados que ha tenido este ciclo?

Este año apostamos por el humor familiar, que la gente necesita en su casa, sin renegar de la esencia de Morandé..., que siempre ha sido un poco picaresco, y de hecho lo sigue siendo.

Es un programa atípico, porque no ha cambiado demasiado en una industria que exige renovación constante.

La renovación viene por el lado más de rostros que de temas. Si es por eso, nadie se renueva: los matinales siguen iguales. A la hora de SQP, todos iguales, la Doctora Polo lo mismo. En reunión de pauta decía que no se preocupen de renovación, que de todos los programas que hay, lejos somos los que más nos renovamos.

¿Entonces cree que le falta variedad a la televisión?

Es que no hay más cosas que hacer. No es teatro, no es una oficina ni un ministerio: es tele no más. Tienes que hacer algo que entretenga a la gente y punto.

No le ve mayor complejidad, entonces.

Tiene mucho trabajo, de captar la sintonía, pero hay que ir viendo los temas y cómo cambian las líneas editoriales. Antiguamente veías mujeres bonitas en bikini, pero hoy en día es muy difícil encontrar mujeres así. Son casi todos los hombres los que salen desnudos. Es más importante el físico de los hombres que el de las mujeres: quién es mejor para el caño, quién hace más flexiones. Es sólo ver calugas, ¿y quiénes son las mujeres? No importa nada.

¿Y qué le parece eso?

Es un cambio de la televisión. Pero después de eso, me pregunto: ¿Qué va a venir? ¿Hombres con hombres? ¿Mujer con mujer? ¿Me tendré que adaptar? No, gracias. Tendré que ver cómo manejo al sector que no quiere ver eso, o que todavía le gusta la TV como a mí. Porque no sé en qué va a terminar esto.

Usted siente que su programa es diferente a la tendencia actual

Si quieres, puedes decir que lo mío es la televisión antigua, para gente que puede prenderla y matarse de la risa, sin garabatos ni atados.

En ese escenario, ¿qué le parecen los reality shows y los programas con famosos?

Encuentro que no es así la vida. No es un sistema de vida que vaya a solucionar el más mínimo problema: estar echado, sin hacer nada, compitiendo, no hablando de ningún tema contingente.

Ustedes tampoco hacen contingencia, lo suyo es un programa de entretención. ¿Cuál es la diferencia que ve?

No trato de hacer un programa inteligente ni mucho menos, pero dentro del humor somos los mejores. Tenemos humor blanco, inteligente, culto, todos los tipos de humor y tienes que ser agudo para seguir el programa.

Entonces es la otra TV la que no le interesa.

No. Pero creo que es razonable que la hagan. Y trato de que un 20% de la gente se entretenga con lo que hago. Los que ven a los vagos se entretienen más con eso y no me van a ver. Pero al resto, tengo que pescarlos y tratar de que se entretengan conmigo.

¿Cómo ve a los otros conductores de hoy?

Siendo joven, hoy no me metería a trabajar en televisión, porque no sé cuántos animadores hay. Son todos animadores. Se odian todos con todos. Y tienes a Julián (Elfenbein) con un programa político en la noche que saca dos, tres puntos y a nadie le interesa. No lo habría puesto ahí, porque encuentro que no le hace bien, es muy joven. Después sale en la mañana llorando porque sacó un punto, eso tampoco se hace. Si tuviste un punto, ve por qué tuviste un punto y no lo tengas más.

Los nuevos ejecutivos de Mega han dicho que quieren una línea editorial más liberal, ¿qué le parece?

Comparada con la que teníamos con don Ricardo Claro, cualquier línea editorial es liberal. Antes era 200% católica apostólica y romana, que no permitía nada que fuera contra la Iglesia. Ahora, creo que (en Mega) nunca vamos a ser tan liberales. Conozco a los Bethia, a la señora Lily (Solari), a Carlos (Heller), y no creo vayamos a caer en el libertinaje ni mucho menos. Tienen las cosas claras y no se abrirán a lo que sea: va a ser una línea editorial liberal pero decente.

Uno de los puntales de esa apertura han sido programas que incorporan la homosexualidad, un flanco de críticas para ustedes, por los chistes homofóbicos.

No soy homofóbico. Nosotros molestábamos a Tony Esbelt y él a mí. Esa es toda mi homofobia. Mientras no molesten al resto... A mí no me gustaría ver a dos gallos pololeando frente a mí. Si eso es homofobia, soy homofóbico. Si pasan por mi lado y no tengo idea, no me molesta en absoluto. Pero si me dices que la apertura de un canal pasa por si doy o no una serie con homosexuales, estamos fritos.

Es uno de los temas, no es todo. En la serie que están adaptando, Modern family, hay una pareja gay.

Si funciona en la vida real, no veo por qué tiene que funcionar en la televisión. No creo que sea un tema grato. El lesbianismo, perfecto, pero si vas a poner un programa de lesbianas, tienes que saber que es mucha más la gente que va a cambiarse de canal que la que se va a quedarse.

¿Tiene miedo de eso?

Abrirme no significa que permita el libertinaje. Creo que hay que ser respetuoso de lo que es la vida. Ha ido cambiando, indudablemente, pero no quiero ir más rápido que el cambio. Quiero venir detrasito, mirando. No tengo ese concepto de intelectual de izquierda, que tengo que ser muy rompedor para destacarme. Soy bastante conservador, y creo que es mejor.