En apenas dos semanas, la madeja que conformaban las posibles candidaturas presidenciales argentinas dentro de los distintos grupos políticos, se ha ordenado, dejando a la vista las hebras decisivas. Eso, en un escenario efervescente ya que, en las elecciones del octubre, no puede postularse la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, con lo que se abre un escenario distinto en el que se da por descontado el fin de la era K y el inicio de un nuevo estilo y tipo de gobierno.
Hace 10 días fue precisamente la mandataria la que ordenó la competencia en su sector. En un acto en el Aeropuerto de Ezeiza, Cristina Fernández se mostró acompañada del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, y del ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo. Eso bastó para que analistas y medios apuntaran que la Presidenta había impulsado las postulaciones de ambos para que compitan en las primarias obligatorias del kirchnerismo, el 9 de agosto.
De cualquier forma, las encuestas son mucho más favorables para Scioli, un político de una línea peronista más tradicional que siempre figura en la primera o segunda posición de las preferencias generales, aunque Randazzo es un hombre más del gusto del kirchnerismo duro.
El gesto de Cristina K ya tuvo un efecto, y el miércoles otro de los kirchneristas con ambiciones presidenciales, el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, se bajó de la carrera. Ahora falta que hagan lo mismo personajes como el gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri; el ministro de Defensa, Agustín Rossi; el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, y el ex canciller Jorge Taiana.
El domingo, los históricos rivales del peronismo de la Unión Cívica Radical (UCR) decidieron en su convención nacional sellar una alianza con la conservadora Propuesta Republicana (PRO), que lidera el alcalde Mauricio Macri, y con la Coalición Cívica de la diputada Elisa Carrió. De esta forma se inclinó por la apuesta del senador Ernesto Sanz y no por la del ex vicepresidente Julio Cobos, quien proponía una alianza con el peronista disidente Sergio Massa.
Si bien Sanz, Carrió y Macri competirán en las primarias de agosto por ser el candidato presidencial opositor en octubre, se da casi por descontado que será el jefe del gobierno de la ciudad de Buenos Aires el abanderado, quien no sólo ha ido estrechando posiciones con sectores tradicionalmente antiperonistas, sino que también ha logrado sumar a figuras del justicialismo, como el senador Carlos Reutemann.
"Macri ha fortalecido su posición política, al sumar sucesivamente a Reutemann, Carrió y ahora a la UCR. La decisión de la convención del radicalismo es una victoria del jefe de gobierno porteño sobre Massa en la puja por constituirse en el candidato opositor más votado", dijo a La Tercera el analista del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, Rosendo Fraga.
Precisamente el que quedó más golpeado con esto es Massa, quien hace unos meses aparecía como el favorito para ganar en octubre. El actual diputado y ex jefe de gabinete de Cristina K deberá batallar duro para intentar pasar a una segunda vuelta. Por algo el miércoles en un recorrido por los sectores periféricos del Gran Buenos Aires, declaró que "hago lo único que puedo hacer. No tengo plata ni aparato", en una sentida queja por no haber logrado la alianza con la UCR, que si bien hace mucho que no es un alternativa de gobierno, tiene presencia en 23 de la 24 legislaturas provinciales y controla un tercio del Senado.