Será como siempre, con bombas de humo, lluvia de fuego, plataformas móviles, acrobáticos vuelos por sobre el público y estallidos de sangre disparados desde la boca de sus integrantes. Será como siempre, aunque esta vez el circo funcionará en otro formato: techado, íntimo, en un aforo más reducido y con la pirotecnia ardiendo en las narices.

El ya anunciado show de retorno de Kiss a Santiago se realizará el martes 14 de abril, a las 20:30 horas, en el Movistar Arena, reducto con capacidad para cerca de 15 mil personas y que trae de vuelta a los estadounidenses a un lugar de menor envergadura, luego de su único concierto de este tipo en la Estación Mapocho (1994), para después regresar sólo a espacios abiertos, como el Velódromo del Nacional (1997), el Estadio Bicentenario de la Florida (2009) y el club de campo Las Vizcachas (2012).

Para ello, por estos días los organizadores trabajan en adaptar la monumental estructura a un sitio más acotado y que sólo guarda una experiencia similar con la presentación de Paul McCartney de abril pasado, cuando el ex Beatle desplegó llamaradas y explosiones resonantes en el tema Live and let die.

Eso sí, los hombres de Rock and roll all nite lucen una histórica experiencia en llevar su montaje cargado de elevaciones y combustible a lugares techados; sin ir más lejos, el mismo espectáculo que traerán a la capital pasó a fines de noviembre por el anfiteatro The Joint del hotel Hard Rock de Las Vegas, con capacidad para sólo 4 mil personas.

"Cuando pensamos en llevar a Kiss al Movistar Arena lo hicimos analizando su fanaticada, que ya es adulta y tiene familia, por lo que probablemente quiere ir con los hijos a un lugar cómodo, donde se pueda ver bien de cualquier parte y donde pueda obtener una experiencia más cercana", dice Francisco Goñi, director de la productora The FanLab, responsables de un recital que, tal como sucede con Iron Maiden o Metallica, aspira a una audiencia transversal, donde caben desde niños que apenas superan la primera década de vida hasta los propios contemporáneos de la banda.

El ejecutivo sigue: "También queríamos entregar un valor agregado: verlos en otra clase de lugar, no en los estadios o espacios que han visitado en los últimos años. Será exactamente la misma performance con la que están girando". Y esa oferta incluye pasajes ya históricos en cada uno de los tours de los norteamericanos, como cuando el cantante y bajista Gene Simmons toma una antorcha y lanza fuego desde su boca en War machine; o cuando el otro gran jefe, el guitarrista Paul Stanley, sobrevuela a la audiencia amarrado a una cuerda e interpreta Love gun.

Por otro lado, Goñi agrega que hasta ahora están en regla todos los trámites y permisos que autorizan el uso de pirotecnia en reductos cerrados. Además, para esta vez, la cancha no tendrá sillas y sólo estará dividida en un sector preferencial -los productores aseguran que será más pequeño de lo habitual- y otro general.

Pero en tanta ostentación y espectacularidad subyace un plan mayor. La actual gira de Simmons, Stanley, Tommy Thayer y Eric Singer festeja los 40 años del conjunto, efeméride que tiene como hito de inicio el debut homónimo de la agrupación en 1974. Ante la fiesta, el cuarteto ha montado sus presentaciones como una síntesis rigurosa de su trayectoria, ya que incluye composiciones de casi todos sus álbumes -un total de 20-, abarcando también los títulos en solitario que sus miembros originales estrenaron en 1978.

Las entradas para su nueva venida salen a la venta el próximo sábado 13 a través de Puntoticket, con precios que se difundirán en los próximos días.