Una verdadera tormenta perfecta amenaza el futuro electoral del oficialismo en Argentina, a 10 meses de los comicios presidenciales de octubre de 2015. El inédito procesamiento del Vicepresidente Amado Boudou golpea de lleno al gobierno de Cristina Fernández, agobiado ya por el litigio con los llamados "fondos buitre". Un complejo escenario en el cual la Casa Rosada aún no define a su abanderado, mientras la oposición no peronista gana terreno y avanza en una eventual alianza que le permita destronar al kirchnerismo, en el poder desde 2003.

De lado del oficialista Frente para la Victoria, el aspirante más destacado para suceder a Fernández es Daniel Scioli, el gobernador de la provincia de Buenos Aires. "Scioli lleva ventaja en las encuestas, pero aún falta un elemento clave: la decisión de Cristina Fernández. Ella seguramente va a inclinar la balanza en las primarias (del 9 de agosto próximo)", explica a La Tercera el analista político Julio Burdman. También compite el ministro de Interior, Florencio Randazzo. Pero a juicio de José Angel Di Mauro, analista y director de Semanario Parlamentario, las posibilidades de este último "han menguado" (ver entrevista).

El gran ganador de las elecciones legislativas de 2013, Sergio Massa, por su parte, aparece como la carta más fuerte del peronismo no kirchnerista. "Hoy por hoy es el que figura primero en la mayoría de las encuestas", destaca Di Mauro en alusión al líder del Frente Renovador y ex jefe de gabinete de Fernández. Si bien Burdman reconoce que Massa "es un candidato opositor con gran instalación personal", cree que "a diferencia de Scioli o el resto de los oficialistas, carece de un partido fuerte que lo respalde".

Pero tanto Scioli como Massa corren el riesgo de sucumbir ante la eventual suma de fuerzas de los opositores Frente Amplio Unen (FA-Unen) -integrado, entre otros, por la Unión Cívica Radical (UCR) de Ernesto Sanz y Julio Cobos, el socialismo de Hermes Binner y la Coalición Cívica de Elisa Carrió- y la Propuesta Republicana (PRO), el partido del alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri. "El camino de una gran alianza amplia comenzó a destrabarse y seguramente en abril ya se podrá constituir ese espacio que le ganará al PJ (peronismo) en 2015", advirtió la diputada Carrió. De cara a esta eventual alianza, el edil porteño corre con ventaja como candidato. "Macri es el que viene creciendo más", destaca Mariel Fornoni, directora de la consultora Management & Fit.

INCIERTA APUESTA

Para evitar un balotaje hace falta obtener el 45% de los votos o, sacando más del 40%, superar al segundo por 10 puntos. "En la situación actual, nadie ganaría en primera vuelta", vaticina el columnista argentino Carlos Pagni. "De modo que si el Pro y FA-Unen se fagocitan, el duelo final podría librarse entre peronistas: Scioli y Massa", agrega. Pero Burdman apunta que "si Macri y el radicalismo logran una alianza electoral -y ese escenario luce cada día más probable-, Massa podría verse atrapado entre dos pinzas: un oficialismo unido, y una oposición no peronista aliada".  De todos modos, Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, señala a La Tercera que "el peor escenario del kirchnerismo es llegar a segunda vuelta".

Pero existiría otro escenario. Según el analista Sergio Berensztein, "dentro y fuera del gobierno se sostiene que el plan de Fernández consiste en que en las elecciones presidenciales de 2015 el ganador sea Macri. De ese modo, ella podría liderar la oposición desde una banca en el Congreso (lo que, además, le daría cierta tranquilidad desde el punto de vista de las inevitables investigaciones judiciales), y aspirar a ser candidata nuevamente en 2019".

"A Cristina no le conviene que la herede su propia agrupación, ni la de Massa: en ambos casos el peronismo se alinearía detrás de la nueva jefatura. Ella aspira a ser la directora de una gran oposición, capaz de interpelar con reproches populistas el inexorable ajuste económico que encare quien la suceda", complementa Pagni.

Sin embargo, ante quienes ven similitudes con el caso de Michelle Bachelet, que regresó al poder luego del gobierno de Sebastián Piñera, el propio Berensztein advierte que se trata de "una comparación arriesgada y  tal vez inadecuada". "Ni la historia argentina ni la experiencia chilena parecen brindarle motivos suficientes para que Fernández pueda en efecto imaginar con optimismo un eventual retorno al poder: los ex presidentes argentinos suelen ser figuras grises, marginales, olvidadas", concluye.