Kiss impone su trayectoria en su quinta presentación en Chile
La mítica banda de rock se presentó esta noche en el Movistar Arena conquistando a sus fanáticos.
En el futuro habrá otros artistas pintados y disfrazados como Kiss, girando bajo su nombre, volando, lanzando llamaradas, reventando fuegos de artificio y quizás cuanto más, con la aprobación de unos retirados y satisfechos Gene Simmons y Paul Stanley.
El hombre tras el personaje que lleva la estrella en un ojo lo ha dicho, no hay motivos para no seguir. Los miembros son desechables -ellos han contratado y despedido a unos cuantos-, pero el espectáculo debe continuar. Anoche, con un Movistar arena casi repleto, el rock y circo de los neoyorquinos vivió un quinto capítulo en Chile, con un listado de canciones muy similar al ofrecido en noviembre de 2012 en el festival Maquinaria de Las Vizcachas, un repaso general a los grandes éxitos de su carrera, interpretado mediante un sonido que con los años se ha ido endureciendo.
Si al comienzo de esta nueva etapa con Eric Singer en batería y Tommy Thayer en guitarra la intención era emular el periodo más glorioso de la banda, su apogeo de texturas aguardentosas en la segunda mitad de los 70, ahora es más ruidoso y compacto. A estas alturas, Kiss puede hacer cómodamente un espectáculo solo con canciones conocidas, y eso fue lo que hicieron. Arrancaron con Detroit rock city, siguió Creatures of the night (una de las últimas antes de quitarse el maquillaje en 1982), y luego Psycho circus, una parada con cierta auto condescendencia, la canción que bautizó el flojísimo álbum que marco el retorno de la alineación original, y que también fue un fracaso.
En War machine Gene Simmons escupió fuego, y Do you love me? fue el momento en que por las pantallas gigantes se sucedieron una serie de imágenes de todos los miembros clásicos. La seguidilla de hits sumó Deuce, Parasite, Lick it up y la dramática Black diamond, mientras el bis sumó Shout it out loud, I was made for lovin' you y Rock and roll all nite.
El maquillaje y los entrenadores personales no permiten descifrar la edad de los músicos, pero después de 40 años, obviamente las gargantas no son las mismas. Paul Stanley, un histórico gritón, ha perdido unos cuantos agudos, mientras Gene Simmons también evidencia algunos forados en su vozarrón, aunque los dos siguen siendo, a pesar del desgaste natural, dos grandes intérpretes de rock. No importa. En un futuro que cada vez se acerca más llegarán los reemplazos, y Kiss seguirá desafiando al tiempo y las fechas de vencimiento.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.