El 22% de los votos y el segundo lugar en las elecciones presidenciales de 2003 no permitían augurar que 10 años después el grupo político encabezado por Néstor Kirchner y secundado por su esposa, Cristina Fernández, seguiría en el poder, ya encaminado a completar un tercer período y haciendo planes y buscando opciones para un cuarto mandato. Así, se proyecta como el grupo político que ha estado más tiempo en el poder en Argentina.
El 25 de mayo de 2003, un entonces desconocido gobernador de la provincia de Santa Cruz asumió el gobierno de Argentina, sin necesidad de haber competido en una segunda ronda electoral (Carlos Menem se retiró por el amplio margen en su contra que mostraban los sondeos), en un país que a duras penas intentaba dejar atrás la crisis política, económica y social de 2001.
Sin embargo, enarbolando las banderas del peronismo, el éxito y amplio respaldo que comenzó a cosechar Kirchner en sus primeros meses de gestión, unido al fuerte repunte de la economía transandina, permitieron que el mandatario comenzara a levantar su propio referente. A fines de ese primer año el apoyo a su gobierno llegó hasta el 76%, una cifra muy por encima del 42% actual que tiene su esposa, según el sondeo de Poliarquía.
Eso sí, en la construcción de sus apoyos, Kirchner marcó distancias con sus detractores y las emprendió contra los uniformados por su rol en la represión en el último régimen militar e incluso se enfrentó con la Iglesia Católica. Durante esta gestión se mantuvo la devaluación de la moneda y, mediante las exportaciones, se impulsó un crecimiento económico con tasas cercanas al 10%. Eso, sin contar una baja sostenida del desempleo. Además, Kirchner delineó la estrategia para reestructurar el 75% de la deuda en default por US$ 100.000 millones en 2005 y el pago de US$ 9.500 millones adeudados al FMI, para cortar vínculos con ese organismo. En sus años de gobierno, la popularidad del santacruceño no bajó del 55%.Así, en la década se crearon cinco millones de empleo y el PIB pasó de US$ 268 mil millones a US$ 500 mil millones.
Kirchner, que -según los analistas- fue hasta su muerte el ministro de Economía en las sombras, vio cómo el apoyo a su gestión comenzó a disminuir, coincidiendo con la intervención del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), el crecimiento de la inflación y las denuncias de algunos casos de corrupción, como el hallazgo de bolsas con dinero en el baño del despacho de la ministra de Economía, Felisa Miceli.
Sin embargo, esa baja en el respaldo no impidió el triunfo de Cristina Fernández en las elecciones de 2007, con el 45,2% de los votos. Como sea, el gobierno de la esposa de Kirchner comenzó con el escándalo de las valijas procedentes de Venezuela, protagonizado por Guido Antonini Wilson, y vivió sus horas políticas más complejas en junio-julio de 2008 con el conflicto con el campo por el aumento de los impuestos a las exportaciones de granos y la derrota de esa ley en el Congreso propinada por su propio vicepresidente, el radical Julio Cobos. Eso marcó el descenso del apoyo al gobierno hasta llegar a un escuálido 20%.
Hasta su reelección en 2011, Cristina no dejaría de subir en las encuestas, pese a la derrota kirchnerista y el fracaso del propio Néstor Kirchner en las legislativas de 2009 y el enfrentamiento desatado con el Grupo Clarín. En ese repunte ayudaron las asignaciones familiares y los festejos por el bicentenario. Un clima de optimismo volvió a reinar, hasta que en octubre de 2010 se produjo la muerte de Kirchner. Más allá del golpe para el oficialismo, la popularidad de Cristina Fernández se disparó en solo un mes: pasó del 36% al 55%. Esto le permitió a la presidenta ganar los comicios de 2011 con enorme comodidad: 54% de los votos.
Pero tras la reelección la curva volvió a hacerse descendente llegando hoy al 42%. Para ello han contribuido el escándalo que involucra al vicepresidente Amado Boudou, los controles cada vez más estrictos para obtener dólares, los cacerolazos, las dificultades económicas, la inflación, la reforma judicial y el escándalo de Lázaro Báez, un empresario cercano a los Kirchner. Sin embargo, hasta ahora no hay ningún grupo, partido o coalición política que amenace el poder del kirchnerismo, y ya buscan la forma de apostar a un cuarto mandato en 2015 para lo cual, primero, debe consolidar su posición en las elecciones legislativas de octubre próximo.