La mañana en que Kinder Aggugini tenía una entrevista de trabajo para postular al equipo de John Galliano, no tenía claro qué ropa usar para causar la impresión adecuada. En esos momentos, la mayoría de los creadores de moda jóvenes escoge las prendas más cool que pueda encontrar, consigue prestado o arrienda algún accesorio de la marca que lo va a recibir, o bien opta por vestirse con sus propios diseños para ser una especie de maniquí viviente y, de paso, demostrar aplomo. Pero Kinder tomó un camino inesperado: se vistió con un pulcro y muy correcto uniforme de policía. Y gracias a su sentido del humor consiguió el contrato.

Tras egresar de la famosa Saint Martin´s School of Art, en Londres, en el año 1988, Kinder se ganó el apodo de 'diseñador fantasma', porque durante años trabajó en las sombras para grandes casas de moda. No sólo estuvo en las filas de Galliano: también colaboró con Paul Smith, Calvin Klein, Saville Row, Versace -donde fue diseñador en jefe tras la muerte de Gianni-, Costume Nacional y hasta de la mismísima Vivienne Westwood, a quien siempre ha idolatrado. Con ellos estuvo en calidad de empleado, recibiendo su sueldo a fin de mes, o como asesor externo, a través de la empresa de consultoría Kinder Fashion Design, que creó en 1997.

Como es de esperar, Aggugini amasaba secretamente la ambición de ser un creador con nombre propio. Pero esperó hasta tener cerca de cuarenta años (nadie sabe exactamente su edad; sólo que nació en los años 60) para comenzar a trabajar en ello. Su primera colección, armada a partir de lujosas telas negras que tiñó de azul marino, se presentó en el año 2006 y fue adquirida por la prestigiosa tienda Dover Street Market, que vende sólo ropa de diseñador. Un debut discreto pero prometedor, tal como sus comienzos en la Semana de la Moda de Londres, el año 2009.

Su primer desfile en este evento organizado por el Consejo de la Moda Británica fue bien recibido, pero no lo suficiente como para lanzarlo a la fama. Fue, simplemente, uno más en el calendario. Pero sus chaquetas de aire masculino, perfectamente bien terminadas, comenzaron a venderse como pan caliente en el off londinense, especialmente entre mujeres que necesitan ropa para a oficina pero que detestan la idea de adquirir un traje de dos piezas.

Anticipándose al futuro éxito de este diseñador, Sarah Mower, de Style.com (el sitio web de Vogue) apuntó, encantada con la sastrería de Aggugini: "Podemos darle la bienvenida a una marca que apunta al clóset de mujeres adultas y trabajadoras, sin ser decepcionantemente predecible como otras apuestas que se dirigen al mismo segmento".

Esa presentación fue el comienzo de una carrera ascendente que en febrero de este año, en la última Fashion Week de Londres, terminó por coronarlo como una de las promesas del 2010. En un barroco desfile otoñal, inspirado en Madame Récanier (una socialité del París napoléonico), Aggugini presentó magníficos abrigos de corte militar, maxivestidos en seda y chifón en negro con toques de naranja y rojo, chaquetas como de niño tamborista, camperas tipo motociclista en cuero negro y terciopelo, abrigos de lúrex sin mangas y suéteres de niña mala, que -si la facha lo permite- pueden usarse como vestidos.

Fascinado, Tim Banks, de Style.com, dijo: "Si existe justicia en la moda, esta es la colección con la que Aggugini despegará. La inspiración napoleónica le dio la oportunidad de hacer lo que mejor sabe hacer: ser estricto y también sexi".

También hubo quienes lo calificaron de excesivo, especialmente por los candelabros en la pasarela y la abundancia de referencias barrocas. Pero la mayoría de los críticos aplaudió su apuesta, y porque pocas veces se ha visto tanta rigidez combinada con tanta soltura, tanta libertad envuelta en tanta estructura, tanta sensualidad a cuerpo cubierto.

ESTRICTO Y SEXI
Para entender la obsesión de Aggugini por los uniformes y las chaquetas, hay que dar un vistazo a su historia de vida, marcada por una visión crítica hacia la institucionalidad.

Este creador de moda nació nada menos que en Milán, ciudad que para muchos es la meca de la moda, pero que él siempre miró en menos por carecer de rebeldía.  Su nombre real es una incógnita: un amigo suyo, apodado como Weetabix, un día decidió llamarlo Kinder y nunca más se pronunció el apelativo con el que fue inscrito en el registro civil al nacer. Una anédcota que da cuenta de cómo Kinder creció desapegado a los convencionalismos.

Durante su juventud, en plenos años 80, Aggugini era un inquieto chico punk que cada vez que podía viajaba a Londres, donde sí encontraba esa moda refrescante que tanto anhelaba. Además, claro, de una vida nocturna efervescente que lo atraía como un imán. Covent Garden, el epicentro de la movida punk, era su rincón predilecto. Por eso, cuando habla de sus referentes, aparece siempre el mismo nombre: Sid Vicious. El mítico mánager de los Sex Pistols, símbolo del punk y pareja de Vivienne Westwood, encarna todos los ideales sobre la sociedad y la estética de este creador. 

Pero Aggugini nunca ha querido ser una versión 2000 de la moda punk. Lo suyo no es la agresividad que se viste con cadenas y banaliza el clásico tartán inglés al más puro estilo Westwood. En su ropa siempre hay espacio para lo juguetón pero no infantil. Su humor no es negro, pero sin duda tiene zonas oscuras, misteriosas.

Además, paralelamente, a este modisto le gustan el glamour y la elegancia chic, las telas suaves, la ropa fina. Por eso, por contradictorio -y hasta ambicioso- que parezca, dice siempre que su otro referente es Coco Chanel. Ni más ni menos.

"En algún minuto me pregunté qué habría pasado si Coco se hubiera casado con Sid. Ella era más hardcore (dura) que él y, sin duda, su sentido de lo chic hubiera prevalecido por encima del rock and roll. Pero su unión habría mantenido siempre un sesgo crítico", ha dicho Kinder. "En mi ropa, esta mezcla de referentes se puede percibir en el tipo de telas que escojo, en las terminaciones, en los botones vintage. La mayoría de mis prendas están construidas a partir de siluetas y formas sueltas, pero el corte y los detalles son muy severos, y eso es para mí la mezcla entre Sid y Coco. Una elegante fusión entre mi amor por el estilo de los años 20 y el rock más pesado".